Capítulo 3

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Thomy no estaba bromeando acerca de las esposas. Julián, el que aparentemente lo golpeó en la parte posterior de la cabeza y lo drogó después, espera afuera con una pistola colgando en una mano y una bolsa en la otra. Renato cree que podría ser un chico de aspecto amigable si estás de su lado. Sin embargo, Renato aparentemente no lo está, y los ojos de Julián son fríos y vigilantes cuando Gabriel entra a la celda y hace que Renato se de vuelta para poder ponerle las esposas.

Renato lo odia. Él realmente lo odia. El metal está frío y lastima su piel, y sin el control de sus manos o brazos, está aún más indefenso de lo que ya estaba. Cuando Gabriel lo guía fuera de la habitación, es con una mano suave en su espalda. Si tiene la oportunidad, Renato decide que romperá esa mano.

—Migue ha despejado el camino— le dice Julián a Gabriel mientras caminan—. Thomy está enojado con vos. Tenés suerte de que Grego esté enfermo y está demasiado distraído.

Gabriel se encoge de hombros. —Lo superará.

—¿Pensás que los otros lo harán? Migue es bastante curiosa, quiere saber cuál es el problema. Maria y Carlos creen que deberíamos matarlo.

Renato se pone rígido pero Gabriel pone los ojos en blanco. —La reacción de Maria a todo es el asesinato. ¿Recordás la semana pasada cuando Thomy le dijo que su corte de pelo se veía estúpido? Casi le cortó la cabeza.

Julián se ríe. —Aunque parece estúpido, ¿no?

Gabriel sacude la cabeza. —No voy a responder a eso.

—Entonces, ¿cuál es su nombre?-pregunta Julián, señalando con el pulgar en dirección a Renato.

—No sé—admite Gabriel—. Lo único que dijo es que estaba solo desde octubre.

Julián levanta las cejas, viéndose impresionado—. ¿Desde octubre?—le pregunta a Renato—. ¿Cómo lo conseguiste?

Renato lo mira fijamente y no responde.

Ellos lo ignoran después de eso. Bueno, en su mayoría. Gabriel todavía tiene una mano sobre él, ya sea para guiarlo o para evitar que se escape, no tiene idea. Renato está demasiado ocupado mirando a su alrededor para preocuparse.

Él realmente está en una prisión. Su celda está en un bloque de celdas abandonadas. Es el único allí. El resto de la prisión es de aspecto desolado, pero Renato puede escuchar débilmente a la gente riendo y hablando desde lejos, a la izquierda. Cree que Gabriel y su grupo se están quedando en un bloque de celdas diferentes, uno lejos de donde él duerme.

—Esa es la cocina—explica Gabriel, señalando un conjunto de dos puertas a su izquierda—. Migue se encarga de toda la comida, así que no entraría allí sin su permiso.

Renato se gira para mirar a la puerta cuando pasan y ve las muescas en el metal que sugiere que cuerpos se habían estrellados contra ella. Sin embargo, no hay sangre. De hecho no hay sangre por ningún lado.

—¿Han revisado toda la prisión?-Renato pregunta en voz baja.

Gabriel asiente. 

—La mayor parte. No te acerques a los otros bloques de celdas. Hay un muro de muertos que mantiene alejados a los otros, toda esa área no es segura. No sabemos si hay muchos caminantes allí, pero ninguno de nosotros está dispuesto a revisar. Está demasiado bloqueado para ser un problema y demasiado arriesgado para intentar solucionarlo.

Renato está más que un poco impresionado. Al principio, la idea de vivir en una prisión le parecía una locura, pero cuando más lo piensa, más inteligente es. Todo está cerrado. Se puede bloquear diferentes secciones, como la suya. Podría dormir una noche completa sabiendo que nada puede llegar a él, y luego encima de eso hay una cocina y agua caliente, al parecer. Y hay tanto espacio.

Mal MomentoWhere stories live. Discover now