My Love || Matiego🖇

🖇; U n g a U n g a

Diego había llegado temprano aquel día a la universidad, su mejor amigo y su pareja de seguro se habían dormido por haber hecho quien sabe cuanta cochinada y su mejor amiga estaba demorada en el transito, no sabía si agradecer o no la moto que le regalo su padre Olegario.

― ¿Qué supone que hare?

Camino durante unos minutos hasta ir a parar en los merenderos del ala izquierda, tomo asiento y busco algo para fingir leer. Cuando todo estuvo acomodado se lo vio en un merendero frente a él, estaba rodeado del equipo femenino de voley de universidad, todas reían ante los monótonos comentarios del muchacho. Mateo alzo la mirada y cuando esta se encontró con la de Diego le dedico una media sonrisa.

Podía morir ahora y a Diego no le interesaba, la sonrisa de Symanski era como una puerta al cielo. Lo observo de pies a cabeza, aquel muchacho era un Adonis a sus ojos pero le molestaba tanto que en su campo de visión solo hubiera miles de chicas a su alrededor, a demás de que este veía un jugo de mango totalmente absorto de su situación. Lo vio ponerse de pie y se tenso, sus pasos eran lentos pero la dirección en la que caminaba le aceleraba el corazón.

― ¿Ya terminaste de acosarme? ― Dijo un tanto incómodo mientras tomaba asiento frente a él.

― Debería ser halagador que alguien como yo este mirándote Mati.

― Como digas. ― Dijo en voz baja mientras le daba un trago a su jugo.

― Ay Mati, tu todo unga unga tomando tu juguito de mango. ― Llamo su atención Diego con una carcajada limpia.

― ¿Unga unga?

― Así todo hetero. ― Ahora Symanski soltó una risa por lo bajo que hizo a Diego rodar los ojos.

― Curioso, suena una palabra muy goi.

― Dime algo que no sepa. ― Dijo con sarcasmo, Mateo por primera vez dio una sonora carcajada ante la mirada de enfado del muchacho rubio.

― Diego, goi quiere decir no judío.  ― Ahora le tocaba a Diego reír un poco más relajado.

― Igual sigues siendo todo un unga unga. ― Le dijo para luego ponerse de pie, caminar hasta estar frente de su chico y besar su mejilla. ― Me voy, portate bien saminsky. ― Dijo mientras se iba cotoneando sus caderas.

― Si supieras Diego.