Después de un espléndido día,Un magnífico anochecer.
Encaramado a un soplo de verde nuevo,se subió a una isla de nube.
Y anduvo solo y descalzo hasta su cola de tirabuzón.
El sol, debajo, bostezaba desparramando un colchón de incandescente luz.
Y ya vestido de su desnudez, abrazado desesperadamente de dulce brisa, silencio y anochecer, se tiró, se dejó caer peinado de sonrisa y gozo, con los ojos cerrados de par en par, para bañarse de azules y luz.
Y nadó y buceó sin dirección ni intenciónen un cielo henchido de ola y deseo.