Ｐａｔｉｔａｓ░ｄｅ░ａｌｇｏｄｏｎ（ハげ羽） ｡:ﾟᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ ᴏꜱ ﾟ:｡

ɪ.

Éʀᴀꜱᴇ ᴜɴᴀ ᴠᴇᴢ

La casa de concreto se mantenía fuerte pero fría al mismo tiempo. La tormenta había tomado fuerza y no tenía cuando parar. Jungkook yacía sentado en el sillón de tela ya gastado color marrón que tenia desde que se mudo al departamento de 3 por 3.

Antes de salir de la casa de sus padres, volteando atrás varias veces, se imagino así mismo de fiesta en fiesta, bailando, tomando y acostándose con quien se le diera la gana.

Jamás imagino que el único lugar a donde iría seria al pequeño Seven Eleven que se encontraba junto a una gasolinera en una carretera casi desierta, que lo único que bailaría serian las canciones que sonaban en la radio del local mientras trapeaba el piso del mismo, que lo único que tomaría serian energizantes para mantenerse despierto en los turnos dobleteados y que con lo único con lo que se acostaría sería el pensamiento de hacer todo lo anterior al día siguiente.

"Mierda..." pensó el pelinegro

-- ¡MIERDA! – Grito hacia la nada, hacia el vacío del apartamento y siente sus ojos arder. Un golpe contundente proveniente del muro del lugar lo tomo por sorpresa y un claro "CALLATE NIÑO MALEDUCADO" con la característica voz de la vieja señora Rodríguez lo hizo bufar sacando todo el aire que pudo, sintiéndose totalmente vacío y no precisamente por la falta del vital elemento. Le sorprendió aquel grito no por de quien provenía sino por la hora que era.

"3:58 am" se leía en el viejo y oxidado reloj que el azabache dejaba reposar todos los días en su huesuda muñeca. 

Su hora de entrada era a las 7:00 am y no había dormido nada. Incluso los infomerciales habían acabado dando paso al característico pantallazo de colores con el sonido similar a un silbido, pero más agudo y molesto. Lo peor era que tenia que mañana o más bien hoy dobletear turno. Hacerlo tenia sus ventajas y se reflejaba en la pantalla del cajero donde Jungkook retiraba el dinero, pero terminaba casi muerto, algunas veces se quedaba dormido junto a la pequeña isla formada por cajas de galletas saladas. Agradecía que ningún delincuente se paseara por ahí y le diera un buen susto, aunque no le caería mal algo de compañía y acción en su vida.

Para dejar de pensar tarugadas se dispuso a dormir por lo menos dos horas. Se levanto del sillón, apago la vieja televisión de bulbos y avanzo escasos 30 centímetros hasta llegar al pie de su catre. Se puso de cuclillas sobre este recostando poco a poco su cuerpo, tomo la cobija perfectamente echa bola que se encontraba a un lado y la enroscó alrededor de su bronceado y marcado cuerpo.

-- Buenas noches ma...-- Las palabras salieron por inercia muriendo en un sollozo.

Jamás pensó sentirse tan solo, jamás pensó estar así de solo.

* * * * * * * *

ʟᴀ ᴠɪᴅᴀ ᴀᴘᴇꜱᴛᴀ 

La alarma asemejando el clac son de un coche lo hizo sacudirse un poco y estirar el brazo en busca de su celular. Al no encontrarlo al tanteo decidido levantarse. Sus ojos somnolientos se abrieron con gran dificultad. Ardían y lloraban rogando más tiempo para dormir.

Se estiro sentado al borde de la cama de fierro haciendo tronar su cuello y espalda. Camino hacia el mueble de la televisión donde, a un costado, vibraba su celular sin parar, pero ahora con la canción Bad Boy de Tungevaag & Raaban.