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Espera... ¿Bailar?

¿Como en... estar juntos, moverse al ritmo de la música, bajo la mirada atenta de todos los presentes en medio del salón? ¿Esa clase de baile?

No, no sabía cómo hacer eso. En su encierro esa fue una de las tantas cosas que ella no sabía hacer. El contacto físico es algo a lo cual no estaba acostumbrada.

La sola idea de que alguien tenga sus manos sobre ella, por muy breve que sea el tiempo, la estaba poniendo de los nervios.

Y aun así, con su cerebro en estado de crisis, su cuerpo respondió por ella. Asintió, sin poder articular ni una sola palabra, y dejo que Anna la guiara hasta la pista de baile.

Alcanzó a ver como abrían espacio para que la Reina pudiera dar su primer baile. Sentía como todas las miradas estaban en ella, y no hacía más que aumentar su ansiedad.

Anna agarro su mano derecha con su izquierda, puso su mano derecha detrás de su espalda baja acercándola a su cuerpo, de tal modo que podía sentir su pecho en contra del suyo.

Soltó un pequeño jadeo de sorpresa, haciendo que su mano izquierda se sujetara fuertemente del hombro de Anna. Podía sentir cada centímetro de Anna pegado al suyo, como su respiración acariciaba su rostro, como ese delicioso aroma a Fresas le nublaba la mente.

Sintió su cuerpo arder. No entendía que era esa sensación en su sistema, ese cosquilleo que se estaba alojando en su vientre. Aun sin comprender que podría ser, le encantaba y quería llegar hasta el final para poder descubrir que era realmente.

Escucho las primeras notas de la música, e instintivamente, su cuerpo se puso rígido. Escucho como Anna reía suavemente, alzo su mirada algo molesta creyendo que se estaba burlando de ella, pero quedo pérdida en esos hermosos ojos turquesa.

Vio como Anna se acerco lentamente, y sintió como la sangre subió a su rostro tan rápido, que por un momento se mareo. En voz baja, algo ronca, le hablo en el oído.

- Solo deja que sea yo quien te guíe... - tuvo que morder su labio inferior para evitar que un vergonzoso gemido saliera de su boca, al sentir sus cálidos labios rosar su oreja.

¡Oh por Dios! ¿Qué eran todas esas sensaciones que, de un momento a otro, la atacaban cada vez que Anna estaba demasiado cerca? Trato de hacer memoria, de recordar si le pasaba lo mismo cuando eran niñas, pero no llego a ningún lado.

Anna comenzó a guiarla lentamente, tratando de que Elsa se relajara lo más que pudiera. Por su parte, Elsa solamente pensaba en cuál sería el siguiente paso, en no quedar como una tonta frente a toda la nobleza por su nula habilidad para bailar.

Bajo su mirada, intentando mirar sus pies para no pisar a Anna por accidente. Se mordió su labio, no quería decepcionar a su hermana y que pensara menos de ella por no hacer algo tan sencillo como eso. Estaba por decirle a Anna que mejor pararan cuando su voz la detuvo de siquiera abrir sus labios.

- Mírame a los ojos... No mires a tus pies ni alrededor... Solo mírame a mí... - dijo con una voz suave pero autoritaria.

Su cuerpo, como si las palabras de Anna fueran una ley absoluta a obedecer, hizo exactamente lo que le ordeno. Sentía su cuerpo arder al escucharla darle una orden. Una sensación algo incomoda se había alojado en medio de sus piernas, pero eso no le impidió clavar su mirada en los de Anna y continuar con el baile.

Anna la veía atentamente, estudiando cada una de sus facciones. No pudo evitar el perderse en esos hermosos ojos, en la intensidad con la que la veía... Como si estuviera adorándola con solo su mirada, como si tuviera frente a sus ojos a una diosa...

Sintió como su cuerpo se fue relajando en los brazos de Anna, como los nervios se esfumaron de su mente. De nuevo todo se fue desvaneciendo, todo dejo de importar. Solo el estar en los brazos de la persona que más amaba en el mundo era de importancia.

- Eso es... No pienses en nada más. Deja que yo te guie... Deja que mi cuerpo te guie... - Como si sus palabras fueran un hechizo, su alrededor se fue apagando.

Behind the CrownWhere stories live. Discover now