CAPITULO VIII

13.1K 956 17
                                    

No sé por qué, pero aquella mujer me parecía conocida, y su voz me era más que familiar y cuando le hable se puso nerviosa, después de tanto pensar me acorde de Tina, si eso era, se parecían mucho, solo que Tina no era tímida, y no tartamudeaba con mi presencia, hablaba tan fluidamente y en la cama era pasión pura. No sé qué me pasaba, pero aquella mujer me desquiciaba.

- ¿Robert que piensas de los estados financieros? - es muy hermosa la novia de mi hermano, pero como siempre piensa lo peor de mí, como si le fuera a quitar la novia. - Robert .... Robert joder pon atención.

- Cuidado el tono en que me hablas Alan.

-Perdona, pero estamos en medio de una junta y tus andas no se en donde, tú no eres así. - Claro que no soy así, joder ¿Por qué justo ahora pienso en mujeres?

- Luego te cuento, hablando de negocios parece que este verano tendremos algunos seminarios de médicos y publicistas en nuestra cadena de hoteles, con solo eso ya tenemos asegurado la disponibilidad y atención al punto de decir que no tendremos habitaciones libres.

- Señores las inversiones para hacer un nuevo edificio en nuestra cadena de hoteles está más que asegurado el éxito, por algo ofrecemos lo mejor, calidad y cantidad. Ahora ustedes deciden si invierten o no, pero para los que estén de acuerdo les aseguro que sus acciones serán más que provechosas.

- Todos estamos de acuerdo y confiamos en el buen porvenir de nuestro dinero ¿Dónde firmamos? - habló uno de los inversionistas.

Todo iba viento en popa, cada vez agrandaba más mi fortuna y cada vez superaba más a mi padre, al cual odiaba por obligarme a hacerme cargo de los negocios de la familia y estudiar algo que nunca me gustó, pero ahora manejaba todo como un experto y es que lo era. Jamás fui un mal estudiante, me gradué con honores, mientras Joan era el mimado que hacia lo que quería, lo envidiaba, tenía la vida tranquila que yo hubiera deseado. Yo quería una vida llena de aventuras, quería viajar por el mundo con una mochila, pero jamás me atreví a alejarme de mi madre, aunque ella siempre prefiriera a Joan y Katrina.

Siempre supe entender que era por qué no querían que fuera una persona débil. Debía cuidar de mis hermanos. A pesar de todo, jamás fui egoísta ni mezquino con ellos, me preocupo por sus vidas, solo que no soy un hombre de demostraciones. La razón por la que voy a esa cafetería no es por el café sino por ver a mi hermano y asegurarme que se encuentra bien, pero por cosas del pasado él cree que le quiero quitar todo.

El siempre tuvo novias muy lindas, pero casi todas después de conocerme me perseguían o podría decir acosaban. Ese fue uno de los motivos por los cuales decidí vivir solo apenas cumplí dieciocho años, para así evitar toparme con las novias de mi pequeño hermanito dos años menor que yo. Solo que cambiarme de casa no fue suficiente, algunas aparecían ante mí pidiéndome ayuda por la actitud celosa de mi hermano, y he de admitirlo, mi hermano es un desquiciado de los celos, yo sin embargo jamás los sentí por otra persona que no fuera mi madre.

Pero a pesar de todo jamás le robe las novias a mi hermano, pero dejé que lo creyera para que evitara presentármelas, preferible ser el malo a humillarme pidiéndole a mi hermano que me crea.

- ¿Alan, viste a la novia de Joan? – pregunté.

- Si, definitivamente hermosa, sabes que me gustan las morenas, pero por primera vez pienso que es una rubia realmente preciosa y no perdí oportunidad de coquetear, hubieras visto como me miraba tu hermano. – Alan carcajeó burlesco.

- Si, ya me lo imagino... me da curiosidad esa chica.

- ¿Y eso tan raro?

- Quiero decir me pareció tierna, es algo tímida.

LA MASCARA DE UNA PASIÓNWhere stories live. Discover now