❛My address to you | X1 JunHan

Chapter one: All roads are called you

Kim Yohan era el típico chico que en clase se sentaba detrás de los demás, siempre callado pero sonriente por si alguien se percataba de la frescura de su risa o de como se le achican los ojos  al forzar sus manos para abrir una botella de agua. No era tímido simplemente no se sentía confiado de entablar una conversación o ir más allá de ello pero observador, en especial de Cha Junho, el chico menor de la clase al que siempre le gustaba responder todas los problemas del profesor. Yohan adoraba el cabello tan brillante que en el sol se percibía el color castaña que tenía Junho.  

Siempre lo observaba o le seguía, a donde iba el menor él iba a ir siempre. Para algunos podría ser la Sombra pero para él era su mejor pasatiempo. Un día lo llego a seguir hasta una cafetería pero al estar tan vacío, podía ser atrapado así que tuvo que entrar sin sospechas y después de unas preguntas irse. Yohan era cuidadoso, no podía dejar que algo se saliera de control pero lo que no sabía es que a los sentimientos no le podía poner limites tan fáciles, pasó un año entero "persiguiendolo", al parecer Junho nunca se dio la vuelta o se percató que había alguien detrás. 

Sabía todo lo que le gustaba y lo que no, era como un libro abierto y muy especial para el pelinegro; Su clase favorita era Matemática, siempre que sostenía la tiza y se detenía a pensar el problema matemático, el corazón de Yohan latía con más fuerza deseando ser la pizarra para que los ojos de Junho estuvieran viéndolo o simplemente que los anchos hombros del castaño se dieran vuelta en su dirección. Eran deseos imposibles. 

Pasó otro año en el Instituto, esta vez los asientos de ambos estaban uno al lado del otro. El pelinegro se encontraba muy nervioso porque no lo podría ver tanto tiempo con miedo de que sus miradas se encontrasen o algo peor, así que sólo lo observaba de reojo, no era la mejor vista pero era eso o nada. Al día siguiente, el profesor le entrego a sus compañeros y a Yohan una hoja en blanco, en ella debían escribir sus aspiraciones y deseos de su futuro. Le costó demasiado tiempo responder. Cuando miraba a los demás, con sus lapiceros moviéndose demasiado rápido, ellos tan decididos y sin miedo de equivocarse se dio cuenta que el no tenía ningún camino. Su mente pensaba únicamente en Cha Junho, todos los caminos terminaban en él. 

En el momento en que salía del Instituto ya con un atardecer pleno siente que le tocan el hombro, Yohan estaba sumergido en sus lamentables pensamientos sobre su futuro que omitió ese leve toque y siguió caminando. Se detuvo al ver una Tienda de Conveniencia, su favorita para cuando no quería llegar a casa, se sentía menos solitario rodeado de gente desconocida al sentarse frente la gran vidriera. Sacó su libro favorito y destapó el pequeño envase de Ramen, el cálido sentimiento que pasaba por su garganta lo calmó.

Después de estar allí por un buen momento disfrutó de la gran vista que había por delante. El Gran Parque, ya se acercaba el verano y se notaba la frescura de los arboles, el leve viento que se hallaba hacía mover las ramas un lado al otro lentamente. Yohan amaba profundamente observar la belleza de la naturaleza pero en una de esas todo ello se vio borroso gracias a una persona. Cha Junho.

Se encontraba de frente al vidrio, ese pequeño milímetro de distancia era la separación de los demás, se quedaron viendo un par de minutos hasta que el castaño amplió sus labios para decirle algo que poca atención le prestó. Yohan con la mente en blanco se fijaba más en el cabello revoltoso por el viento que tenía de lo que estaba diciendo. En una, el menor agitó con fuerza un libro...no...era un pequeño diario de color azul. ERA EL DIARIO DE YOHAN.

Los siguientes segundos ya no los pudo recordar, veía como Junho entraba a la Tienda y se sentaba a su lado mirándolo con una gran sonrisa. ¿Esto es un sueño? se preguntó a sí mismo. 

—Te olvidaste tu libro, hyung–dijo inocentemente. ¿Cómo alguien podía ser tan tierno sino tenían ninguna relación entre sí?

—Emmm, gracias...–Tratando de que no escuchará el sonido de su corazón latir tan fuerte. 

—No leí nada, lo juro–después de unos segundos—Bueno, sí. La primera hoja. Había un poema, me gustó. ¿Lo puedes leer por mi?–terminó diciendo. 

Yohan no podía admitir nada de esa frase, ¿Cha Junho quería que le leyera? o más bien ¿Le gustaban los poemas? Era algo nuevo en él porque nunca lo vio ir a una Biblioteca o algo por el estilo. Sus dedos temblaban en el momento que separo la tapa del cuaderno para encontrarse con el poema. 

—"Me dicen que no vaya, pero hay un camino que deseo tomar.
 

     Mientras me dicen que no nos encontremos, hay alguien con quien deseo reunirme.

Si me dicen que no lo haga, me dan ganas de hacerlo aún más.

Eso es vida y anhelo. Ese eres tu.

Me llevas a una dirección irrenunciable hacia a ti."–

—Hay algo más abajo, ¿Qué dice?–Señalandole la pequeña frase al final de la hoja.

—"Me gustas, Cha Junho."–con timidez.

Sólo tuvo que decirle ello para que el menor se acercará a un más al pelinegro y pudiera apreciar ese aroma a jabón que tenía Yohan. Lo miro tan de cerca repitiendo mil veces aquellos momentos que deseaba tenerlo así. Junho era el más atrevido de ambos porque le mostó un pequeño pucherito y lo besó, automáticamente las manos del pelinegro rodearon la nuca del mejor, sintiendo el cálido toque para darse cuenta que esto no era un sueño. 

—La primera vez que entraste por la puerta de la clase y te presentaste, sentí algo por ti. Luego te sentabas atrás y no podía verte mucho así que solo lo hacía por unos segundos cuando entraba a la clase y te encontraba distraído. Sabía que me seguías por todos lados, los días que no veía tu sombra a mi lado te extrañaba. Hoy, casualmente me encontré con tu diario, a mi también me gustas Kim Yohan–dijo Junho sin titubiar. Esas últimas palabras quedaron atrapadas en el corazón del pelinegro.  

Ambos comenzaron a sonreír, hoy se encontraban en la misma página. Salieron de la Tienda agarrados de la mano. Ahora Yohan no tenía miedo por su futuro porque a su lado se encontraba Cha Junho, su milagro.