A Good Omens Fanfic [Ineffable Husbands: Crowley x Aziraphale]

Parte IX

Aziraphael siguió a Miguel hasta otro cuarto, iban escoltados por cinco ángeles más.

-A partir de aquí nos encargamos nosotros-dijo el ángel mayor. Dos ángeles se quedaron a cada lado de la puerta y los demás entraron.

Aziraphale sentía miedo.

Sabía que iban a cortarle las alas. Esa era la peor desgracia por la que un ángel podría atravesar. Al cortarle las alas, ya no sería un ángel, le quitarían su propósito, le quitarían el sentido a su existencia.

Y también sabía que después de eso iban a matarlo como un último acto de compasión y bondad hacia él, estaba de acuerdo en que eso era mejor que morir por el dolor y la deshonra.

El cielo sabía que ahora sí era él, claro que lo sabían, ¿cómo pudo siquiera pensar que podría engañarlos? Sabían que todo había sido planeado y que ahora estaba vulnerable, que ahora ya no tenía salida.

Quería pensar en Crowley para que aquello no doliera demasiado, o para soportarlo por el simple hecho de que él estaba bien. Sólo esperaba que su bando no fuera tan cruel como lo estaban siendo con él. Y lo que había dicho hacía unos momentos no era mentira, no se arrepentía de nada, no cambiaría nada de lo que había pasado, el tiempo que había pasado en la tierra valía toda la pena, Crowley lo valía todo. Porque sabía que Crowley era una buena persona. Y por eso lo quería. Si había una cosa que lamentara y que sí cambiaría, sería haberle dicho que lo amaba, y que haría cualquier cosa por él.

Pero se sintió tranquilo al saber que, aunque no lo haya dicho con todas las palabras, siempre se encargó de que Crowley sintiera cuánto lo quería, siempre se aseguró de que él estuviera y se sintiera bien. Lo hizo con acciones, durante miles de años, así que estaba bien con eso. Y si lo pensaba mejor, estaban bien así, pues haberle confesado sus verdaderos sentimientos sólo traería ahora mucho más sufrimiento,y no quería eso. No para el demonio. Sabía que él era fuerte, y deseaba con todas sus fuerzas que continuara su camino como hasta ahora lo había hecho. Más ahora cuando todo parecía haber terminado. Deseaba que fuera feliz y viviera la vida tan intensamente como siempre lo había hecho. Habría dado todo para ser parte de eso, para pasar por lo menos un minuto más con él. Pero ahora eso era imposible.

Aziraphale fue obligado a desplegar sus alas, Miguel las admiró. Sus alas eran hermosas. Blancas, luminosas, impecables y fuertes. El arcángel lamentaba que el ángel acabara de esa manera. Pero era el castigo que se merecía. Y nadie discutía las órdenes del Creador.

Con ayuda de dos de los ángeles, sujetaron sus alas y, con una espada flameante que le pasó el tercer ángel, muy parecida a la que Aziraphale una vez poseyó, no vacilaron en cortarlas.

Afuera podían oírse los gritos del ángel que estaba siendo mutilado. Estaban tan llenos de dolor y desesperación que uno de los ángeles estaba bastante perturbado, y el otro se permitió dejar escapar una lágrima de sus ojos.

Aziraphale nunca había sentido un dolor tan intenso, se le nublaba la vista y las piernas pronto no le respondieron. Tumbado en el impecable suelo pudo ver su sangre formando un charco, ensuciando su traje y unas suaves plumas que habían caído a su lado. Las lágrimas se mezclaban con el espeso líquido rojo vivo, empapándole el rostro, sumiéndolo en gritos, humillación y pena.

Poco a poco se le formaba un vacío en todo el cuerpo, se sentía incompleto, como si le hubieran absorbido el alma.

Su último pensamiento fue dedicado al demonio y todos sus momentos juntos pasaron por su mente como una película. Sabía que se había terminado, ahora sí todo había terminado, por lo menos para él.

Pronto cedió y cerró los ojos, el dolor se volvió lejano y lo último que vio antes de caer en la inconsciencia fueron los zapatos de Miguel alejarse cargando unas alas que arrastraban hasta el piso y que sabía...ya no eran de él.

Continuará...

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