Irreconocible

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Cuando yo tenía 6 años vi un libro sobre la selva virgen que se titulaba "Historias vividas", una magnífica lámina. Representaba una serpiente boa que se trataba una fiera. Había vuelto a encontrar ese libro sobre la selva que tanto me encantaba de niño y de repente todo se hizo más claro con solo ver la portada del libro. Yo era una presa, una víctima, no era nada, y la cruel organización dentro de la escuela era la boa, engullía nuestras esperanzas y metas; envolvía y quebraba nuestra alma dejándonos sin fuerzas, dejándonos vacíos. Ya no quería ser una presa.

Antes de ir directo al final, les contaré mi comienzo, el día en que todo cambio para mi, el primer día de escuela.

Habían transferido a mi madre dándole un gran ascenso, gerente en ventas en New Castle, Pennsylvania, la empresa había estado perdiendo muchos compradores poco a poco, así que su tarea era volver las pérdidas en ganancias. Mi padre era escritor así que el cambio de lugar no afectaba mucho en su trabajo.

El autobús estaba repleto de niños y niñas ansiosos por el regreso a clases. Junto a mí se sentó un niño enclenque de rizos castaños y ojos verdes, parecía bastante nervioso. Limpiaba sus manos sudorosas.

— ¿Estas bien? —pregunte un tanto preocupado con la intención de hacer un amigo.

— ¿Se nota mucho? —contestó con una pregunta. — Me van matar — susurró volviendo a limpiar sus manos. Fruncí levemente el ceño inquietado por su respuesta.

— ¿Quiénes?

— Ojos... lo sabrán —susurro cerca de mi oído, como si estuviera diciendo una palabra prohibida, miró alrededor con cautela temiendo que lo hubieran escuchado. Asentí no entendiendo de lo que hablaba, supuse que estaba paranoico, muchos videojuegos probablemente por lo que decidí ignorar la conversación quedándome callado el resto del camino.

Las clases habían sido una tortura. Luego de reclamar mi horario en la dirección, todos los profesores me hicieron presentarme a la clase, proceso estándar de llegada a un colegio nuevo y gracias a eso, todos me miraban y susurraban, era el nuevo bicho raro de la clase. A la hora del almuerzo todo se hizo más fácil aunque solo un poco, nadie me conocía, ni les interesaba, pero seguía sintiendo las miradas sobre mi, todos sabían reconocer la carne fresca. 

De repente, un chico tropezó conmigo, siguió corriendo hacia los baños sin importarle en lo más mínimo, había un gentío intentando entrar al baño, gritos de entusiasmo, no sabía qué sucedía, la curiosidad me envolvió haciendo que tomara la dirección de todos, me hice paso entre el tumulto de chicos llegando hasta el ojo del huracán y de todos mis futuros problemas. Un grupo de chicos sostenía a otro de cabeza en el sanitario, ahogándolo, lo sacaron un par de segundos y volvieron a sumergirlo, repitieron el proceso dos veces más y finalmente lo sacaron dejándolo en el suelo junto al inodoro. Toda la gente se dispersó en un minuto, estaba petrificado, mis pies no respondían, era el chico enclenque del autobús, de repente me vino a la mente la pequeña conversación que creí no significaba nada.

— Lo siento —susurre saliendo apresuradamente del baño siendo empujado de vuelta dentro y colocando contra la pared, acorralando ahí.

— El niño nuevo —dijo, un chico de seguramente un curso más avanzado al mío sonrió junto a su amigo. Me sostenía contra la pared. — No te preocupes por ser nuevo, aprenderás las reglas de aquí. —me soltó con una risa burlona y siguió caminando perdiéndose entre la gente. ¿Aprender? Un escalofrío recorrió mi espalda con una abrumadora sensación de incertidumbre.

Volví del colegio aun aturdido por lo que había pasado, miraba por la ventana del autobús.

