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Pensamientos ruidosos.

Ese era otro problema importante en Flug: él no lo sabía, pero los tenía. A cada instante aparecían a su alrededor, merodeando como visiones escoltándolo en su camino; mientras a su paso, sus voces hablando al tiempo, todas en tono de preocupación, dejaban a la vista la mayoría de sus pensamientos.

Simplemente los exponían a todo aquel que tuviera la habilidad de escucharlos.

En la mansión el único que poseía la habilidad de ver la peculiar escolta del científico era Black Hat.

Al principio no le preocupó mucho. A decir verdad ni siquiera le dio relevancia alguna.

Pero todo se hacía cada vez más ruidoso. Rompía la calma del acostumbrado silencio, lo obligaba a girar su rostro en dirección al chico; a notar la forma como pasaba con sus brazos apenas rodeando una gran cantidad de planos que nadie sabía de dónde sacaba. A ver la preocupación que sus pensamientos gritaban plasmada en el fondo de esas gafas que para él no podían cubrirlo todo.

Lo llevó a observarlo de más. Y a intentar comprender parte de las inteligibles palabras que parecían proferir esos entes sin voz.

Entre sus intentos había captado bastantes incoherencias sobre un artista o algo así y un programa de televisión; pensamientos tan enredados e inútiles que lo obligaron a desistir de descifrarlos.

Por eso fue sorpresivo cuando escuchó tan claramente sobre la atracción que sentía por él.

Fue lo suficientemente leve como para perderse del todo el final. Con el premio de consolación de que lo más importante seguía ahí, flotando en la superficie. Preguntándole sin reparo alguno qué haría al respecto.

El tiempo que estuvo observando de más al chico. Y lo curioso que se sentía por sus ruidosos pensamientos basaron para formularse a sí mismo un ¿por qué no?

(...)

La oficina como de costumbre guardaba un silencio estremecedor. 

Flug aquel día sentía más desconfianza de pasar. Quizás porque estaba más oscura, o porque el ambiente estaba más cargado que de costumbre.

Al entrar notó que su jefe estaba de pie ante el inmenso ventanal. Y realmente llegó a desear que no apartara su vista de lo que sea que estuviera mirando mientras le dictaba las instrucciones del día.

Pero extrañamente. Ninguna palabra llegó.

Su mirada seria reflejada en el cristal no le decía nada. Y comenzaba a sentir que su presencia allí sólo hacía más incómodo todo. Como siempre hacía cual tic nervioso, simplemente pensó en alguna excusa; algo que lo sacara de esa desventura que era esperar en silencio que el hilo se cortara.

Podría decir que tenía que irse porque Demencia estaba destrozando todo en su laboratorio y que su osito no podía lidiar con la chica, o mejor aún: que 5.0.5 no podía durar mucho tiempo supervisando a algún nuevo robot mega destructivo que traería montones de dinero a la empresa.

Bueno... luego tendría que empezar a construirlo. De hecho empezaba a preguntarse por qué nunca había llevado a cabo ese tipo de proyecto, el alquiler de esa cosa a los diversos científicos locos que no podían ni cambiar una bombilla les daría mucho dinero. Sería bueno para que le dejaran un tiempo de descanso.

Deseó poder sacar su libreta en esos momentos. Pues, aunque la excusa no funcionaría, la idea del robot era un éxito seguro...

— No creo que la criatura azul no pueda lidiar con Demencia.

Entonces Flug sintió la presión del cerrado espacio en su propio cuello. Casi no podía pasar saliva pensando en que todo este tiempo su jefe podía leer sus pensamientos.

— ¿Có-cómo dice señor?

— Ya sabe, ha sobrevivido a mí. No creo posible que no sobreviva a la chica.

— Y-yo, señor, usted...

Black Hat se volteó finalmente, como pidiendo silencio con su mirada.

— Llevo un tiempo queriendo hablar con usted.

Con leve ademán de su mano. Le indicó que se sentara y pronto pasó a tomar lugar cerca suyo, al lado del escritorio. Mientras seguía mirándolo de forma escrutadora.

— Tiene usted los pensamientos más ruidosos que he escuchado nunca.

La ligera cercanía impuesta por su ahora inclinado jefe, le hacía entender que él ya sabía mucho.

Probablemente sabía de esa atracción contradictoria y extraña, de lo mal que lo hacía sentirse.

Una sonrisa de afilados dientes y que siempre parecía poco sincera lo confirmó.

Aunque era de mañana, el ambiente pareció oscurecerse en el exterior.

Y el frío se adueño de su cuerpo al tiempo que su mente le advertía que sería un largo día. Que probablemente lo despedirían.

Que tenía de dejar de pensar por su propio bien. Aunque la cercanía de su jefe se lo impidiera de estrepitosa manera.

(...)

Too sexualTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang