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Tierra de Nadie

—Esto es una maldita broma, ¿Cierto?

La voz grave resuena en la costa de aquella desierta isla donde las tres divinidades principales se encuentran reunidas. El cielo nocturno sobre ellos se encuentra despejado, bañándolos con esa inmensa lluvia cósmica de estrellas y deleitando sus sentidos con la tenue luz de la luna. Sin embargo, la cálida morada no pudo apaciguar la ira de uno de los tres hermanos.

— ¿De verdad quieres arriesgarte, Hades? Es solo un bebé, no son la gran cosa.

El rey del inframundo lo miró con repudio.

—Lo dice el que se la vive procreando como si su eternidad dependiera de ello —murmuró iracundo— que tu seas un padre terrible no significa que todos lo seamos.

—No creo que los demás estén de acuerdo, Hades, deberías escuchar a nuestro hermano —apoyó Poseidon al menor de los tres.

—Como siempre jamás tienes un criterio propio, ¿Cierto, hermano? —gruño— no los cité aquí para pedirles permiso, lo hice para que estuvieran al tanto de lo que pasará.

—Estás siendo infantil, ¡Es una terrible idea! —exclamó Zeus con el ceño fruncido— ¡No voy a permitirlo!

— ¡Yo no permitiré que controles mi vida, como a todos! —bramó Hades en respuesta.

El sonido filoso de la espada de Hades cortó el viento, y cuando el acero divino se encontró con el potente rayo de Zeus, la tierra pareció estremecerse a sus pies. Poseidon suspiró, y con fastidio, hizo aparecer su tridente para separar a sus hermanos.

— ¡No podemos pelear entre nosotros ahora! —exclama viéndolos a ambos— debemos llegar a un acuerdo antes de que los demás noten nuestra ausencia.

—Por primera vez en eones, estoy de acuerdo con Poseidon —dijo Hades en un suspiro— ¿Qué condición quieres, Zeus? Sé directo.

Zeus suspiró.

—Tu vástago tendrá que probar ser digno de estar entre nosotros, sino, estará por siempre en el inframundo —el rayo en sus manos brilla intensamente— no podrás criarlo, vivirá en el mundo mortal hasta que pase su prueba. Cuando pruebe su valía, podrá subir al Olimpo y representarte, no antes.

Y después de un gran destello, tanto Zeus como Poseidon desaparecieron. Hades permaneció unos segundos más allí, sonriente; estando totalmente feliz al saber que su plan ha salido perfectamente bien.

SentenciaWhere stories live. Discover now