Dolor Agradable

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Un hombre levantó una religión a los pies de un demonio

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Un hombre levantó una religión a los pies de un demonio.
Un Inmortal viajaba entre el Cielo y el Infierno.
Los hijos de Lilith, vampiros, estaban destinados matarse entre ellos.
Un grupo de ángeles le dio la espalda a Dios y a Satán.
Los monstruos se levantaron.
Los antiguos Dioses habían recordado que la humanidad existe.
Y las almas siempre serían una moneda de cambio.

Henrietta era una simple mortal, no heredó ningún poder ni tenía una función importante en el tablero del Universo. Ella solo siguió las sugerencias que en su juventud le hizo un héroe y desde ahí formó su camino por sí misma. En un mundo donde Satán había estado constantemente en televisión, la Iglesia de Satán era una religión seria. Por ahí andaba otra formada de ateístas que no tenían mucho sentido de existir cuando Jesús vivía en una pequeña casita de un pueblo olvidado ¿No?

En ese peligroso mundo ella ascendió y se hizo del poder rápidamente, se armó para proteger a los suyos porque ya le había fallado a uno. Firkle casi había muerto por invocar un demonio por su cuenta y ese peso lo cargaba sobre sus hombros por no haber estado ahí para él.

Sus ojos se posaron en la pequeña figura recostada en su regazo. Siempre luciría así, pálido como una muñeca de porcelana, suave cabello negro cubriendo sus facciones proporcionadas y andróginas, a juego con una delgadez permanente, tentativamente peligrosa por la forma en que se pronunciaban sus huesos. Pero ahora los labios carnosos tenían colmillos presionándolos. Firkle se había alimentado con frenesí, como siempre y tenía restos de sangre en todo el rostro. No dormía, pero descansaba en un pequeño trance. Sus dedos seguían acariciando el cabello húmedo, dejándole manchas en las manos. Pero no le importó.

La puerta de su habitación se abrió. Paso, golpe, paso, paso y golpe. No levantó los ojos para saber que Michael había vuelto, el aroma a cigarrillo llegó a ella, con un dulzor que debía ser por hueso de ángel molido dentro del filtro. Solo con el aroma podía sentir el cosquilleo de paz que generaba.

Firkle abrió los ojos de golpe, intensos y rojos. En un fluido movimiento se bajó de su regazo, cayó en el suelo como un felino y se impulsó contra Michael haciendo que este botase su bastón. Ella miró como el hombre no se inmutó y presionó el cigarrillo en los labios del menor, dejándole fumar tan cerca de su cuello que cualquiera temería por su seguridad. Excepto ellos. Firkle inhaló un par de veces el tabaco y ella pudo notar como se le erizaba la piel.

- ¿Te quema? -aventuró.

Después de todo, Firkle era un tipo de demonio, debía molestarme en algo el contacto angelical de cualquier tipo.

- Es un dolor agradable. -el pequeño giró la cabeza, colgándola ligeramente para observarla- Quiero quedarme.

El amanecer debía estar próximo. Ellos ya no sabían qué hora era o qué ritmo puntuar, seguían un estilo extraño y sin constancia. Pero no le importaba el desorden en su rutina o cuántas personas se enojarían cuando ella retrasara todo por no haber dormido bien. Henrietta le hizo un gesto para que se suba a su cama y este se movió tan rápido que en un parpadeo ya estaba en el centro del colchón, restregando el rostro manchado contra los cojines. No le molesta ese caos. No le molesta nada que tenga que ver con Firkle.

Dolor Agradable «South Park»Where stories live. Discover now