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Tenía un problema

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Tenía un problema. Shoto no recordaba el nombre del rubio.

Su madre lo había mencionado, ¡pero ya no recordaba, qué frustrante!

Cuando la lluvia cesó, la señora Bakugo le llamó para llevarlo a su casa.

Shoto dio un último vistazo al rubio, queriendo preguntar por su nombre, pero le dio penita.

La mujer lo subió al auto y de allí partieron, el pequeño bicolor no tuvo más opción que decir dónde vivía, regresando al infierno del que había salido.

Temeroso del castigo que le esperaba.

— ¿Vives aquí?— Preguntó Mitsuki, admirando la enorme casa en la que vivía aquél pequeño

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— ¿Vives aquí?— Preguntó Mitsuki, admirando la enorme casa en la que vivía aquél pequeño. El niño asintió.

La mujer tocó la puerta y el pequeño solo podía quedarse mirándola, queriendo preguntar por el nombre de su hijo, mas nuevamente las palabras no salieron de su boca.

Tal vez nunca podría preguntarlo otra vez. Tal vez nunca podría verlo otra vez.

Pero antes de decidirse, ya estaba nuevamente en casa ante la mirada de decepción y enojo de su padre, y ella se había ido.

Lo había dejado solo, con duda, y a punto de recibir el maltrato que un niño de su edad ni siquiera debería saber que tal maldad existía.

Shoto se había entretenido bastante pensando en aquellos recuerdos de su trágica infancia, mientras miraba de reojo a Katsuki en el aula

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Shoto se había entretenido bastante pensando en aquellos recuerdos de su trágica infancia, mientras miraba de reojo a Katsuki en el aula.

Sus hermosos ojos rubíes, su cabello rubio y siempre indomable. Era él, tenía que serlo.

Katsuki Bakugo.

El chico que vivió en su mente por tanto tiempo. Aquél a quien tanto había anhelado volver a ver.

No pudo evitar suspirar.

Pero parecía que él no le recordaba.

Le dolía. Porque nunca lo miró. Ni una sola vez.

— Oye, tú.— Le llamó una voz enojada, se volteó para encarar a quien acaparaba tanto sus pensamientos.— ¿Cuándo te hiciste esa cicatriz tan fea, Shoto?

Su corazón latió tan rápido que parecía un zumbido.

¡Lo recordaba!

— Katsuki...— Musitó. Inevitablemente sonrió.— Cuánto tiempo...

— ¿Te gustan los videojuegos, Shoto?— Arqueó una ceja. El chico quería comprobar si se le había quitado lo raro.

— Solo si juego contigo.

— Solo si juego contigo

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El niño de ojos rubíes (Two-Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora