17. La Puerta

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El joven héroe y todo su equipo se prepararon para salir. Cada oficial se armó con su pistola reglamentaria y una escopeta cargada, algunos, como Jon y Matt, decidieron tomar rifles. Todo eso con el armamento de la SWAT. Todos se pusieron un chaleco antibalas, excepto Alex, quien sólo ajustaba las placas de protección del traje.

Alistó los bastones, guardandolos en su espalda, cruzandolos como una equis. Guardó un arma en su funda, y luego también su pistola de garfio. Se puso el cinturón y luego miró al grupo.

-No le pido a nadie que me acompañe. Ésta es mi pelea -Realmente Alexander no quería ser responsable de más muertes. No creía que fuera a ganar solo, pero no quería sangre en sus manos de nuevo.

-No es tu pelea, es la de todos. Todos acá tenemos familia en este mundo y no dejaremos que un idiota desate el infierno sobre nosotros -dijo Dylan, hablando por todos. Los demás no tardaron en afirmar sus palabras y tenían razón, no era su batalla, era la batalla del mundo.

Fue inútil hacerlos desistir de querer ir. Así que sin remedio, los dejó.

Subieron a la furgoneta y Dylan, junto a Alex, fueron en la patrulla. Se dirijeron al lugar con la furgoneta negra detrás. Nadie sabia que los esperaba, pero debían estar listos para todo.

Dylan desvió la vista del camino y vio a su copiloto. Lo notaba preocupado.

-Oye, todo resultará bien -le aseguró Dylan con total calma-. Sé que es el destino del mundo, pero tengo un buen presentimiento.

El oficial le sonrió y Alexander le respondió igual.
La radio chilló y se escuchó una voz rasposa y vieja.

-Ya estamos llegando -informó Jon.

Al acercarse a la ubicación se detuvieron los dos vehículos. Aunque la patrulla del oficial Turner se quejó, apagandose de golpe.

Desde su asiento Alexander pudo ver la fabrica abandonada que se alzaba en frente de ellos a más de treinta metros de largo con una gran explanada que cruzar para llegar, repleta de escombros, maquinaria y algunos contenedores enormes. Parecía normal sin contar la luz cálida que salía del interior de la edificación.

Se bajó y Dylan igual, llegaron a la furgoneta y vieron a los demás tomando sus armas y fijandose la carga. Jon salió de la cabina junto a Steve y cuando llegaron junto al resto, Matt le lanzo sus armas la cuales ellos agarraron en pleno vuelo.

El grupo caminó en linea recta hacia el edificio, todo parecía demasiado calmado, como si no hubiera nadie, pero sabían que eso no era así.

De las sombras aparecieron docenas de poseídos. Por todos lados se llenaba de gente con escorpiones tatuados en el cuello y con ojos negros. Cuerpos cuyos dueños ya no tenían posesión de ellos, sino que eran controlados por demonios traídos del mismo aberno.

Alexander paró su paso y su grupo igual, todos con la guardia alta, sabiendo que estaban rodeados.

De entre los poseídos se abrió paso uno con ojos carmesí, quien era controlado momentáneamente por White Demon.

-Viniste a morir, mortal. Y contigo este mundo perecera -formuló aquel cuerpo controlado como títere.

-Eso está por verse -Al decir esto, rápidamente sacó su pistola y disparo directo en el rostro de aquel cuerpo, cayendo inerte, liberando el alma de la persona que antes era.

Los poseídos corrieron hacia el grupo con un grito salvaje de guerra. Rápidamente todos los oficiales y Blue Night disparon a quemarropa contra ellos, pero los demonios no tardaron en soltar a los armados para atentar contra los policías, dándole en el pecho a Scott, quien cayó al suelo de espaldas por el impacto.

Blue Night: El inicio de un héroeWhere stories live. Discover now