CAPÍTULO 22

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ALICE

¿Por qué siempre termino cerca de él? Por más que me alejo e intento evitarlo, no hay manera. Su presencia me persigue a donde quiera voy.

-Es algo sin importancia –digo mientas entramos por la puerta de la biblioteca.

-Sé que no es para tanto pero se supone que debíamos hacer el trabajo juntos, ahora no sé qué material utilizaste –dice y me obligo a concordar con él, tenía toda la razón aunque me costara horrores admitirlo.

Pasamos toda la tarde ocupados, revisando mi trabajo y adaptándolo al de él. Casi nos volvemos locos, al parecer no era tan fácil como creíamos. Debí esperar para hacerlo juntos, leer todo lo que había hecho desde el principio lo que hizo fue atrasarnos más pero luego de mucho esfuerzo y un increíble trabajo en equipo logramos conformar un trabajo de calidad.

-¡Al fin! –exclama Erick recostándose en la silla.

-No puedo creer que hayamos terminado –digo.

-Ni yo –concuerda conmigo –te invito a un helado.

No puede ser, Erick invitándome a tomar helado, ni loca.

-No gracias –niego y se sorprende.

-No te voy a secuestrar –dice y se ríe.

-¿No dijiste que la tregua acabaría cuando llegáramos a la universidad? –le recuerdo.

-Si lo dije, pero esto es un caso extraordinario, forma parte de la tregua.

-Vamos a tener que hacer reglas –digo y me mira mal.

-No seas ridícula, ¿vas a ir o no? –me ladra.

Pensándolo bien, tenía mucha sed y me había gastado el dinero del día, que más daba soportarlo unos minutos. Quizás y se comporte amable aunque eso va a estar difícil.

-Está bien, ¡vámonos! –digo y me levanto de un tirón.

Salí caminando primero mientras que él se quedó recogiendo los papeles. En la universidad, al parecer ya no había nadie, estaba desierta. Fui al estacionamiento y ahí lo esperé, recostada a su auto rojo. A los pocos minutos llegó, me abrió la puerta muy educadamente y nos pusimos en marcha.

-¿Dónde quieres ir? –pregunta y lo miro.

-No lo sé, no conozco muchos sitios aquí –digo a forma de disculpa.

-No importa te llevaré a un sitio agradable.

Estuvimos en la carretera alrededor de 30 minutos, dimos muchas vueltas hasta que al fin llegamos a un lugar bastante peculiar. Era bastante humilde y pequeño, a juzgar por los gustos que debería tener un chico de sociedad, este no sería el lugar correcto que debería frecuentar, pero por alguna extraña razón sabía de su existencia. Para mi sorpresa, conocía a todos ahí y lo trataban de una manera muy cordial. Rodeado por ellos, ni parecía el chico grosero que no quiere que nada escape de su control. Desde adentro, se veía bastante acogedor, había muchas mesas y sillas y una pequeña heladería al lado del mostrador. La anciana que nos atendió parecía muy amable, no sé por qué estar ahí me hacía sentir como en casa.

-¿De qué quieres el helado? –pregunta Erick con un tono que jamás le había escuchado hablar.

-Chocolate por supuesto –contesto al instante.

-Dos de chocolate señora Aurora –dice sonriente y la señora asiente.

-Es muy bonita tu novia –dice la anciana consiguiendo que me de un ataque de tos.

-No es mi novia –dice él un poco cortante.

-Perdona Erick, ya le traigo su pedido –se va un poco triste.

Enseguida Erick se levanta de la mesa y la rodea con los brazos.

-Perdona abuela –se disculpa –no fue mi intensión.

¡¿Abuela?! No entiendo nada.

Luego regresa a la mesa un poco más calmado y me entra la curiosidad.

-¿Es tu abuela?

-No lo es –dice entre dientes.

-Entonces…. ¿Por qué la llamaste como tal? –noto que aprieta los dientes y le cambia la mirada.

-No debí haberte traído –dice fríamente –había olvidado lo metiche que eres.

-¿Por qué eres tan grosero? –Digo un poco molesta –solo te hice una pregunta, no es para que te pongas así.

-Era mi nana, contenta –mira hacia otro lado para luego volver a mirarme –no me preguntes nada más, o me largo y te dejo sola aquí.

-Aquí están sus helados mi niño –dice la señora con gran amabilidad y pasa su mano por el cabello de Erick logrando despeinarlo.

-¡Abuela!, no hagas eso aquí – noto como el rostro le cambia de color y la señora regresa al mostrador.

¡Qué señora tan tierna!

-Deberías aprender de tu nana –sugiero

-¡¿Perdón?!

-Digo que deberías ser un poco más amable como lo es ella.

-Claro, para que después nadie me respete –dice con ironía y se mete la cuchara a la boca –no quiero hablar de eso.

¡Qué chico más odioso! Hay que hablar solo de lo que él diga, ya ni eso lo pueden decidir los demás.

-¿Vas a ir a mi fiesta de cumpleaños? –me pregunta nuevamente.

-Ya te dije que no –me niego rotundamente.

-¿Y por qué?

-Esa clase de fiestas no van conmigo –le espeto

-Esta clase de lugares tampoco van conmigo y sin embargo aquí estoy, no tiene nada de malo conocer otros mundos –dice y me sorprende su comentario.

-No lo sé, también están tú y tus bromas pesadas –juego con la cuchara –tal vez si me prometieras que me dejarás en paz….

-Tal vez, quien sabe –se recuesta en la silla y me mira –¿acaso me tienes miedo?, que yo recuerde tú dijiste que te tenía sin cuidado.

-No te tengo miedo –digo y cierro el puño sobre la mesa.

-No tienes de qué preocuparte entonces – me reta –y vámonos de una vez, se hace tarde y debo ayudar a Jared con los preparativos.

-La fiesta es pasado mañana, ¿verdad? –pregunto solo para confirmar.

-Sí, en el Night Club de mi padre, te mando la ubicación por teléfono –me comunica y se levanta de la mesa.

Creo que no es para tanto que valla a una fiesta, qué podría pasar. Es verdad que tengo que salir de mi zona de confort de vez en cuando.

Erick se despidió de su nana mientras yo lo esperaba en su carro. No dijo nada por todo el camino, el cuál se me hizo eterno por en silencio. Cuando llegamos a casa, era casi de noche, suerte que mi tía no escuchó el auto, si no se muere de un infarto si me ve llegar con Erick a esas horas.

Estaba muy calmada y no se sobresaltó cuando me vio entrar, algo que me extrañó bastante porque ya era un poco tarde.
-¿Cómo te fue con el trabajo? –pregunta ella y me sorprendo un poco.

-¿Cómo lo sabes? –me mata a curiosidad.

-Pasé por la biblioteca y te vi bastante atareada con un muchacho dice sonriente –no te quise interrumpir.

-Ah sí tía, recién terminé –miento y subo a mi cuarto.

De seguro mi tía no vio quien era la persona que estaba conmigo, o no estuviera tan calmada. Gracias a Dios, porque de lo contario no sé cómo explicaría en todos los líos que me he metido por su culpa.

El príncipe de la noche (EDITANDO)Where stories live. Discover now