¡No me hagas enojar más!

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Las zancadas que daba denotaba su furia ante la situación por la que su creador pasaba.

Los inmigrantes tenían a USA hasta la coronilla, eso significa que también a él, el norteamericano le permitió tener una junta con el mexicano sobre esto y se dirigía hacia el lugar donde lo citaron.

La puerta fue abierta con brusquedad, dando a conocer a México el cual dio un respingo en su lugar debido a que FBI lo había asustado.

¡Esto tiene que parar, México!— dijo cerrando la puerta detrás suyo.
USA está agotando toda su paciencia ante tus inmigrantes salvajes, o los detienes o te atacaré.— se quito sus lentes y gorra y los dejo caer en el escritorio.

Que lo haga, no me importa, eso de lo que hablas es una exageración, por favor FBI, solo di que querías restregarme en la cara tu nueva gorrita.— dijo burlón, no tenía muchas ganas de hablar sobre eso.

Estaba débil por aquello, lo último que quería era que los demás lo vieran con ojos compasivos.

¡Estoy hablando enserio!— golpeó la mesa con fuerza, asustando al latino, el cual lo miro con temor por milésimas de segundos, cambiando su expresión a una más calmada.

Sin embargo, FBI lo había notado.

Se volvió a poner recto y comenzó a caminar hasta donde el mexicano se encontraba sentado.

El escritorio era circular, así que comenzó a rodear el pedazo de madera.

Dime... México... ¿Como te sientes al saber que Rusia apoya lo que Trump hace?— México se tenso, pues pensaba que Rusia lo apoyaría y el saber eso, fue como una apuñalada en su espalda.

¿Como te sientes con lo que sucedió en CDMX?— el latino miro hacia otro lado, su cuerpo emanaba sudor frío, aún así, se mantenía firme.

Pero... Sobre todo eso...— lo obligó a mirarlo a la cara.

¿Qué opinas de esto?— en un movimiento rápido, dejo a México encima del escritorio con sus dos manos siendo retenidas por una suya y con la otra tapaba su boca.

Sin darle tiempo de asimilarlo, mordió su cuello con fuerza, dejando una marca y de esta, sangre comenzaba a salir.

¿Ya harás algo con los inmigrantes, México?— dijo apretando el agarre en sus dos manos y quitando la otra de su boca.

Me la pelas, pinche mastodonte.— FBI sonrió con malicia al momento que de su bolsillo sacaba unas esposas.

¿¡Qué crees que haces!? ¡Ayuda!— le coloco aquella herramienta en sus brazos, aunque tuvo que girarlo para eso.

—Grita todo lo que quieras... Las paredes tienen un material que nada se puede escuchar por afuera...— lo volteo con brusquedad, observando así, como su terror había vuelto.

Es un castigo, México...— rompió su camisa y lamió sus labios con lujuria.

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