3. just a talk

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Temo pudo haber disfrutado de cruzar esa calle totalmente vacía a las ocho de la noche. Y se dice ¨pudo¨ porque, bueno eso de totalmente vacía no era del todo cierto.

La calle no estaba repleta de personas como usualmente lo estaba, sin embargo, solo había una persona.

Y –oh por dios, realmente mi suerte me está tentando estos últimos días.

Temo se encogió de hombros y se escondió mas en el gorro de su chamarra al cruzar la calle, apretó sus manos en los bolsillos de la chamarra y aceleró el paso.

— Hola —escuchó detrás de él.

Temo, dio un brinco al escuchar la voz grave de Aristóteles y se volvió dándole cara. Respiró profundo y sacó sus manos del bolsillo para quitarse el gorro. Aristóteles solo sonrió debido al susto y la tierna reacción del chico de mejillas bonitas.

— No hagas eso —le dijo Temo, un poco sobresaltado.

Aristóteles le regaló una sonrisa radiante.

— Hola —repitió Aristóteles después de varios segundos en silencio.

Temo giró su cabeza a casa de su abuela para ver si no había nadie afuera observándolos. Volvió a mirar a Aristóteles quien, después de todo no dejaba de sonreír.

— Hola —respondió Temo, finalmente.

— Soy Aristóteles.

Ya se...

— Soy el hermano de Mateo —agregó.

Temo quedó un poco en shock, puesto que Mateo nunca lo mencionó como su hermano y el parecido con Aristóteles no era tan siquiera un poco.

Aristóteles es más guapo...

Temo seguía preguntándose qué mierda estaba sintiendo en esos momentos y porque jodidos estaba pensando que Aristóteles era más guapo que Mateo. ¿A quién mierda le importa eso?

— Soy Temo, soy primo de Diego —sonrió.

Aristóteles se acercó más y sonrió un poquito más entusiasmado.

— He visto a tu primo Diego —dijo —es muy escandaloso.

Temo soltó una risilla y agachó la cabeza, acertando eso mismo en su mente. Diego se daba a notar demasiado rápido.

— ¿eres igual que él? —preguntó —eres muy guapo.

— Yo no sabía que eras hermano de Mateo —dijo Temo, tratando firmemente de ignorar sus palabras anteriores —no se parecen en nada.

— Las personas creen eso la mayoría del tiempo. ¿Cuántos años tienes? —este chico y su tendencia de decir varias cosas a la vez.

— Catorce —contestó — ¿y tú?

— Eres un bebé —soltó Aristóteles.

Temo alzó una ceja cuestionándolo. Aristóteles se acercó mas a Temo, y este pudo percibir el perfume del de pelo rizado. Temo tragó duro pues olía muy, demasiado bien.

— Es tarde y tú no deberías estar aquí afuera —susurró Aristóteles —es peligroso.

Temo entrecerró los ojos porque eso había sido demasiado serio, como si realmente se preocupara por él. Temo se puso el gorro de nuevo. Aristóteles soltó una risilla.

— Está bien, ponte ese gorro, no queremos que las personas vean lo lindo que eres, sus ojos no merecen tanta luz de tu parte, y bueno, también te puedes enfermar.

— Eres muy raro —murmuró Temo.

— Buenas noches Temo, cuídate.

Aristóteles dio la media vuelta y antes de entrar a su casa, volvió a ver a Temo y cruzó sus brazos en su pecho, como si estuviera a punto de discutir.

— ¿no vas a entrar? De aquí te voy a ver, solo para estar seguro que llegues seguro—dijo Aristóteles, recargándose en la puerta aun con los brazos cruzados.

Mierda, vive demasiado cerca de la casa de mi abuela...

Temo dio media vuelta torpemente y regresó a casa de su abuela, con calor en sus mejillas, con la manos sudadas y con el corazón latiendo a mil por hora.

Se supone que hace veinte minutos se estaba congelando de frio. 




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