XIII

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Capítulo 13:
Hasta siempre


El ataúd de madera oscura con adornos de plata y decoraciones verdes pasó por las calles principales de la capital Séltora, con el rey en su interior. Ocho jefes de sus fuerzas lo cargaban. Delante de él, marchaban sus agentes de élite. Yo iba montada sobre Zeus, el alicornio, junto a los reyes o presidentes de los diez reinos restantes. Todos menos Lumba, obviamente; Atanea, porque habían asesinado a mi abuelo, y yo marchaba en su representación; Séltora, porque mi amigo también estaba muerto.

«Salvarás a muchos inocentes con tu decisión,incluso miles. Se cobrarán pocas vidas, pero valiosas para ti.», había dicho el maldito oráculo.

Texa. Kara. Boggs. 

El rey Archibald. Finn.

No me parecían pocas vidas valiosas para mí.

Los dirigentes de cada reino se habían acercado a hablarme, a presentarse, y era claro quién pertenecía a un reino guerrero y quién a un reino pacífico. Como el rey Frank de Grassie, un pequeño reino isleño, amable e inofensivo, que era el que más había estado amenazado por los lumbianos.

Había, porque la guerra había acabado para casi todos.

Faltaba encontrar a Krishna..., que había escapado mientras hacíamos el ataque envolvente para llegar a su castillo.

El ataúd de mi amigo terminó el recorrido detrás de su castillo, en el cementerio real. Visualicé a la reina suprema de Atanea, mi abuela Eloise, quien iba a dar las últimas palabras antes de que metieran el cuerpo de Finn a la capilla de mármol. Mi madre estaba a su lado, y más atrás, entre varios miembros del Consejo de algunos reinos, estaba Ethan.

No había comido nada en las últimas cuarenta y ocho horas. Aun así, las náuseas regurgitaban en mi garganta sabiendo que los pasos de mi alicornio seguían el cuerpo sin vida de alguien tan importante para mí.

Además de todo eso, mañana era el funeral del rey supremo, mi abuelo. Porque ya no podíamos aplazarlo más.

Estaba destrozada. Sentía que me habían arrancado un trozo irremplazable de mi corazón.

La reina Eloise dio un discurso conmovedor sobre los héroes de la guerra, nombrando muchas de las cualidades de Finn como rey, que, por supuesto, ni se acercaban a la extraordinaria persona que fue. La madre de Finn, Rachele, tapada con un velo negro, tiritaba.  

A mis espaldas estaba la multitud del pueblo de Séltora, destrozados por perder a su rey, pero en cada pausa de mi abuela, lo vitoreaban con orgullo.

—Ya falta poco, mi niña —susurró el rey Frank de Grassie cuando dos lágrimas rodaron por mis mejillas. Sus ojos grandes y oscuros, su cabello canoso y su cara rectangular emanaban calidez. Su caballo era de manto crema con manchas cafés.

—Gracias.

Tragué apenas y me giré. Entre todos los guerreros, encontré unos ojos pardos al lado de unos ojos avellana. Mike estaba más serio de lo que nunca lo había visto, y Theo parecía preocupado por mí.

—¿Sabes, Claire? —me preguntó el rey Tyrone desde mi otro lado, montado sobre un caballo blanco y majestuoso, mientras unos sacerdotes bendecían el ataúd con agua bendita. Volví la cara hacia él—. Es difícil despedir a seres queridos, cientos de familias están pasando por lo mismo producto de la guerra. Pero lo verdaderamente difícil no es ahora, ni será en dos semanas. Será en dos meses, cuando todos estén intentando recuperarse de la guerra, porque confiarán en nosotros para guiarlos, y nosotros seguiremos devastados. Entonces ahí, querida Claire, tendremos que transformar nuestro dolor en fuerza.

Princesa de sangreحيث تعيش القصص. اكتشف الآن