Capítulo 24.

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El fin de semana llega y Abby me recoge en el instituto; me despido de mis amigos y llegamos a un gran edificio lujoso. Ella se aloja en un enorme piso con vistas al centro de la ciudad, son como tres casas juntas, todo elegante y limpio, hasta me dá la sensación de que el suelo brilla. Abby tiene un gusto exquisito para la decoración, todo colorido y con luz.

—Tu casa es bien bonita Abby —comento sorprendida.

—Gracias, ¿Quieres algo de beber? ¿Qué tal vino? —me pregunta cordialmente, mientras va a la cocina a sacar unos vasos y una botella.

—¿Tienes vino blanco? No soy muy fan del tinto.

Abby entorna los ojos sorprendida y asiente con una media sonrisa.

—Claro. Aquí si algo no va ha faltar nunca es alcohol —me contesta entre risas acercándose a mi, para ofrecerme el vino.

Cogo la copa sonriente y bebo un pequeño trago. El frescor de las burbujas que el jugo produce, invade mi garganta produciendo un efecto agradable.

Abby se quita la ropa quedándose en ropa interior, y, yo me quedo con la mandíbula desencajada y en shock, por su repentina actitud.

—No te importa, ¿Verdad? Estamos entre mujeres, odio la ropa, iría desnuda si por mi fuera. Se siente uno tan bien sin tanta tela encima... por eso me gusta hacer ropa más lijera, que uno no tenga la sensación de que las prendas de vestir son las que arrastran a la persona sin estilo, ¿Me entiendes? —me explica risueña.

Asiento aún confusa y algo incómoda por la situación.

—No sabía que fueras tan... extrovertida.

—Soy una caja de sorpresas, ¿Quieres chupitos de tekila? Sé que te encantan.

—Oh, sí, por favor.

—Voy también a por dulces —me avisa levantándose  a por las cosas.

Tengo ganas de probar lo que ella dice, me siento rara si ella está así y yo no, así que también me quito la ropa, y, cuando Abby regresa conmigo sus carcajadas resuenan por toda la estancia.

—¡Me sorprendiste! Ninguna de mis amigas ha hecho eso nunca hasta que has aparecido tú, pequeña renacuaja, ¿Ves? Por eso me has caído bien desde el principio y te he adoptado como mi hermana pequeña.

Me enseña un par de bolsas, hay de todo, papas, galletas de chocolate, bombones. Abby coge el teléfono para pedir las pizzas y pide como tres; el repartidor tarda una hora y media en traer todo.

Al abrir, me topo con un chico joven que se nos queda mirando anonanado y de arriba abajo, pero al estar borrachas lo tomamos como un juego.

—¡Gracias cielo! —exclamámos las dos al unísono, cerrando la puerta en sus narices después de pagarle.

Entre risitas maliciosas nos subimos a bailar al sofá, una canción de rock se hace notar y mientras tanto, nos llevamos a la boca un trozo de pizza entre gritos de júbilos.

                                🔥🔥🔥

La biblioteca está vacía y Mei y yo la ocupamos para seguir haciendo el trabajo. Aaron nos ve y se acerca a nosotras, pero Mei se lo impide interponiéndose entre nosotros.

—¡No! Eres una distracción para Sabrina. No dejaré que nos desvíes del trabajo otra vez —protesta Mei de brazos cruzados.

Cuando me doy cuenta del doble sentido de sus palabras me ruborizo al igual que Aaron; tengo que aclararle todavía que no siento nada por él.

—Vaya, gracias por el halago. Me alegra saber eso Mei — le contesta Aaron entre risas picaronas, revolviendo su cabello.

Eso hace que Mei se mantenga inmóvil por unos segundos, conmocionada por su gesto —cosa que él aprovecha para hablar conmigo —.

—¿Todo bien? —me pregunta Aaron sonriente.

—Sí, Aaron tenemos que hablar ¿Nos vemos después de la última clase, en la azotea del instituto?

Él abre bien los ojos sorprendido por mi petición y asiente no muy convincente.

—Nos vemos... —se despide con un incómodo abrazo antes de irse.

                                🔥🔥🔥

El viento acaricia mi cabello haciéndolo ondear y cierro los ojos disfrutando de eso. Uno se siente tan bien cuando respira aire puro, mi mente se despeja de malas vibraciones y no hay nada que pueda interrumpir mi descanso.

—Hola, ya estoy aquí —me avisa Aaron de su llegada despertándome de mi trance.

Me vuelvo hacia él con una tímida sonrisa.

—Hola...

—¿Y bien? ¿Qué querías? —me pregunta retorciéndose las manos nervioso.

—Sé que te gusto —contesto yendo directa al grano.

Él se queda boquiabierto y sin saber qué decir.

—Vaya, es la primera vez que no sé de qué hablar —me comenta, mientras trata de buscar las palabras adecuadas para seguir con la conversación —. Pues sí, me gustas desde el primer curso, estoy enamo-
rado de ti —. Me admite después de unos costosos segundos.

—Aaron yo...

—Lo sé, no soy idiota. Sé que te gusta otra persona —me responde con resolución.

<<En realidad me gustan dos chicos>> me digo mentalmente, pero me mantengo en silencio, ya que nadie puede saberlo si no quiero que nos perjudique a los tres, esto no se vería normal para nadie. Los triángulos amorosos solo existen en las películas, ahí todo termina bien, en la vida real solo puedes tenerlo oculto.

—Aún así siempre he tenido esa esperanza...

—Puedes darle esa esperanza a otra persona —le propongo con una media sonrisa.

Aaron se queda en shock al escucharme.

—¿Cómo? ¿A qui-quién? —me pregunta confuso por mi insinuación.

—Zoey. Ella está enamorada de ti desde el primer curso del instituto, está en tu misma situación, solo que tú conmigo y ella contigo. No obstante, eso tiene arreglo —comento guiñándole un ojo.



                                      


SEXO INCONTROLABLE (TERMINADA) Where stories live. Discover now