Capítulo 4

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Diez días después de haber tenido el mejor sexo de su vida, Louis despertó feliz por ser el día en que regresaría a 'La Cebolla Feliz'.

—Finalmente, —murmuró, saliendo de la cama y dirigiéndose al cuarto de baño.

Louis sabía que a la mayoría de la gente no le agradaba regresar al trabajo, especialmente después de dos semanas libres. Incluso lo entendía. Después de todo, la mayoría de la gente del país tenía trabajos que apestaban y por los cuales no sentían real entusiasmo. Louis sin embargo amaba 'La Cebolla Feliz'. Estar lejos de 'la CeF' como era cariñosamente conocido en la ciudad, le afectaba incluso en las mejores circunstancias. Y los pasados diez días, definitivamente no calificaban como mejores circunstancias.

El extenuante trabajo físico de la renovación de su casa de ochenta años de antigüedad no era problema. Él no era alérgico al trabajo duro. El ser propietario y gerente del restaurant podría haberlo matado hace años. No, eran los persistentes recuerdos los que le hicieron incapaz de tolerar su propia compañía ni un día más. Los recuerdos del brillante cabello rizado y los ojos verdes nublados por la lujuria y el dulce cuerpo que Louis había tenido el placer de tener entre sus piernas.

Desde el momento que dejó la cama de Edward, Louis ya no había sido capaz de pensar en nada más, y eso lo llevaba a la locura. Pintar y colocar el piso no era ni de cerca suficiente para brindarle distracción mental. Esperaba que 'la CeF' pudiera.

Para las ocho en punto, Louis ya estaba pedaleando su bicicleta alejándose de su casa en el distrito de Montford y dirigiéndose al restaurant en el corazón de Asheville. Él no llevó su automóvil porque prefería reducir la emisión de carbono tanto como le fuera posible. Además, el nivel de concentración que necesitaba durante la hora del camino le evitaba soñar con Edward.

Llegó al estrecho callejón a un lado de 'La Cebolla Feliz' con una profunda sensación de alivio, después de colocarle a su bicicleta una cadena de metal roja, sacó las llaves de la bolsa de mensajero que colgaba del hombro y le quitó la llave a la puerta trasera. Entró con una gran sonrisa en la cara y cerró la puerta con la cadera.

—Hola, Cef, —exclamó dejando la bolsa en el suelo y extendiendo sus brazos—. ¿Me extrañaste bebé? Jodidamente seguro que yo sí te extrañe.

Él recorrió el cuarto, predeciblemente nadie le contestó. Louis no estaba loco. Su cómodo pequeño lugar nunca había dejado de hablarle a su propia manera.

Levantó la bolsa, le quitó la llave a la pequeña oficina de la esquina y dejó la bolsa en la silla detrás del escritorio y revisó el correo de voz. Había tres mensajes. Él apuntó en una hoja la llamada para Circe de su dentista para confirmar la cita para el día siguiente, borró el siguiente de algún borracho llamando a alguien de nombre 'Jay Dawg' diciendo que llamaría de nuevo, y sacudió la cabeza con otra de Circe disculpándose por darle a su dentista el número de su trabajo.

Riéndose, salió de la oficina y se dirigió a la cocina. Maldición, era bueno estar de regreso.

En el restaurant, colocó Clap Your Hands Say Yeah en el estéreo y comenzó a preparar el lugar para la hora del almuerzo. Circe probablemente llegaría pronto, así él podría ir a revisar los libros –más que gustarle era una obligación– pero él no quería hacerlo. Si comenzaba con una hoja de cálculo ahora, su mente vagabundearía como siempre lo hacía cuando trataba con números, y terminaría recordando el pene de Edward en su culo. Él no dudaba que Circe apreciaría que él empezara con eso.

Sí, ella apreciaría eso, él definitivamente no quería hacer lo que sabía.

Estaba rebotando con 'Satán Said Dance' cuando Circe llegó. Ella se acercó a él y le sonrió. 

La Cebolla FelizWhere stories live. Discover now