Capitulo 1

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Comienzo a picar las zanahorias al ritmo del cual mi madre numerosas veces se quejó por la posibilidad de quitarme una uña y parte del dedo. A lo lejos solo escucho a Carl con el choque de los juguetes pero sé que Ana no es igual de tranquila. Termino de cortar las zanahorias y dejo el cuchillo a un lado dirigiéndome a la entrada de la casa confirmando mientras pasaba por la sala que Carl como siempre jugaba solo haciendo el menor ruido. Al llegar a la puerta salgo de la casa y no veo en los alrededores a Ana. Comienzo a llamarla pero no responde. El hecho de que haya ido al bosque de curiosa me atormenta. El bosque apenas pasaba por la parte de atrás de nuestra casa así como las de muchas otras de la zona. Sin embargo eso o hace más reconfortante la idea de que uno de tus hijos juegue en el sin estar al alcance de tu vista y mucho menos informada. Camino hasta la parte trasera de la casa y a lo lejos observo en medio de la oscuridad causada por el comienzo del anochecer, añadiendo la oscuridad del bosque. La silueta de una niña sujetada de la mano de lo que parece un hombre. Ambos corren y saltan bosque adentro y yo comienzo a sentir mi corazón acelerarse. Corro tras ellos mientras vuelvo a gritar el nombre de mi hija repetidas veces. Los pierdo de vista y me detengo, todo meda vueltas, empiezo a sentir como entro en pánico, pero no dejo de gritar su nombre. Algo toca mi hombro con firmeza y yo me volteo de inmediato.

-¿Ángela?

De pronto cesa, mi pánico, mis gritos, todo para, solo para asimilar el hecho de ver a mi hermano frente a mí tomando de la mano a Ana.

-¿Cómo te atreves a salir así sin avisar? – grito enfurecida.

- Espera Ángela fue error mío el hecho de no avisar mi presencia y que jugaría con ella, no...

-Sebastián te agradezco que no te entrometas – interrumpo a mi hermano el cual frunce el ceño.- A la próxima ella debe estar consiente que debe avisarme a donde sea que vaya y con quien sea que ira.

Me levanto del suelo y entramos a la casa, pero noto algo diferente en el espacio cuando paso por la sala. Mi pequeño ya no estaba.

-¿Carl? – lo llamo parada en medio de la sala.

-¡Mamá! – escucho a Ana gritar en el pasillo que da a los cuartos.

Me dirijo allí y lo que encuentro es a mi hija en la mitad del pasillo, la ventana al final rota, que da a una parte del bosque y una sombra moviéndose con agilidad por el mismo dejando atrás solo una ráfaga de viento y el pequeño carro de mi hijo tirado al lado de los pedazos de la pared fue lo que me hizo entender que algo haría que mi familia se destruyera a partir de ahí.

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⏰ Última actualización: Aug 02, 2019 ⏰

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El silencio de los niñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora