Capítulo 11 Saliel

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El interior de lo que creía que era la entrada para llegar hasta Saliel, era otro pequeño túnel, no estaba solo recubierto de enredaderas, sino de flores y un sinfín de plantas diferentes. Lysh caminaba con dificultad, intentando pasar entre tanta rama, arbusto y en general, maleza. Algunas hojas eran de un verde tan intenso, que no parecía que pudieran ser reales, también las había azuladas, amarillas, rojas. En cualquier otro momento Lysh se hubiera quedado maravillada observándolas, tomando notas sobre ellas o algún dibujo. Pero ahora apenas les dedicaba una mirada, lo justo para ver qué camino podía tomar entre la enredadera.

Finalmente llegó a un pequeño claro despejado, el camino entre las ramas y plantas había sido costoso y hubo momentos en los que pensaba que quedaría ahí en medio, atrapada. Pero había conseguido llegar.

En claro había un banco completamente cubierto de flores, no se distinguía ni de qué color podría ser. Al otro lado había una mesa redonda, color blanco, de aspecto gastado.

Y apoyado en aquella mesa, con la cabeza descansando sobre sus brazos, estaba él, Saliel. Parecía dormido, Lysh en un principio temió que estuviera muerto, pero su cuerpo se movía acompasado por su respiración. Era hermoso, pero en comparación con las imágenes que había visto en la cabeza de Pella, de cómo habían sido los arcángeles, había perdido mucho  aura.

Su brillo era muy tenue, lo que emanaba no era ni paz, ni gloria, en su lugar quedaba solo tristeza y muerte. Más que hermosa, era una visión sobrecogedora. Su pelo dorado era largo y ondulado, no tenía pinta de que le hubiera prestado atención en mucho tiempo. Las enredaderas habían llegado hasta él y le subían por los bajos de la túnica color azul que llevaba puesta, una túnica demasiado grande para su delgado cuerpo. Estaba apoyado en la mesa y sentado en una butaca.

No se inmutó cuando Lysh irrumpió en la tranquilidad del claro. Continuó ausente, dormitando, ajeno a lo que sucedía a su alrededor.

Lysh se acercó a él y lo tocó en un hombro mientras lo llamaba. El arcángel no reaccionó. La siguiente vez lo zarandeó un poco y se alejó unos pasos. Esta vez, Saliel levantó la cabeza y clavó en Lysh unos intensos ojos verdes, que la miraban fríos como el hielo.

─ Márchate, sé que no eres real. Déjame en paz─ su voz sonaba sesgada, rota, pero aun así Lysh no había escuchado nunca nada igual. Aquella voz destrozada sonaba en cada hueco de su ser. Lysh pensó con tristeza en cómo habría sido en el pasado.

─ Soy real─ contestó─ tienes que escucharme.

Saliel volvió a ocultar su rostro entre sus brazos, ignorándola.

─ Necesitamos tu ayuda, por favor, escúchame.

─Laisa ya no me llama. Pero no dejo de verla aparecer. ¿No ves lo que me haces sufrir? ¿Por qué no quieres verme?

Lysh se quedó en silencio, no sabía bien como debía continuar. Por un lado, desde que Saliel había despertado, la temperatura había vuelto a subir, todo era mucho más cálido, pero su cuerpo seguía frío y le gritaba que saliera de ahí de inmediato. Por otro lado, le daba lástima el estado del Árcangel, que parecía continuar esperando un encuentro que jamás se produciría.

─Me dijiste que esperara y sigo esperando. Si no eres real, deja de aparecer.

─Yo no soy Laisa.

Saliel volvió a observarla, entrecerró los ojos para verla bien y comenzó a levantarse lentamente.

─No, no eres ella. Eres mucho más joven desde la última vez que la vi.

Era muy alto, cuando se levantó no permaneció encorvado, se irguió completamente, imponente.

─ ¿Quién eres tú? ¿Qué nueva visión es esta?

La Cárcel Negra (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora