Saga del Nombre Falso #1

63 4 8
                                    

El pequeño buque mercante atracó. Él desembarcó brincando ágilmente sobre la barandilla para descender al muelle de madera. Ahí, frotando sus brazos debido al frío, esperó a que el capitán bajara por la rampa que sus marineros habían colocado.

"Pareces perplejo," dijo el capitán. Sus pasos hacían crujir la rampa.

"Nunca había visto nieve en una playa," respondió el viajero.

"Ja. Entonces necesitas conocer más el mundo."

"Media bolsa de mis monedas es lo que acordamos, ¿verdad?" preguntó el viajero.

"Un sexto. Te diría que lo olvidaras, pero necesito el dinero para el viaje de vuelta."

El viajero vació el contenido de su bolsa en una charola que el capitán sostenía con ambas manos. Juntos, contaron, determinando la sexta parte, y completaron la transacción apartando dichas monedas.

"Gracias," dijo el viajero. "No traje mucho oro conmigo, y debo pagar renta mientras encuentro un lugar que llame mío."

El capitán respondió con sorna. "Siendo así, podrías dejarme la bolsa entera. Tus monedas no son dinero aquí."

El viajero soltó una risilla mientras cerraba la bolsa con un lazo.

"Nunca pregunté cómo te llamabas," dijo el capitán

"Y nunca importó." El viajero colgó el bolso en el cinturón. "Pero puede llamarme Er, si así lo desea."

"¿Ese será tu nombre aquí, en Lom?"

Er sonrió. "Sí."

"Fácil de recordar. Preguntaré por ti la próxima vez que atraque aquí. Creo que será entretenido oír las historias que contarán de ti."

"Solo cuentan historias de los grandes hombres," dijo Er.

"También de los grandísimos idiotas" dijo el capitán. "Jajajajajajarjar. Me pregunto cuál de los dos serás."

Er asintió con una sonrisa educada y se volvió para alejarse con la mano en su bolso.

El capitán se percató "No necesitas hacer eso aquí."

Sin embargo, tras un mes de navegar con los mismos hombres día tras día, Er estaba ansioso de oír otras voces, otros relatos y ruidos diferentes al romper de las olas, los crujidos de la madera y las cuerdas, y las canciones que se volvían monótonas muy, muy rápido.

Er nunca había visto construcciones de madera. De donde provenía, los techos a dos aguas se usaban solo como decoración. Aquí, cada casa estaba coronada por techos inclinados, cubiertos totalmente de nieve.

Y el frío era cruel. Opresivo. Forzaba a sus músculos a contraerse, como si quisieran aplastar su pecho y los pulmones dentro. Lo hacía respirar trabajosamente por la boca y rehusar a moverse para que el frío no trepara por sus ropas.

Pero debía hacerlo. Si esperaba encontrar una fogata, un refugio, debía moverse.

Por fortuna había un hostal cerca de los muelles y Er se encaminó directamente hacia ahí. La puerta estaba abierta, pero había un manto de pieles colgado del marco. Lo apartó para entrar y se encontró en una taberna vacía, donde una joven estaba atrás de la barra limpiando candeleros.

"Bienvenido," dijo ella inmediatamente. "Adelante, tome asiento. ¿Le gustaría una cerveza o algo más dulce?"

"¿Alguna de esas bebidas es caliente?" dijo Er en la lengua de Lom.

"Oh." La hostalera dejó con lentitud el candelero que estaba limpiando en la barra y retrocedió un paso. "Eres de Terralt."

Er ignoró la observación por un momento y caminó con grandes zancadas hacia la fogata que había en la pared a su derecha. Se paró ahí con sus manos extendidas hacia la flama, tiritando.

Ganarse un Nombreحيث تعيش القصص. اكتشف الآن