LIMÓN Y MIEL

10 0 0
                                    

LIMON Y MIEL

Quizás los primeros efectos del otoño, de su lánguida y menguante luz... Quizás los ambiguos caminos y encrucijadas de su ya también primeriza otoñal edad... O quizás sólo la agridulce soledad de su alma inquieta, pero siempre consentida, distraída y voluble....

Y a pesar de que la mesa de su vida estaba bien dispuesta de manjares y oportunidades por las que sentirse contento , agradecido y mojar pan, lo cierto es que en esos días... Su mirada estaba sorda, su oído desaborido, su tacto disonante y su gusto desprovisto de matiz y color niguno...

Así amaneció, en su silencio, esa mañana...

Pero, quizás por el guiño y beso de luz que el sol – siempre ajeno e  indolente  - le ofreció desde su ventana, quizás por el impenitente pellizco de rebeldía que conservaba la teoría de sus ganas, quizás por la conversación que aún le daban su soledad y años o, quizás, sólo porque el sol nace cada día y - a pesar del frío del piso al poner el pie desnudo en el suelo - hay que levantarse y echar a andar...

...Ese día, se levantó, se duchó con el cremoso gel de vainilla del Mercadona que tanto le gustaba y se animó al sentir el tibio y rítmico "salpicarresbalar" del agua por su cuerpo. Se vistió de naranjas y amarillentos ocres, observó la sonrisa de sus manos abrazando la taza del humeante café con leche, se perfumó ligeramente de gardenia, se acicaló el sombrero como pararrayos y salió al mercado...

Compró un puñado de ingredientes con que engalanar, satisfacer y colorear su nevera, algo trisona y rutinaria en esos días... Unas flores se acomodaron en su ánimo: unos volátiles, elegantes y vaporosos lissianthus de manchado blanco y contrastado tallo verde vivo... Le gustaba como hacían bailar el silencio del aire a su alrededor...

Llegó a casa, ordenó y limpió apresuradamente "loQueVeLaSuegra" su piso, acomodó las flores, se sirvió una copa de vino y empezó a cocinar...

Y, recordando una receta antigua de su infancia con aroma de copla, limón y miel, empezó a cortar cuatro intenciones, desmenuzó un par de rendiciones, sazonó con un pellizo de parlanchinas soledades, añadió un manojo de ternuras, escogió una intención, aderezó con un ramillete de volátiles alegrías... Y traginó con cazuelas preñadas como círculos lunares, cortantes cuchillos de nostalgias y desvaríos, cotidianos gestos de rendiciones, oxidados reproches y texturas de olvidos e ilusiones entre los generosos fogones...

Casi sin darse cuenta, el momento – cual mantel de domingo antiguo - se desplegó como un generoso mapa. Un mapa viejonuevo, de fiesta y conversación, de complejidades y complicidades, de caminos y regresos, de hogares y horizontes, de risas y sabores, de encuentros y abrazos, de ausencias y olvidos, de ahoras nuevos y momentos viejos, de compartida intención y bienestar...

... De pequeño abrazo del alma que, suavemente, reaviva la sangre y expande los poros del sentir y la rebeldía de vivir. De sabroso y cotidiano calorcillo que sin ser aún capaz de volver a soñar la vida, empuja de nuevo a sentir, a manosear el perfume de las cosas, a mirar el latir de las canciones, a husmear el matiz de los colores, a degustar el sabor de las caricias y el vivir...

LIMON Y SALOù les histoires vivent. Découvrez maintenant