6. Les Tournesols

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No, no, no, no, no.

¿Qué está haciendo él aquí? Después de semejante espectáculo no creí que tuviese las agallas para regresar. 

Quizá venía a ofrecerme una disculpa, o a pedirme que le diera una disculpa por haberle ofendido. O lo que es peor, quizás venía a pedir su dinero de vuelta. 

Será mejor que me esconda.

—Lau —dije escondida tras el mesón del restorán—, ¿qué está haciendo? ¿ya se fue?

Laura se agachó para oírme mejor y acto seguido se levantó lentamente mientras buscaba a Ezra con la mirada. 

—Acaba de entrar —dijo como si fuese una espía mientras simulaba escribir algo en su libreta—, está buscando una mesa vacía. Camina hacia la mesa. Mira para todos lados buscando algo. Se sienta. Dios, que guapo se ve hoy. Pone uno de sus brazos sobre el respaldo del sofá y... ¡qué bíceps! —dio un grito.

—¡Demonios, Laura, sé menos obvia! —susurré. Dio un salto e hizo como que silbaba.

—Casi me descubre —dijo entre dientes. Rodé los ojos.

—¿Y... Qué lleva puesto? —pregunté sigilosa.

—Una camisa blanca con una chaqueta de cuero negra —dijo mordiéndose el labio—, tiene el cabello despeinado y unas...

—Ejem —sentimos a alguien toser—, ¿puedo saber qué ocurre?

Oliver, uno de los meseros, nos miraba extrañado desde un extremo del mesón donde ordenábamos los pedidos y guardábamos los vasos. Llevaba una bandeja vacía en la mano y, con la otra, se rascaba la cabeza confundido.

Laura bajó lentamente hasta quedar de cuclillas a mi lado.

—¡Shhh! —lo hicimos callar y lo arrastramos al suelo junto a nosotras. 

—¿Qué sucede? —susurró— hay un montón de mesas sin atender y...

—¿Ves a ese chico guapo en la mesa cuatro? —dijo Laura interrumpiéndolo. 

Oliver se asomó cuidadosamente.

—¿Es el tipo que halagó a Camille y que luego echaste del restorán? —preguntó mirándome. 

—No lo eché del restorán —dije rodeando los ojos—, yo solo...

—Creemos que viene por Julie —dijo Laura, fan número uno de interrumpir a la gente—. El otro día le ofreció ocho mil dólares por sus pinturas, ¿loco, no? 

El mesero pestañeó repetidas veces sin entender—. Wow, chicas, no sé en que lío se hayan metido ustedes dos, pero debo ir a atender a los clientes —se paró lentamente— y creo que deberían hacer lo mismo.

Laura me miró y encogió los hombros para luego levantarse e ir a tomar pedidos.

—¡Laura, no! —susurré— ¡no me dejes aquí!

Laura me ignoró completamente. Bufé resignada y me levanté cuidadosamente.

Bien, si lo ignoro quizás no me note.

Eché un vistazo rápido al restorán y divisé a Ezra sentado en la última mesa de una de las esquinas. 

Vaya que le quedaba bien esa chaqueta.

Para mi fortuna, la mesa que faltaba por atender estaba justo frente a la suya.

Patiné hacia la mesa lentamente. En ella se encontraba una mujer de unos treinta años, quien miraba su teléfono demasiado insistentemente a mi parecer. Hice una maniobra con los patines en un intento de dar la espalda al chico, que buscaba con tanta insistencia quien sabe qué cosa, y —cómo no—, tropecé con mis propios pies, dando un salto brusco. 

Juliet (PAUSADA)Where stories live. Discover now