LA PIEDRA DE GOYA

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La Piedra de la "Goya"

* Dicen que la mujer se lanzó al vacío por el amor de El Toro de las Pampas

Con el respeto a los sentimientos puros o desmedidos de una mujer de "cepa" terraboneña y a la familia que procreó, vamos a referirnos a una de esas historias pueblerinas que se han convertido en leyenda en
el municipio, son hechos de la vida real que en nuestros tiempos no dejan de impresionarnos.

Cuenta don Pablo Matamoros Cárdenas, de 63 años, que cerca de la comarca donde habita, Caña de
Castilla, existe una piedra tan enorme, conocida como "La Peña Mordida", un hecho que casi se
convierte en tragedia cambió su nombre. Se dice que esa roca no es más que un monolito de 300 metros
de altura, ubicada en el Cerro Las Mesas.

Don Hipólito Molinares, a sus 77 años también narra este
hecho como la acción del nivel de sacrificio que puede hacer
una mujer "por el amor de un hombre" y dice don Pablo "por el
amor de un hijo".

Pues había un apuesto y adinerado hombre llamado Humberto
Alvarado, era tanta su estampa varonil que le apodaban "El
Toro de las Pampas", quien convivía con Gregoria Cano. Ellos
eran dueños de El Millonal, El Pastor y El Cacao. Imagínense
los lazos que les unía si el padre de Gregoria tenía 100 yeguas.

Existen dos versiones, una que ubica a Gregoria como una
mujer que recibió el desprecio de "El Toro de las Pampas",
éste la habría rechazado negándole su amor y otra que el hombre habría arrebatado de sus brazos a su
hija.

La verdad es que decepcionada y sin deseos más de vivir, Gregoria tomó una fatal decisión, con firmeza
y valentía, pensó quitarse la vida. Planeó su muerte de manera tal que no quedaran ni rastros de ella y se
lo comunicó a un tío. Este la persuadió alrededor de lo que le dijo ¡es la peor locura, es una caballada lo
que harás!

La "Goya" no escuchó más los ruegos desesperados de su tío y se encaminó hasta la cúspide del Cerro,
fue dejando un reguero de lágrimas en el camino. Para qué encomendarse a Dios, se dijo, si la había
desamparado, para qué vivir si su suerte estaba echada. Vio los 300 metros que distaban de ella, envolvió
su cuerpo en una sábana blanca y se lanzó al precipicio.

Obviamente, la "Goya" se había matado, pues, así como describen la altura de la piedra, no es para
quedar con vida.

Fue el tío que alertó a los pobladores de la comunidad y se juntó un buen grupo que emprendió la
búsqueda del "cadáver" de la "Goya" y sabían... no aparecía en la profundidad, uno y otro especulaba que
se la habían llevado los duendes, pero de pronto alguien la descubrió.

En su lanzamiento al vacío, a la "Goya" la salvó un árbol, una pierna quedó atorada de una frondosa
rama. La encontraron con la pierna fracturada "vivita y coleando" diría el populacho. Desde entonces
"La Piedra Mordida" pasó a llamarse "La Piedra de la Goya".

Dicen que doña Gregoria sufría de una vergüenza sin límites cuando le recordaban esa triste etapa de su
vida. Cuentan que después se volvió a casar, de cuyo matrimonio existen hijos. Ella ya falleció, dejando
para la posteridad esta leyenda de una experiencia de la vida real.

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