Cautela

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¡Por fin!

Era viernes, y Ash sabía que ese día no iba a ser como los anteriores, sería diferente!

Se duchó con un nuevo Shampoo, se puso una nueva camisa, cortó un poco su cabello, e incluso usó un poco de colonia.

Llamó a Shorter sólo para saludarlo, sin resentimientos, ayudó a cruzar la calle a una anciana, rechazó a tres chicas (amablemente) que supuestamente lo habían visto en el autobús, y ahora ingresaba a su trabajo casi saltando.

Todos sus compañeros lo miraban extrañados. Pero, eso no le preocupaba.

¡Era viernes y eso era lo único que le importaba ahora! Se sentía ansioso.

Empezó a trabajar eficientemente. Yukko lo miraba impactada, casi no podía creerlo. Ash prácticamente atendía a todos en el lugar. Aunque, sabe que su intención no era acaparar a sus compañeros, sin duda llamaba la atención de muchos.

Recibía a los comensales, los llevaba a sus mesas, anotaba y llevaba las órdenes, limpiaba las mesas, preparaba café él mismo, e incluso se detuvo a hablar con unas cuantas chicas que lo miraban con ojos brillantes.

—Wow! —dijo Yukko dirigiéndose a uno de los empleados, —Ash está muy entusiasmado! Quién diría que hablar un poco con aquel chico lo pondría tan animado, parece una quinceañera enamorada— río en voz baja.

—Jamás lo había visto así... Tan sólo míralo! Parece alguien diferente! —mencionó el joven mientras observaba a un Ash tarareando mientras preparaba café.

—E-Está loco... Sin duda alguna... Qué haremos cuando se entere que cambiaremos su horario una vez que sus clases inicien? —dijo la jefa mientras reposaba su rostro en ambas manos. —Estará destrozado.

—Él lo entenderá, no creo que se deje guiar por sólo un gusto de verano... Y para colmo, un chico.

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Faltaba 2 semanas para presentar las nuevas fotografías. Y aún le faltaba la mitad.

Eiji trabaja con el amigo de su padre; el señor Ibe, en una editorial. Con sus 20 años muestra un gran talento el cual es alabado por muchos.

Su rutina es simple: Desde las 10:00 a.m. hasta las 6:00 p.m. permanecía en la editorial, haciendo encargos y saliendo ocasionalmente para capturar algunas premisas al lado de Ibe. A las 6:10 p.m. acostumbraba a recibir paquetes y documentos en su casa, así que se encargaba de reenviárselo a Ibe una vez revisado y corregido.

El único día que su rutina cambiaba eran los viernes. Esos días, él salía a las 2:30 p.m. así que acostumbraba a ir al Café que le gusta tanto y a la vez que le traen buenos y amargos recuerdos de un tiempo atrás.
Aquel tiempo antes de que se sumergiera en su trabajo y empezara a sentirse inseguro y como una herramienta para los demás.

Y, como este día era viernes, podía avanzar un poco con las ediciones para el próximo artículo mientras bebía algo en el café, ya era parte de su rutina.

—Buenas tardes. —dijo Eiji mientras ingresaba al local exactamente a las 3:00 p.m. dirigiéndose a su asiento justo al lado de la ventana.

Abrió su Laptop y empezó con las ediciones. Sólo algunas cosas que aclarar y borrar algunas imperfecciones que su misma cámara producía.

No había necesidad de ordenar algo exactamente. El personal del mismo café ya sabía sus gustos de acuerdo a cada temporada del año, ya que él era un cliente regular hace ya mucho tiempo.

Faltaban tres semanas exactas para que inicie su tercer ciclo en la carrera de fotografía. Y antes de eso, Eiji no quería dejar nada a medias. Terminaría con su trabajo designado y tomaría sólo algunos trabajos durante su año universitario.

—Hola. ¿Cómo estás? —una voz suave le distrajo de sus pensamientos. Generalmente sólo escuchaba un "Aquí está su orden" y luego el andar de unos pasos. Era extraño que alguien en el Café lo saludara. Y más extraño aún que le preguntaran por su situación.

