Your soulmate is being processed | MAYLOR

dos

Brian

Hubo un apagón en el vecindario donde vivo, me topé con John y otros dos chicos, a uno lo he visto en muchas ocasiones, es bastante especial, digo, es todo una diva, y el otro, creo que de algún lado lo conozco pero era callado y se notaba que no muy sociable. Recordé lo que había pasado esa tarde, se lo conté a mis Padres, ellos creen que debería socializar más con las personas, pero no sé si pueda porque la ausencia de Elizabeth es muy notoria, no hay mucho que hacer en los días libres y vivir solo no ayuda mucho.

Ni siquiera puedo dejar de distraerme, de inmediato pienso en ella y pienso en muchas cosas, no tenía sentido seguir así, eso me lo repetí muchas veces, cada día, intentando salir de la rutina.

En conclusión, hice caso a mis progenitores, busqué una forma de sacar toda la tristeza de mi mente y cuerpo. Entonces recordé mi guitarra, hace mucho no la tocaba, la construí con mi Padre hace años y la llamé Red Special, es toda una maravilla cuando la toco, tiene un sonido único, apenas estaba a punto de sacar alguna melodía cuando mi timbre sonó con mucha desesperación.

Por un momento me asusté, una vez abierta la puerta, todas mis preocupaciones y teorías de quién podría estar detrás se esfumaron, era Freddie con John y su amigo Roger.

—Buenos días, señor sol. Te estábamos buscando.

—¿Siempre tocas así? Casi me daba un infarto.

—Disculpa, Brian. Es simplemente que tenemos una propuesta para ti.— Dijo John tan pronto como terminé de hablar, me miraba con una gran sonrisa, lo conocía y era una idea muy genial o muy tonta.—¿Quieres ser nuestro guitarrista?

—Una disculpa... ¿Qué?

—Ya sabes, el tipo que hace esos raros sonidos con lo que parece un bajo pero de seis cuerdas

—Sé a lo que te refieres, John. No lo sé, hace tiempo no salgo y Elizabeth...

—Ella ya no está, Bri. No eres el único con problemas así. — Pero cuando Deacon habló, Freddie casi lo mata con esa mirada, fue algo extraño, el otro chico (Roger) bajó la mirada algo apenado por escuchar ese comentario. Creí
haber entendido, digo, si dijo eso es porque quizás estaba en la misma situación que yo.

—De acuerdo, chicos. No puedo negarme, hace mucho que no toco y quisiera volver a sentir esa adrenalina. Tiempo atrás tuve una pequeña banda, así que...

No quería recordar mucho acerca de Smile, pues ahí conocí a mi ex novia y sería como contar por todo lo que he estado pasando. Tampoco quiero llenar a mi nuevo amigo y a su inalcanzable (como solía llamarse el mismo) reina, mejor dicho, Freddie, de mis problemas amorosos.

𝑳𝒖𝒆𝒈𝒐 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂𝒔 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔 𝒉𝒐𝒓𝒂𝒔

Durante todo nuestro intento de primer ensayo, el chico rubio (como me gustaba llamarlo) jamás estuvo coordinado, no es que fuera malo, estaba siendo bueno cuando ensayábamos algo de The Beatles pero cada vez que le daba una mirada parecía estar ahogado en su mundo, y digo ahogado porque su mirada era nostalgica, como la mía cuando pensaba en Lizie. Reconocí rápido lo que vi, quería acercarme al terminar la canción. Sin embargo, no pude, por alguna extraña razón sentí que no era momento para intentar ser el Brian que apoya a sus amigos, sinceramente fue un instante raro. Además, Roger parecía ser una persona introvertida, no quería incomodar. 

En fin, al terminar absolutamente todo, me despedí de los chicos y Freddie se llevó a Taylor, no a su casa, vivíamos muy cerca como para que se lo llevara lejos. Solo quedamos Deacon y yo. Una tentación llegó a mí, quería saber qué pasaba, graciosamente me miró y dijo: "Ni lo intentes, no sé mucho, solo que se siente triste por temas amorosos." Obviamente sabía que mentía de alguna forma, pues su segunda frase no era tan creíble pero lo otro si, lo de tener problemas amorosos era real. Pude notarlo en sus ojos tristes de cachorro. 

—Es que lo vi energético cuando iniciamos y luego parecía morir por dentro. 

—Lleva meses en eso, aún es difícil, Bri. Supongo que por eso tiene aquella actitud.

—Wow, no me imagino estar tanto tiempo así.

—Mejor vamos a comer algo, quedé con hambre y más al rato tendré que visitar a Verónica.

—Cierto, tu novia. Ya eres todo un hombrecito, Deacon.

—¡Oye! Siempre he sido uno.