Criminal (Sherlock BBC)

Peleas

La música opacaba satisfactoriamente la conversación. Un vaso reposaba sobre la mesa y el otro estaba vació sobre la alfombra. Rosalie tenía su pierna estirada sobre las del hombre, quien estaba sentado a su lado riendo como nunca. Tom mantenía la espalda recta contra los cojines que habían bajado al suelo, la chica por su parte estaba apoyada medianamente en él. 

–¿En serio? –Preguntó él. Rosalie asintió. –Veo que no lo pasaste mal en mi ausencia. –Soltó una carcajada. 

Llevaban un par de horas bebiendo y riendo. Rosalie no tenía muchas personas en su círculo íntimo, por lo que no tenía con quien desahogarse luego de lo de Sherlock y por más que le costara admitirlo, Tom era alguien con el que se sentía cómoda. Además era justamente la persona que necesitaba en estos momentos.

La mujer se levantó con torpeza del piso, tomó los vasos y los volvió a llenar. 

–Rosalie. –Dijo Tom en un tono más calmado. La chica, aún sonriente lo miró. –¿Por qué me llamaste? 

–¿No puedo invitarte solo porque quiera verte? 

–Supongo, pero no creo que sea el caso. –El hombre se levantó y se posicionó en el sofá. –Dime. –Insistió. –Sabes que haría lo que fuera por ti. 

El corazón de la joven se aceleró y sus manos temblaron unos segundos. Los vasos se quedaron en la mesita y los descalzos pies de Rosalie avanzaron en dirección a Tom. Él simplemente se quedó ahí, esperando la respuesta de la mujer, respuesta que no iba a ser verbal. Los brazos de la chica se aferraron al cuello del hombre y sus piernas subieron al sofá, una a cada lado del hombre. 

–Haz esto. –Dijo ella y lo besó. 

Era como si el tiempo jamás hubiese pasado. Sus manos conocían a la perfección por donde moverse, sus labios tenían el ritmo adecuado. No les costó mucho esfuerzo a Tom el levantar a la chica y cargar con ella hasta su habitación, donde la cama retumbó al dejarse caer sobre esta. Rosalie rodó sobre Tom y se levantó para cerrar la puerta rápidamente, en caso de que la sra. Hudson decidiera aparecer. Estaba ebria, pero no era una idiota.

–Haré lo que me pidas. –Dijo Tom con los ojos puestos en los de la chica. 

–Bien. –Susurró ella, antes de besarlo nuevamente.

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Era temprano, demasiado para que la chica abriera los ojos aún, especialmente después de beber tanto anoche. Tom, quien apenas despertaba, volteó a ver como la joven seguía profundamente dormida aún, cubierta simplemente por una sabana que dejaba al descubierto su desnuda espalda. Un impulso hizo que sus dedos recorrieran la cálida piel de Rosalie, la cual se movió con el tacto de las yemas de los dedos de Tom. 

–¿Qué hora es? –Dijo la chica, apenas abriendo los ojos. 

–Las ocho. –Susurró Tom. –Duerme más. 

–Gracias por venir. –Dijo ella, en un tono más grave de lo usual.