Único.

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—Cuando eras niño solías decirme que tu mayor aspiración era ir a la luna, ese era tu mayor sueño, ahora que lo has logrado te sientes vacío, ¿qué se supone que haré contigo?, deberías estar feliz de haber logrado algo como eso, no todos pueden ir a la luna. —replicó la madre de Johnny sin dejar a un lado la bufanda que tejía, pronto se acercaba el invierno y como acto de caridad solía tejer sin detenerse para regalarlas a las personas que lo necesitaban de verdad.

—Lo era, sin dudas era mi mayor sueño, ¿pero y ahora qué?, él ya no está conmigo, de nada me sirve este gran logro si ya no puedo compartirlo con la persona que amo y procuraba permanecer toda mi vida. —contestó acostado en el sofá, mirando nada en particular, solo prestaba atención a sus pesados y dolorosos recuerdos, aquellos que aparecían una y otra vez, que de felices lograron transformarse a tristes, porque, ¿cómo sonreír con algo que es tan bueno y sin embargo tal vez no volverás a hacer?, Mark Lee traía consigo aquella carisma que una vez se va de tu vida no vuelve a ser la misma lastimosamente, el pobre Johnny lo descubrió un día después de su partida.

Él se negaba a perder a Mark tan estúpidamente, se negaba a no volver a ver su rostro radiante con aquella sonrisa amplia y esos ojos que jamás perdían su brillo, era mejor perderse en sus ojos que en una constelación de estrellas que para él que tanto las había estudiado durante su adolescencia habían perdido el valor, se negaba también a no volver a hacer el amor con Mark, de tomar sus manos, besar sus labios y susurrarle en el oído que lo era todo para él, que lo cuidaría y amaría hasta el infinito.

—Debo salir ahora mismo, tal vez vuelva muy tarde, no me llames, ¿Vale?. —dijo Johnny levantándose del sofá en el que se encontraba para poder salir corriendo a la calle con un solo objetivo, encontrarse con Mark ya sea por primera vez en mucho tiempo o por última vez para siempre, si era verdad que tanto lo amaba el contrario lo descubría, si no era así simplemente se daría la vuelta y no intentaría hacer nada más, solo olvidarle para siempre y rehacer su vida si es que eso podía, ya que según él, ya no tenía muchas opciones.

Corrió hasta el trabajo de medio tiempo de Mark como si su vida dependiera de ello, sentía tantas cosas dentro de si, tales como la angustia, miedo, terror, felicidad, entre otras, esperaba que él se encontrara allí, ya que sin dudas Mark detestaba su empleo de medio tiempo, pero siguió en el por no tener otras opciones de trabajo que estuvieran tan cerca de su universidad actual, durante todo el camino Johnny recordó las veces que fue a visitarle a la hora de descanso, escuchar al mas bajo quejarse sin parar era una de las cosas más adorables que vivía con el chico.

Cuando finalmente llegó se detuvo, y pudo divisar al chico castaño servir a una pareja lo que eran dos pasteles y dos americanos, Mark era alérgico al café y le repugnaba su olor, aquella era la razón de odiar su trabajo. Entró al lugar e inmediatamente sonaron las campanitas anunciando la llegada de un nuevo cliente, esto llamó la atención de Mark.

—¡Bienve— Mark no terminó la oración al notar que aquel que entraba por la puerta era nada más y nada menos que Johnny, la persona que tanto anhelaba ver, sin embargo su orgullo era mucho más grande y lo negaría costara lo que le costara. — Bienvenido a la tienda, ¿Qué es lo que desea? —preguntó ajeno a la escena, como si no quisiera aceptar que aquel que estaba frente a él era su ex pareja.

Por otra parte Johnny se sentía muy mal al percatarse de que Mark ahora solo le trataría como un cliente más que entra a aquella tienda, pero eso no lo detuvo, aún era muy temprano para darse por vencido.

—¿De verdad te comportarás de esa forma?, Mark de verdad necesito hablar contigo a solas. —rogó Johnny acostumbrado a ello.

—Mi turno acaba dentro de diez minutos, puedes esperar aquí, pero debes pedir algo en ese tiempo.

—Una torta tres leche estaría bien, por favor.

Mark asintió y tomó su pedido, después de unos minutos se lo llevo a la mesa con manos temblorosas, dentro de su cabeza solo había lugar para un solo pensamiento, y era el qué pasaría después de todo lo que hablara con el mayor, sin dudas se negaba a volver a perderlo, aquellos días fueron suficientes para darse cuenta de que en verdad lo amaba y que no quería estar separado de su lado por más tiempo.

Aquellos diez minutos fueron pasando lentamente, Johnny sudaba a cántaros y no podía ocultar el hecho de estar sumamente nervioso, muchas variables rondaban por su mente y no eran del todo buenas.

—Ya acabó mi turno. ¿De qué querías hablar conmigo? —preguntó Mark sentándose al frente del contrario sin mostrar nerviosismo por algún lado.

—Ir a la luna siempre fue mi mayor aspiración desde niño, era mi mayor sueño, tú lo sabías porque te lo conté muchas veces, cuando logré ir me di cuenta de que no era algo tan magnífico de lo que alardear como lo fuiste tú en mi vida, ¿Lo sabes, cierto?, ir a la luna no es ningún tipo de logro si no estas tú conmigo, creí que ir allí me haría el hombre más feliz del mundo, pero no fue así, mi felicidad la encontré aquí, justo contigo, observándote reí y llorar, me haces sentir especial, quiero que volvamos a ser lo que fuimos antes, Mark de verdad te necesito como no tienes idea, mi existencia no vale de nada si no estás tú.

Mark no quería llorar, pero le fue imposible no hacerlo, se sentía tan conmovido por dentro que tuvo que lanzarse hasta los brazos de su querido Johnny.

—Te amo tanto, eres un tonto, creí que volverías por mi más rápido que lo que tardaste en ir a la luna.



moon; johnmark.Where stories live. Discover now