Daddy.

12.

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La luz que entraba por la ventana y pegó directo en mi rostro me despertó de mi sueño profundo. Visualicé la hora en el reloj y era la una de la tarde, ¿cómo pude haber dormido tanto? De igual forma no tenía nada importante para hacer, así que no me molestó en lo absoluto seguir durmiendo. Sentí como un brazo musculoso rodeaba mi cintura, buscó mi mano y la entrelazó con la suya.

Creí que había sido un sueño...

Me di la vuelta en la cama quedando frente a Louis, podía observarlo dormir plácidamente y también podía darme cuenta que si por él fuera, dormiría hasta las 5 de la tarde. Sus ojos estaban cerrados y su respiración era lenta y profunda, me generaba mucha tranquilidad, así que me acerque más a él y me acurruqué en su cuello, quedando más pegados que en el inicio. A Lou no pareció molestarle ya que me tomó de la cintura y acarició mi cabello.

– Esto es lo que siempre odié de dormir contigo... Te mueves demasiado – Susurró con su voz ronca en mi oído, haciéndome estremecer, se oía tan sensual.

Largué una pequeña risita y besé suave su cuello – Lo que yo siempre odié de dormir contigo, es que siempre te robas las sábanas.

Pude sentirlo sonreír mientras acariciaba mi espalda desnuda y jugaba con mi cabello un poco enmarañado. – Tengo un corazón un poco frío, de noche tiemblo, necesito más sábanas que tú. Corres con la ventaja de que tu dulzura y tu belleza te mantienen caliente.

Subí mi mano por su pecho desnudo y acto seguido saqué mi cabeza de su cuello para mirarlo al rostro. La mayoría de las mujeres sienten pánico en estos momentos, pero a mí no me importa, ya vio mi trasero, ¿qué peor que eso? – Halagos baratos Tomlinson, ¿de dónde los sacaste?

Me miró divertido, hoy tenía los ojos azules, se veía hermoso. – Lo siento, es que me calienta y a la vez me enternece verte aquí así en mi cama.

Posó su mano en mi mejilla y se acercó dándome un beso dulce en los labios. Nuestras lenguas hicieron contacto apenas se sintieron, y de pronto sentí los dientes de Louis atrapar mi labio inferior para luego soltarlo.

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Terminé de vestirme y caminé a la sala a buscar mis zapatos, vi a Louis muy entretenido con su celular. Admito que me provocó un poco de celos dado la última vez que lo vi hacer eso, sentí una pequeña presión en el pecho y malestar en el estómago.

Eran las 7 de la mañana, Louis debía irse a trabajar y yo tenía que ir a mi casa. Eran vacaciones, él es profesor y yo ya había terminado la secundaria, apenas era diciembre en Londres, debía empacar mis maletas porque en menos de un mes, partiría a Nueva York.