✵rompe bolas✵

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Tomás suspiró y miró a Camila.

—perdón.— se sentó en el escritorio.

— tengo que dar clases.— se lamentó. — me voy a comer una cagada a pedos de la directora, ¿cómo voy a caer en la trampa de una nena de cinco años?

—si te sirve de Consuelo, yo también caí.— se encoge de hombros.

—vos sos el padre, a vos te hace lo que quiere.— la maestra rodó los ojos.

el peliverde se iba a quejar, pero su teléfono sonó.

—Inés... siempre tan oportuna.— contestó.

—que bueno, como veo que no estás al tanto de los papeles que te envié...

—te dije que me limpio el culo con esos papeles.— la interrumpió.

la maestra lo miró sorprendida y tomas le sonrió algo avergonzado.

— que mal educado... por eso mi nieta tiene que estar conmigo, yo le puedo dar la crianza adecuada.

—¿qué crianza le vas a dar? si estás cada día más vieja, ya te vas a morir, no pienso dejar que mi hija sufra la pérdida de una anciana caducada.

Camila se dió cuenta que las palabras de Tomás reflejaban odio, así que se acercó a él y posó su mano en el hombro de campo.

éste le sonrió y volvió a escuchar a su ex suegra.

—es mi nieta, tengo derecho a verla.

—vos lo dijiste, tenés derecho a verla, pero no a tener la tutoría, y mientras yo esté vivo, vos no me vas a alejar de la única cosa que hice bien en la vida.

Inés suspiró.

—así que te pido por favor que me dejes de joder, y de paso que te tires de un piso veinte, vieja rompe bolas. — cortó.

—que intenso...— opinó ella.

—perdón, es que esa señora me saca.— se disculpó.

—¿me querés contar?— se sentó a su lado.

— es una larga historia.

—bueno, vamos a estar encerrados bastante tiempo al parecer.

—Inés es la abuela de Emma, y desde que murió milagros me pelea con que quiere tener la custodia de ella.

—¿y por qué?

—tal vez no quiere que le pase lo mismo que le pasó a mili.— se encogió. — ella siempre me culpó de todo.

Camila asintió.

—hasta que a veces llego a pensar que tiene razón, si ese día no hubiésemos discutido, tal vez el día de hoy mi hija no me estaría buscando novia.

—no fue tu culpa. — lo apoyó.— no lo fue.

—que se yo, siempre estoy tratando de que emma esté contenta, siempre estoy tan pendiente de ella, que hasta a veces me olvido de mi.

—y emma se da cuenta, es chiquita pero no tonta... ¿por qué te pensas que nos hizo esto? ella te ve triste, y quiere volver a tener el papá que eras cuando milagros seguía con ustedes.

los dos se miraron, tomas le dió la razón, y Camila se acercó a él.

—¿qué onda que hacen acá?— mauro entró al aula.

—¿cómo entraste?— preguntó la maestra.

—estaba abierto. — se encogió de hombros.

—yo... me voy a dar clases. — saluda a tomas y se va.

—sos un hijo de mil puta.— el peliverde empuja a mauro.

—¿te iba a besar?— preguntó sonriendo.— perdón hermano.

[✵]

tomas tocó la puerta de la casa de ivo, y abrió julieta.

—hola cazzu, ¿y khea?— preguntó.

—en su pieza, subí.— la morocha se hizo a un lado.

—emma, anda a jugar con León. — ella asintió y se dirigió hacia la habitación de él.

—hermano. — saludó ivo.— me tenés que ayudar en algo.

—decime.

—apareció mi auto.

—buenísimo.

—no buenísimo no, la cuestión es que no quiero volverlo a tener.

—y véndelo.— ivo rodo los ojos.

— hecho mierda vale mucho más que sano.— le sonrió.

—ajá.— asintió.— ¿y?

— y que vos y los otros me tienen que ayudar a hacerlo concha.

—¿y los nenes?

—los dejamos con cazzu, no pasa nada.

[✵]

una vez que llegaron al descampado y divisaron el auto de khea, los papis caminaron hacia él.

—es hora de descargarse. — ivo levantó un palo.

mauro y Nacho hicieron lo mismo con un pedazo de madera y tomas suspiró al levantar su bate de béisbol.

— ¡zoe hija de puta me vas a dejar seco!— gritó Nacho y le pegó al vidrio del copiloto.

—¿seco en qué sentido?— preguntó mauro.

— en que quiere coger, todos los días, a cada hora.

— al menos coges.— tomas agarró bien su bate.

— ¡lola hacete cargo de una vez por todas!— mauro le pegó al capó.

— gianella sos una hija de re mil puta, te odio.— ivo le pegó al baúl.

—¿tu ex volvió a romper las bolas?— preguntó Nacho, ivo asintió.

— ¡Inés vieja chota!— campo le pegó al parabrisas.— ¡te odio!— le pegó en el techo.— ¡deja. de. hacerme. la. vida. imposible. — cada palabra era un golpe para el pobre auto.

—bueno, creo que le tenemos que dejar todo el trabajo a tomi, lo necesita.— opinó el spallatti mayor.

❝señores papis❞Where stories live. Discover now