Capítulo 1

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15 de Mayo del 2018


Mi nombre es Annabelle, y si seguro se les vendrá a la cabeza la película de aquella muñeca diabólica. Y no estarían muy equivocados en imaginarme así.

Tal como aquella muñeca soy pelirroja, ojos azules y piel blanca con algunas pecas en los pómulos. No soy la más alta, pero tampoco soy pequeña.

No resalto ante nadie, al menos no lo hacía.

Como cada mañana hice lo mismo que haría un adolescente de dieciséis años antes de llegar al colegio. Levantarme, ducharme, vestirme, desayunar y salir. En el camino hacia el aula tal vez tropezaría con algún alumno, y si tuviera la suficiente suerte vería a Jackson en el camino.

Claro, rodeado de muchas chicas.

No lo niego, me gusta. Digo ¿a quién no le gustaría él? No cumple con el típico papel de bad boy a pesar de ser popular y es dulce de cierta manera. Es guapo, ni para poder negarlo. Pero sobre todo lo que más llama la atención son sus ojos.

Dos colores diferentes, azul y café. Que le dan una combinación extraña, como si por un ojo te dejara ver su alma y por el otro, te ocultara miles de secretos.

Somos amigos, así que como siempre pasaría por su lado y le saludaría con la mano, el me sonreiría y guiñaría un ojo haciendo que mi corazón se acelerara un poco. Sería algo tan común.

Solo que ese día, la vida no quería ser común.

Salude a Jackson como de costumbre cuando algo más llamo mi atención. Detrás de el a unos metros de distancia, estaba un chico. Escaneaba todo el lugar hasta que sintió mi mirada. Tal vez fue el aire de terror que le rodeaba o tal vez fue su mirada fija en mí. Tal vez fueron sus ojos negros que parecían ser inexpresivos los causantes de llamar mi atención.

No lo sé, en ese momento no lo sabía.

Y no lo sabría hasta después de un tiempo, en el que comprendería porque me llamo la atención aquel chico pálido.

Después de todo el seria la llave de todo este enredo.

El seria la persona que me quitara las vendas pero sobre todo, el que me entregaría la luz para que vea mi camino.

Si no lo hubiera visto y llamado mi atención, seguramente yo repetiría esa escena muchas veces como disco rayado hasta mi graduación. Sin embargo, el sería el maldito efecto mariposa.

Más no quien había desatado el infierno.

¡Mírame, Jhen!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora