Prólogo

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Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?. Hebreos 1:13.



Tan compleja, desentendida, amada y odiada, tan confundida, viviendo entre seres que por fuera eran iguales a ella, pero, la realidad es que era totalmente diferente. Y ser diferente es lo más común en el mundo, pero, una diferencia tan severa que te haga resplandecer entre el montón, para mal, agobia toda tu existencia.

Su sonrisa a veces era tan sincera, y otras veces tan fingida, que no sabías cuál era cuál, por eso debías subir la mirada a sus ojos, y ver, en esos luceros, un brillo, o la mayoría de las veces, un clamor por piedad. Luchando por ocultarse de ella misma, porque lo peor de todo no es el que todos huyan de ti, sino que tú también lo hagas, tenerte miedo a ti mismo; no existe peor castigo.

Flor de primavera, pobre de mi flor, con cada mirada maliciosa le arrancan un pétalo, con cada mal deseo de terceros hacia ella, era como una nevada que la congelaba; por suerte, ella era inmune al frío, ya que por dentro, ella estaba hecha de hielo y viento.


Llegando el atardecer, las nubes que adornaban el cielo estaban adoptando tonos naranja, amarillos y rojos.

Concentrada, Haruka miraba de un lado a otro, alerta, pero con un rostro sereno y seguro, mientras sus pies descalzos acariciaban el verde césped del campo, daba cortos pasos en posición de defensa, su postura tensa y con espada en mano demostraba que esperaba cualquier ataque.

Megumi arqueó su arma con la punta de la flecha apuntando hacia la pelinegra, acto seguido disparó en dirección al hombro de la muchacha y, al mismo tiempo Andrew se abalanzó sobre la misma.

Haruka giró su cuerpo para cortar la flecha a la mitad y posteriormente bloquear el ataque de su hermano mayor con el mismo movimiento, su cara esbozó una sonrisa de lado mas una ceja levantada cuando el metal de las hojas chocó.

— Predecible. — Dijo ella.

— ¿Segura? — Sonrió burlonamente, arrebatando la sonrisa en el rostro de su hermana.

Jake se aproximó desde atrás, corriendo hacia Haruka, pero frenó en seco cuando la joven levantó una pared de hielo tras ella, sabiendo que él venía a atacarla.

— ¡Maravilloso, Blake! — El maestro de combate, Jonathan, se hizo notar mientras aplaudía, orgulloso de su mejor estudiante. — ¡Por cierto, feliz cumpleaños!

— Gracias, señor—. Respondió la joven con una sonrisa, soltando a su hermano y deshaciendo la pared de hielo.

Inclinó su cuerpo hacia adelante levemente, en señal de respeto.

Haruka entrenaba desde muy pequeña, tanto en el manejo de elementos como en combate de guerra, pertenecía al grupo que podía denominarse como "Excelencia". Cuando llegaba cada año competir en los torneos para saber quién era el estudiante más avanzado, su apariencia tan dulce y delicada engañaba la mente de sus oponentes, no se esperarían que dicha joven con rostro aparentemente "inofensivo" fuese tan peligrosa.

— Black. — Llamó a la castaña de pelo rizado con el arco, Megumi.— Has mejorado grandemente en el control de la dirección de tus flechas, tus horas extras de entrenamiento rinden frutos.— felicitó tomando del hombro a la joven.— Blake —ahora refiriéndose al hermano mayor de Haruka— Hamilton, trabajen más. Las chicas avanzarán si siguen con sus horas extras de entrenamiento y no podrá entrenar este mismo grupo juntos. — El maestro miró el sol, el cual se estaba ocultando ya, tras las montañas. — A descansar, mañana tienen que levantarse temprano y continuar.— posó sus manos en las espaldas de Jake y Andrew.

Paradise: un ángel entre mortales.Where stories live. Discover now