— Gracias — escuche un susurro junto a mi por lo que voltee, era el chico de rizos, lo vi a los ojos por un minuto sin entender porque me agradecía.— Por disculparte, no era tu culpa y sé que no podías hacer nada contra Los Verdugos, nadie puede... el castigo sería peor. — agregó encogiéndose levemente de hombros, no sabía qué responder.

— De nada... supongo —murmuré recordando la escena sintiendo vergüenza de mí mismo, la persona que no hace nada es igual de culpable al que hizo el daño. El cambio el tema presentándose, se llamaba Harry; de la nada varios temas de conversación surgieron haciendo el trayecto a casa extremadamente corto. Me baje del autobús, ya tenía un amigo.

Poco a poco fui conociendo la escuela y como había dicho El verdugo; las reglas, la gran organización de castigos que venía con ella. Primero estaban los ojos o vigilantes, ellos observaban todo, si algo pasaba dentro de la escuela ellos lo sabían, estaban en todas partes, los informadores de la cabeza de toda la estructura clandestina dentro de la escuela, La orden roja, nadie sabía quiénes eran, pero todos estaban seguros de que estaban ahí, regían toda la escuela de acuerdo a unas reglas; la orden tenía a su disposición un grupo selecto de bien formados Verdugos, ellos impartían los castigos sin el más mínimo remordimiento o piedad. Y todos a su vez formaban parte de El bombillo rojo, la gran sociedad secreta que daba castigos a los desadaptados, nerds, raros, cualquiera que no encajara. Todo en esa escuela tenía su razón de ser, si castigaban a alguien era porque sobresalía demasiado, se destacaban como primeros lugares en todas las clases, eran demasiado diferentes para existir. Todos formamos parte de eso al entrar a la escuela, incluso los que no queríamos serlo, éramos espectadores, víctimas o castigadores, todos éramos culpables de la muerte de cada una de las personas que decidían no soportarlo más.

De repente, todo cambió, La orden me eligió, la nueva víctima; comenzó de la nada, empujones entre el gentío, zancadillas en los pasillos, las clases o la cafetería, siguió empeorando de modo que ya no era simple crueldad "inofensiva", se convirtieron en golpes en las costillas, pequeñas sesiones de ahogadas en los baños, tacleadas innecesarias e ilegales en los juegos de contacto, acorraladas detrás del edificio antes de entrar al autobús. Harry era mi único consuelo, nos habíamos convertido en grandes amigos, aunque secretamente sabía que él había desatado esto, ser su amigo había sido mi pecado para ser elegido y puesto en la lista negra.

Ya contado el comienzo de todo podemos ir directamente al final, luego de encontrar en la biblioteca de mi padre algo que creía haber perdido años atrás entendí también la cadena alimenticia en la escuela, la necesidad del cambio y del dolor, había aprendido lo suficiente para dar mi último intento y enfrentar a La orden, así que fui preparado, lucharía mi última batalla. 

Pelee cuerpo a cuerpo con uno de ellos, ese mismo día fui llamado, había demostrado coraje y capacidad así que fui nombrado Verdugo. Los días pasaron, ya no era presa, era el depredador pero seguía sintiendo el aplastante vacío en mi, los rostros aterrados de mis víctimas se hacían presentes en mis pesadillas, eran ellos o yo, de repente en un ataque de terrible claridad entendí que estaba equivocado al creer que mi última batalla había sido contra ellos, era conmigo mismo. La abrumadora sensación de que era un ser despreciable inundó mi cuerpo haciendo que no pudiera evitar llorar, era un monstruo, me había convertido en lo que había odiado por tanto tiempo, todo detonó ese antes inexistente y ahora necesario sentimiento suicida dentro de mí y ahí acabe, colgado del techo de mi cuarto, asfixiado por un nudo hecho con mis propias manos a medianoche, muerto.


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Gracias por leer <3 Y si tienen cualquier corrección sobre el texto pueden comentar, todos queremos mejorar, ¿no?

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⏰ Last updated: Aug 07, 2019 ⏰

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