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Tenía dos opciones:
1. Dejarlo a su suerte con sus cuatro amigos ebrios e irme a casa. Él había arruinado mi tarde y mi paga completa, ¿por qué yo no habría de arruinar su noche?
2. Ayudarlo y dejarlos dormir en mi departamento, aunque la empatía era algo que nunca ponía en práctica y la idea era bastante arriesgada pues apenas los conocía.

Elegí la segunda.

brooklyn girl · julian casablancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora