Un poliamor deseoso

Hoy desperté leyendo una frase sobre la existencia del poliamor, para trabajar desde un inicio con su ansiedad basal, lo dejaré en suspenso. Me cuestioné entonces, la existencia de tal hecho, naturalmente, producto de mi narcisismo característico, inevitablemente, el primer ejercicio, que denominaré "mental", fue, posicionarme ante tal hipótesis, viniendo en primer lugar a mí, la sensación de limitante, de limitación personal, ¿sería capaz de considerar a un nuevo sujeto en mi vida? Consideré entonces, como inevitable el afecto, aún sea este reprimido. Puede presentarse, entonces, un poliamor, deseoso de otro ser humano, no obstante, ¿estaría este deseo en la dosis perfecta para no involucrarme sentimentalmente, más de lo que ya lo estoy, con otro sujeto(a)? Lo considero, sincera y muy subjetivamente, difícil. Desde ya suscribo la idea de que este relato, será nada más que la concepción personal de quién escribe, sin anexar entrelíneas ningún acto malintencionado de proponer objetividad. Retomando entonces, predispondré la concepción de que dicho deseo difícilmente carecerá de afecto en el trato directo con otro, entonces, propongámonos la tarea de pensar sobre el otro, diremos desde ya, que estaremos ante la presencia inocua, a simple vista, de dos cuerpo muerto.

Explico entonces, si mantengo la línea previamente descrita, de qué se trata esto de los cuerpos muerto, refiero a que; si considero integrada la idea del no-deseo al otro, integraré, naturalmente, a mi parecer, la idea de que dicha operación, es mutua, de ser así, la operación sería, "si yo no deseo, el no me desea", ahora volviendo a la consideración inicial, de lo dificultoso que esto sería en la práctica, integraré, a mi parecer, de manera errónea la idea de que naturalmente, no valdría la pena, y así como yo desecho, tangencialmente, y aún más importante en los procesos individuales, me desechan. Paso entonces, metafóricamente, a ser un objeto, ya no sujeto, que existe, siente, posee afectos, sino, un mero objeto que cumple una función para el otro, por consiguiente, abandono la línea de ser el activo en la operación, a ser pasivo en la misma, por denominarlo de alguna manera que sea de fácil comprensión para todxs nosotrexs.

Llegamos aquí, por consiguiente, al punto central para mí, ya que estamos a un paso de devenir en la decadencia personal, ya que, el peor de los efectos de esta operación hipotética que he utilizado para describir mi pensar sería, la carencia del propio deseo, si yo mismo, no soy capaz de pensarme como ente activo de la magna red de sujetos que constituyen la sociedad, entonces, a que distancia estamos de no querer pertenecer a ningún contexto, si, insisto en esto, ni yo mismo me invito.

Pero, por otro lado, desde la realidad, veo qué en redes sociales, todxs seguiremos vitrineando, y exhibiéndonos como sujetos y sujetas admirables, deseables para el público, por consiguiente, me pregunto; ¿Cómo puedo entonces no subirme a esa vitrina, si todo el resto lo hace? Pues, parece antinatural no hacerlo, de no, la angustia, podría ser mayor al propio hecho de ser objetivado. Sumaré aquí otro punto que creo entonces relevante a la conclusión que he creído llegar, refiero al contexto socioeconómico transversal en que nos encontramos, si un objeto como un teléfono celular no dura más de un año ante su declive en la industria por la aparición de otro mejor, y lo mismo sucede con los notebook, televisores, etc. Debo yo, objeto, pasivo, utilizado y portador de un servicio, del que creo también ser necesario de consumir, hacerme funcional, para seguir rotando en la industria de los cuerpos.

Creo finalmente, que la idea del poliamor no es a mi parecer, falsa, pero denota la importancia de considera la capacidad de poner en juego, lo que podría llegar a compartir con el otro, en tela de juicio y cuestionamientos, y porque no, hacer consciente lo que podría llegar a proyectar en otro sujeto(a), tema rico en intensidad, que no atreveré a tocar por miedo falta de experticia en el tema, y ya que mi fin no era ese, sino más bien, disminuir mi angustia de algo que ha ocupado en mí, más de lo que hubiera pensado.