Jongho

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Recuerda cada sonrisa, cada momento en su vida que Yeosang estuvo para él. El mayor le acompañó a vivir su primer amor, su primer rompimiento, su entrada a la universidad, su fracaso en los exámenes y sus logros a lo largo de estos mismos. Él había estado en todo. ¿Y ahora? Bueno, se había ido, esfumado, desvanecido. No hay nada más que una sombra de un recuerdo que pronto se desmorona.

"No llores", aún recuerda sus palabras, personas le hablaban intentando comprender sus dolor sin siquiera inmiscuirse de verdad en aprender sobre lo que él había estado pasando. "Está mejor ahora, no te preocupes por él", y soltaban y soltaban palabras al azar, cómo si ellos supieran el paradero de aquel hermosa ave, ni le conocían para poder de este mismo hablar. ¿Cómo alguien sabría si Yeosang ha mejorado, si no sigue llorando, si no se arrepintió? "Por favor, deja de decir que fuiste tú", todos en la casa le habían repetido alguna vez eso, con más frecuencia hace unos meses, cuando se escondía en su cuarto, con pequeños cuadernos y peluches que alguna vez le pertenecieron al mayor. "Fue su decisión, hiciste lo que pudiste en el momento necesario." Escuchó al mayor, tan sabio como siempre había sido desde que les conoció, pero esta vez, sus palabras no se sentían de la misma forma como en años anteriores lo harían. Ahora, él cree que le están diciendo cosas vacías, sólo para que deje de hablar de ello, de repetir los mismos puntos de opinión y atormentar a los demás con sus sentimientos. De la misma forma, él también quiere detenerlos, quiere dejar de repetir las mismas palabras día tras día y no desea levantarse otra mañana más con eso en su cabeza rondando con tanta intensidad.

Sin embargo, no puede. Ni siquiera un segundo. Él no puede detener algo como eso, porque había sólo una persona que supo manejar tan bien sus crisis. Yeosang. Su hyung, la primera persona que conoció en la vida, después de su familia materna, la única persona que le tuvo tanta confianza como para saber todo sobre sí mismo. El mayor le entendía, le aconsejaba y le hacía sentir tan cómodo con su presencia que él puede asegurar que tenía la misma esencia que su mamá le había otorgado por años, pues para el pequeño niño, Yeosang era eso, su hogar, un lugar donde podía refugiarse y expresarse tal como era, sin tapujos, porque sabía que su hyung le ayudaría en cualquier error que cometiera y le felicitaría cada vez que él brillara por sí mismo con tanta confianza. Por eso, mirando al pasado y llegando hasta acá, él sólo puede pensar en el mayor como el padre que nunca tuvo, cómo el apoyo que esperó recibir después de tantos años de soledad. Era su héroe.

¿Por qué los héroes no pueden ser salvados también?

Se preguntó, era por la tarde y la mayoría aún seguían en sus trabajos a excepción de uno de sus mayores, quién dormía en su cuarto. Él había estado revisando el álbum de fotos, el único en esa casa. Era, por supuesto, grande, con cada recuerdo de los últimos diez años que habían vivido juntos y uno que otro mientras se iban conociendo. Le gustaba, atesoraba observar cada momento que vivieron. Era la única calma que podía encontrar en medio de esa tormenta que se había desatado hacía tanto tiempo. Su estómago se revolvió cuando observó la última foto: eran los dos, tres años antes y cuatro meses después de la que había sido su última recaída, dónde toda la confianza de sus cercanos había quedado puesta. Él está estable, mejorará y encontrará un nuevo propósito. Supuso que había sido verdad aquella tonta afirmación cuando los brazos de Yeosang lo habían envuelto luego de tanto tiempo, estaré aquí, no te preocupes, te amo y no quiero dejarte nunca. Palabras sin tanto sentido eran ahora. Una promesa que difícilmente podría cumplirse. Yeosang se fue, y su recuerdo jamás será lo mismo que él, porque aquello no es más que una percepción obtenida de alguien más, no es Yeosang y sus memorias con los días de ellos se alejarán, se distorsionarán.

—Hyung —susurró, tan suave como si estuviese hablando en secreto. Acarició la silueta de una sonrisa rota sobre ese papel, sintiendo los escalofríos tomar parte de él cuando recordaba los sucesos de aquel día, los labios curvados de su mayor que sólo parecían no encajar allí, sumados a los brazos débiles que no dejaron de acariciarle el cabello esa primera noche juntos de nuevo y sobre todo, la promesa escrita en la parte trasera de su recuerdo más doloroso. Iremos a mi casa en Incheon, con mamá, algún día, no te preocupes, hyung será tan fuerte como para llegar a ese momento. Te mostraré todas aquellas cosas que todavía no he podido. Sabes que te amo tanto, así que no te alejes ni te vayas, hyung cumplirá esta última promesa para ti. Te amo y por favor mantente a salvo, eres una persona increíble y deberías empezar mostrar tu propio brillo. Lo siento. —Hyung, aún quiero conocer tu primer hogar.

Yeosang dejó de hablar.Where stories live. Discover now