Alzó la mirada y lo vió. Era el mismo chico raro que no le quitaba la vista de encima el martes. ¿Qué era lo que quería ese apuesto muchacho de él? No lo sabía, y tampoco quería saberlo. Se negaba a mostrar interés a alguien completamente fuera de su zona de confort. Era demasiado incómodo. Pero, no podía simplemente ignorarlo,  debía ser educado.

—Hola. —dijo de forma algo cortante pero con una sonrisa en el rostro. —Estoy bien, gracias por el Té. — mencionó al mismo tiempo que sostenía su café y veía como aquel chico de piel pálida y hermosos ojos verdes sonreía.

El joven permaneció parado en el mismo lugar mientras lo veía.

Eiji desvío la mirada —Uh... Por qué no se va? Acaso me acabo de meter en problemas...? —pensó el joven japonés un poco preocupado.

—Esto... Disculpa, hay algo en lo que pueda ayudarte? —preguntó confundido.

—Ah. No... —respiró —estoy en mi descanso ahora, y me preguntaba si podía sentarme aquí por un momento.

—Oh, él sólo está cansado.— concluyó Eiji en su mente.

—Claro, por favor toma asiento. —Ash pensó que su corazón se detendría al ver como el Japonés no lo rechazó y le dirigió una cálida sonrisa.

Se sentó en el asiento del frente, y observó cómo seguía trabajando en la portátil. Se veía tan serio y concentrado, sus ojos seguían con velocidad las actividades en la pantalla y descuidaba su té al lado del equipo.  Ash sólo podía observarlo en silencio.

Eiji se empezó a sentir notablemente incómodo. Es una situación más que incómoda que un extraño se siente al frente de tí y no dirija una sólo palabra. Pensó que quizá era una costumbre algo tonta que tenían los americanos.

Pasado cinco minutos de sentir como el americano lo observaba, ya no pudo más. Sí pasaría así la tarde entera, preferiría no volver más a la cafetería y esa idea no le gustaba en absoluto. Se armó de valor y empezó a hacer preguntas triviales, cosas como; el tiempo en el que el americano vivía en Japón o cómo le ha parecido la ciudad.
Para su sorpresa el americano respondió casi al instante de forma tranquila. Tanto fue la plática que incluso, inconscientemente, apartó su trabajo y sólo se dedicó a hablar con el rubio. Bueno, al menos por los próximos 20 minutos, pues el rubio aún estaba en sus horas de trabajo y se vió en la obligación de regresar a sus labores.

—Hasta luego— dijo mientras hacía una venia con su cabeza e iba a atender a otros clientes.

Eiji lo observó irse y no pudo evitar pensar que era agradable hablar con alguien mientras disfrutaba un café. Era extraño, aquel chico que apenas conocía hace algunos minutos atrás que le haya agradado tanto era completamente extraño. Pero, él sabía que no debía bajar la guardia. No volvería a caer, se repetía una y otra vez antes de salir del local. Quería darse un respiro.

Está vez, a las 4:00 p.m.

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Al terminar de atender a sus clientes, y dejando el resto a sus compañeros. Ash volvió al sitio del japonés esperando seguir con la conversación, sólo para percatarse de que ya no estaba ahí. Se quedó un momento parado y miró hacia el reloj.

— 4:30 —dijo en un susurro.

Acaso sucedió algo? Se sentía un poco confundido y al mismo tiempo felíz. Pues, aunque sea por unos minutos pudo hablar con el joven japonés. Sonrió para si mismo y se sintió estúpido al percatarse que los demás lo veían "disimuladamente".

Suspiró.

Ahora que había logrado estrechar un poco su relación (si es que así podía llamarse) no podía rendirse. Aunque eso significaba esperarlo una semana más para volver a hablar con él.






Holo~~~~

Nuevo capítulo 👌

CAFÉWhere stories live. Discover now