17. "Sentimientos encontrados, una confesión"

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Hardy.

Me desnudo y me sumerjo en el agua caliente. Cuando mi cuerpo está completamente envuelto en calor, suspiro mientras mis músculos se relajan. Aún se me dificulta moverme porque mis heridas no han sanado del todo.

No he vuelto a ver a la pequeña rubia desde de esa noche en la que crucé la maldita linea, cuando la toqué y le di placer con mis dedos. Cuando no fui consciente de que ella solo estaba borracha y en realidad no me quería. A veces el alcohol te hace desear y hacer cosas que en verdad no quieres, y después, despiertas el siguiente día lamentando la noche anterior ¿me pregunto si habrá lamentado lo que sucedió?

El resto de los cinco días en los que he tratado de mantenerme lejos de ella han sido una jodida sucesión abrumadora de elucubraciones de lo que podría haber sido si me hubiera quedado en el maldito cuarto y hubiera terminado lo que empecé. Cierro los ojos y lo único que logro escuchar son sus jadeos, que me rodean por todas partes; es jodidamente frustrante y el hecho de que no puedo tocarla, ni sentirla cerca empeora las cosas.

Creo, simplemente, que el solo pensar en ella me provoca ansiedad y despierta ese lado oscuro que ha estado dormido y controlado de mi trastorno. Intento alejarla de mis pensamientos mientras me pongo unos vaqueros y mis botas. Me dirijo a mi despacho, evitando a toda costa girar en dirección a mi habitación y buscarla.

Es hora de que vuelva a hacerme cargo de mis negocios. He estado ausente un poco más de un mes mientras me recuperaba. le dejé el negocio familiar a Anton hasta que pudiera volver.

Cuando entro al despacho veo a Anton sentado trás el escritorio hablando por teléfono. Veo su gesto contrariado e irritado y parece que no ha podido dormir en días. Cuando me ve entrar termina rápidamente la llamada y me recibe con un abrazo.

¡fratello! —Saluda en italiano. El edor a alchool golpea mis fosas nasales —. Qué bueno que estés bien.

Frunzo el ceño, —¿Qué sucede? ¿hay algún problema con los negocios?

—Estamos teniendo problemas con el nuevo jefe. El viejo Stracci, con el que hacíamos los contratos murió y ahora su hijo es el jefe de la banda local y se está haciendo el duro con los negocios conmigo. Se llama Carlo Stracci. Quiere subir el precio del cargamento porque dice que tiene que comprar más policías y protección para que el cargamento pase seguro la frontera. Me he negado a pagar más y ahora está… presionando.

Aprieto la mandíbula. Joder, necesitamos ese cargamento sano y salvo. Perdería mucho jodido dinero si las cosa llegan a salir mal. Mi padre construyó varias tiendas alrededor de la ciudad para lavar dinero. La mitad del dinero de nuestra familia esta distribuido en esas casas y la otra está en un banco que pertenece a un amigo de mi padre. Me he encargado de que una gran parte del dinero negro, fuera legal y lo invertí en mis casinos, hoteles, bares y clubes.

Los cargamentos de droga y de armas que vienen en esos camiones desde México son un pilar importante para mis negocios con los rusos.

—Yo lo arreglaré. Llamalo.

Anton asiente y se dirige el escritorio para hacer la llamada. Rodeo el escritorio y tomo la llamada.

—Lucio Stracci? —Gruño.

Sí. ¿Qué quieres? —Escucho la voz ahogada al otro lado de la linea.

—Soy Hardy Brasi.

Ah, —ríe, como si hubiera estado esperando mi llamada —haz estado ausente y creo saber por qué me llamas, aunque hubiera preferido que tuvieras las bolas de venir a verme. Supongo de que tu hermano te informo que quiero el doble de paga... Ya sabes, por la seguridad de la mercancía.

La obsesión de Hardy©                                         [Tom Hardy]Where stories live. Discover now