La Ultima Misión

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I PARTE

RECUERDOS INGRATOS

El agente Charles Callahan dormitaba en el tercer piso de una casa abandonada, su M16/M4 descansaba junto a él, la mano derecha del agente sujetando firmemente la empuñadura y la izquierda bajo su cabeza, sus párpados cerrados dejaban entrever un sueño nervioso, su cuerpo no paraba de moverse, unas veces de lado a lado, otras con convulsiones suaves, lo que sea que soñaba no era agradable, las muecas de su boca y los nudillos marcados de tanto apretarlos indicaban algún tipo de mal recuerdo.

En su mente repetía una y otra vez la emboscada que él y su equipo habían sufrido a manos de unos enemigos desconocidos, sus amigos murieron en el enfrentamiento que duró apenas un par de minutos, los enemigos poseían un increíble arsenal y además una resistencia antinatural, él mismo disparó a quemarropa a un sujeto protegido con un simple chaleco antibalas y con su rostro cubierto por una máscara anti gas, que se le abalanzó como un kamikaze; recordó cómo le disparó directamente a las partes que el chaleco de su enemigo no cubría, vio la sangre, vio los impactos de bala, pero el sujeto no dejó de gritar como un animal tratando de atravesarlo con un cuchillo, lo que finalmente logró, lanzándolo con una fuerza inusitada contra el costado de un vehículo allí abandonado.

Sus amigos corrieron hacia él, cómo siempre hacían, pero al hacer eso se descuidaron y uno de los enemigos, armado con un lanzacohetes, disparó directamente al grupo, haciendo que volarán en pedazos, cubierto con la sangre y vísceras de sus compañeros, herido, se desmayó. Lo más probable es que los sujetos lo hayan creído muerto porque lo abandonaron allí, cuando despertó, la sangre de su herida había dejado de manar, miró alrededor y con un espasmo terrible vómito todo lo que contenía su estómago, la visión de las partes de sus amigos desparramadas por todo el lugar lo descompuso y volvió a desmayarse.

Despertó mientras un perro callejero lamía su herida, lo ahuyentó y se levantó con dificultad, se limpió la sangre propia y ajena y se alejó del lugar, débil por la pérdida de sangre buscó refugio en un edificio cercano, había un maltrecho saco de dormir entre los escombros, lo tomó y se tumbó en el rincón más oscuro que encontró, se inyectó la medicina de su botiquín y volvió a desmayarse.

Callahan se incorporó agitado, el sudor corría por su frente, le costó un momento situarse en el lugar en que se encontraba y otro minuto para volver a la realidad, aún era noche cerrada y dada la escases de munición y accesorios con los que contaba no le convenía arriesgarse a salir en la oscuridad, si bien es cierto la cantidad de enemigos con los que se topaba a diario había disminuido considerablemente, todavía existían grupos en diferentes locaciones, había sobrevivido hasta ahora únicamente evitando cualquier enfrentamiento, solo no era rival para algunas de las agrupaciones que pululaban por las calles, y si tenía que entablar combate disparaba y huía lo más rápido posible, no dejaba rastros y evitaba ser visto, no era un cobarde pero hasta ahora no había visto un solo agente o miembros de la JTF.

Su sistema ISAAC había sido destruido durante su último combate, por lo tanto, se encontraba incomunicado, este hecho lo privaba de los informes técnicos y toda aquella ventaja que le proveía el sistema, además de las comunicaciones con otros agentes o base de operaciones, en definitiva, estaba solo y esa sensación se acrecentaba día a día al no haber encontrado, por lo menos con vida, a ningún otro agente.

Día a día avanzaba hacia Washington, 360 kilómetros, desde Manhattan a la capital, lenta y penosamente había logrado llegar a las puertas mismas de D.C., su idea era llegar al Capitolio, estaba seguro que allí debía haber un puesto de comando, una base de operaciones o algo similar, por último, si no encontraba nada de eso, por lo menos debería haber munición con la cual reabastecerse.

CRONICAS THE DIVISION : La Ultima MisiónWhere stories live. Discover now