Capítulo 3.

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La mirada de Seonghwa desprendió asombro, lo cual, avergonzado, intimidó al menor, provocando que sus comisuras se elevaran con intención de romper con el silencio nuevamente, al mismo tiempo en que una risita divertida calaba por su garganta.

—Es broma—soltó—. Yo no haría una cosa así.

El de pelos negros rió levemente, aliviado al percatarse de que sólo se trató de un juego. Yeosang comenzó a mirar a su alrededor con la curiosidad en su pecho y el silencio en sus labios. Pequeños pasos por toda la habitación retumbaban por los oídos de Seonghwa, quien lo observó silencioso desde el borde de su cama. Aún no caía en la idea de que alguien esté pisando su habitación, ni cuán curioso y extrovertido podría llegar a ser un chico, tal cual como un niño atrapado en el cuerpo de un joven. Aunque, de tratarse de joven, Yeosang se veía igual que un niño, con sus facciones refinadas y pequeñas, su piel suave a la vista y su vestimenta inusual en un chico de su edad.
En que las horas transcurrieron hasta la aparición del alba, Yeosang descubrió que Seonghwa era alguien de pocas palabras, ya que sólo negaba o asentía a todo lo que él le preguntaba, o respondía con no más de dos palabras. Sin embargo, la presencia del otro no incomodó a ninguno de los dos. De vez en cuando Seong tenía la oportunidad de observar con mayor detenimiento los detalles de Yeosang. Creyó que le había pegado algo de su curiosidad.

—Vi algunos dibujos sobre aquel estante, ¿los hiciste tú?—quiso saber.

—Sí, pero ya no los hago.—respondió fugazmente.

—Tienes un bloqueo artístico, ¿no es así?

—No son arte, pero sí tengo un bloqueo.

—No sé nada sobre arte, pero se ven tan bonitos como eso—ambos sonrieron, Seong algo cohibido—. Si quieres, puedo ser tu modelo. Haré la pose que quieras y tú me dibujas.

Seonghwa no pudo evitar reír ante la ocurrencia del menor. Sus modelos provenían de los periódicos y fotografías de las revistas. A veces observaba desde su ventana a la gente pasar, y captaba con sus ojos los movimientos que hacían para luego pasarlos con una lápiz y un papel. Aunque, hace meses no había tocado nada, tanto sus ganas como sus ideas se habían esfumado, y que no aparecieran crearon momentos de frustración, incluso la idea de rendirse ante ese pasatiempo y no volver a hacerlo.

Alguien tocó a la puerta, la hora de la cena había llegado. Seonghwa rechazó el ofrecimiento de la empleada, al igual que Yeosang. Una idea mejor había llegado a él. Después de tanta insistencia y un Seonghwa poco convencido, logró cumplir su deseo de salir a comer en las calles, iluminadas por la luna y los faroles, algún que otro cartel y los autos pasando de vez en cuándo. La brisa fresca movía con libertad los cabellos de ambos, los pasos del mayor dependían de los del menor. Cuadras adelante, Yeosang optó por hablar. Habían tantos puestos de comida como de chucherías, gente caminaba por la calle de puesto en puesto, curiosos. Era la primera vez que el mayor había visto a tanta gente corriente sin mirarse ni decir nada. Yeo quería algo frito, pero, Seonghwa no estaba seguro de qué pedir. Nunca había comido en un bar, mucho menos en puestos callejeros.

—Si quieres pido por ambos lo mismo, debes probar esas cosas.—dijo señalando un bastón.

El más alto asintió, y el otro se dispuso a pedir dos. Como acostumbraban, se pagaba luego de terminar lo que habían comprado, pero, a ambos se les presentó un grave problema que los puso a temblar.

—Olvidé traer dinero—susurró el menor, analizando sus bolsillos.

—Tranquilo, yo pagaré—dijo el mayor cavando entre los tuyos, pero tampoco encontró nada, lo que lo alteró—. ¡Joder! No traigo nada.—murmuró precipitando los nervios del menor.

Creyó que se habían metido en un gran problema, aunque era el único que pensaba eso. Yeosang ya pasó por esas cosas, y escapar siempre ha sido la mejor opción. Esta vez no sería la excepción. Miró al vendedor de chucherías hasta que éste se volteara, y se acercó con cuidado al oído de Seonghwa.

—Vámonos—susurró tomando de su muñeca.

Seonghwa no dudó en obedecerlo, además de que ya era tarde para arrepentirse, el menor ya había tomado rienda suelta. Ambos caminaron entre el gentío en dirección de alguna salida cerca. Para suerte de ambos, nadie había notado su escape, pudieron salir sin problemas de la feria.
Yeosang comenzó a correr por las calles vacías de Seúl, Seonghwa siguiéndolo en todo momento sin tiempo de cuestionarse las actitudes extrañas del menor. El viento chocaba contra cada parte de ellos, el único sonido era el de sus zapatos estampando contra la acera brillante.

—Hace bastante no corro así—expresó cuando por fin pararon, intentando recuperar su aliento.

—Es una linda forma de aliviar un problema que antes preocupaba.—respondió el menor.

—¿Escapar de un problema?

—No es lo mismo. Esto te libera de ese problema.

Seonghwa sonrió, asintiendo reiteradas veces.

Él se había encontrado con un alma libre, expresiva. Podía notar que estaba lleno de vida, hacía lo que su mente ordena y no lo que creía correcto. Yeosang había despertado curiosidad en Seonghwa, algo que nunca había sucedido con ninguna otra persona.















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Me tardé un montón aaaa meperdonan? :(

1990. [SeongSang AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora