Capítulo único

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Dedicado, obviamente, a mi vida @Puthicornio01.

La situación era una catástrofe, necesitaba regresar urgentemente a Asgard para detener los malvados planes de Hela, cómo también necesitaba devolver la consciencia de Bruce para desaparecer a la bestia verde, y no quería intentarlo con la típica frase que usaba la agente Romanoff en Midgard. ¡Está desesperado! El consuelo, no, la salvación, se encontraba en la Valkiria por la cuál quedó impactado, una legendaria guerrera, en un sitio tan miserable como ese, aunque ese no era el caso.

Ni que su sueño frustrado había sido ser así de niño, y que admiraba la fuerza femenina, no, en absoluto.

El verdadero caso es que tenía la llave para salir de ese infierno en la morena, sólo que ésta parecía muy conforme con el atroz entorno, acostumbrada podía ser una buena definición, el caso es que lo enviaron a pelear con otro sujeto, porqué ahora formaba parte de los mejores oponentes que brindaba Grand Master.

Con amabilidad, técnicamente rogando de rodillas, obtuvo minutos para escabullirse en los pasillos, siguiendo indicaciones de las jóvenes que lo atendieron, y prepararon. ❝Todos aquí sabemos dónde está, sólo que nadie se atreve a interrumpir su privacidad.❞ dijo una de las doncellas con notable temor, brindando la información al final de cuentas.

Cuándo llegó a la habitación correspondiente, sonrió victorioso para sí mismo, se acomodó un poco para ocultar el nerviosismo ante la imponente presencia de la dama, y es que francamente, la consideraba única. Buscó reiteradas bocanadas de aire, formó un puño para golpear la puerta...

Los colores subieron a la cara de nórdico dios, estupefacto, no le importaba, le sorprendía pero, ¿esos dulces y casí delicados gemidos provenientes de la habitación eran de Brunnhilde? Sacudió la cabeza, viéndose totalmente fuera de lugar al estar oyendo la intimidad, intimidad, de verdadera intimidad, justo detrás de una puerta.

Se armó de valor para golpear con moderada fuerza la puerta; lamentablemente, no puede dejar pasar la oportunidad de escapar, o mínimo formar un equipo desastroso.

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-Mierda -escupió con molestia en un susurro, detuvo los movimientos de sus manos, y se alejó de la perlada piel que, hacía segundos atrás, se estremecía debajo suyo.

-Te lo dije -sentenció con burla su compañía, ganándose un mueca de disgusto en la castaña.

Realmente lo había mencionado. ❝Prefiero sólo quedarme en la cama, con unas caricias hoy, es posible que vengan a buscarte para alguna estupidez...❞ citó, conocía a su especie de relación pasajera, amante, o cómo quisiera decirse, lo suficiente para saber que odiaba ser interrumpida en el acto, poniéndose de malhumor por un extenso rato. En lo personal no le afectaba, en lo más mínimo, con que no haya contacto visual con el desconocido podía hasta reírse.

-¡¿QUÉ CARAJOS QUIEREN?! -explotó en un grito, levantándose bruscamente de la cama para comenzar a vestirse, siendo vista por la figura en la cama que le sonrió con una pizca de burla. Primeramente se colocó la ropa interior, seguido de los pantalones sin abrochar, y la primera camiseta que encontró, le quedo un poco holgada, deduciendo que no era la suya-. Deberías vestirte también, muñeca, y no creas que te daré la razón -rompió el silencio con un tono relajado hasta cariñoso.

-No me la darás pero la tuve. Supongo que tendré que despedirte temprano -encogió los hombros acostumbrada a esas fugaces visitas mutuas. Buscó todas las prendas de ropa que estaban espaciadas a los lados de la cama, recibiendo con los brazos su pantalón de jeans y la playera negra de Valkiria, la que le quedó más pegada al cuerpo de lo que desearía.

Se puso las prendas sin levantarse de la cama, cubriéndose con las sábanas, pareciendo a los ojos espectadores de la castaña una vil oruga retorciéndose sin parar. Al lograr el cometido, asomó su rubia cabellera completamente revuelta.

-Tengo un buen chiste sobre eso, y puedo confirmar que tardaríamos más -añadió con diversión, no podía tolerar la gracia que le causa mirar la forma extravagante de vestirse que suele tener la mujer.

-Dejaré que infles tu ego, un poco -se paró perezosamente de la cama para tomar la campera que reposaba a un lado, sentándose en la silla para así ponerse las botas café que combinaban con la chaqueta de cuero.

Le dirigió una mirada cómplice, haciendo que la guerrera tomará asiento a su lado, tomando la banda elástica entre los dedos, puesto que la blonda le hizo señas con ésta. En cuestión de segundos por experiencia, le hizo una coleta alta sin rastros de cabellos rebeldes.

Conectaron miradas un minuto, dándose un beso como despedida, por más que no supieran denominarse, ambas sabían que existían sentimientos rondando.

-Le diré a quién haya golpeado que ya sales a matarlo.

-Cuídate, nena.

-El resto debería cuidarse -agregó, y acomodándose los pliegues de la chaqueta salió por la puerta, dejando abierta la misma.

Analizó con la mirada al hombre que estaba rojo de pies a cabeza, nervioso pero a la vez, aislado de la situación. Rodó los ojos, dirigiéndose por última vez a la morena.

-Cariño, es el señor del trueno.

-Es dios, dios del trueno -corrigió siendo ignorado Thor.

La mujer de tez clara desapareció en una esquina en menos tiempo del que podía contar, siendo reemplazada por la mujer que buscó desde el inicio.

-Lamento molestar pero en serio, tengo que irme de aquí, tenemos una gran oportunidad de irnos a Asgard, obviamente. Y quiero que vengas conmigo, ella me gusta, puede venir con nosotros, yo, bueno, sólo quería decirte esto, ahora tengo que luchar contra un debilucho pero, piénsalo, por favor.

-Lo pensaré, ahora largo.

Ordenó con seriedad: sintiendo un efusivo abrazo del asgardiano, antes de acompañarlo y así presenciar la pelea.

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-Ella me gusta -sentenció, sosteniendo con las manos a Stormbreaker, con la mirada de los vengadores encima suyo.

Carol sonrió con sinceridad, inmutándose a la poca delicadeza del dios, y a la muestra de su grandiosa arma. El señor del trueno había atravesado algunos cambios pero, seguramente, seguía siendo el idiota que se avergonzó como niño al llegar en un mal momento.

Por otro lado, Odínson reconoció ese rostro intangible junto a esa melena dorada, por lo que estaba verdaderamente contento de trabajar con ella, y conocer mejor a la joven que cautivo a la ruda Valkiria.

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