Capítulo 12:

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EROS:

Veo a mi padre con intenciones de acercarse, pero como no tengo ganas de hablar con él en estos momentos, me pongo de pie, ignorando a la ninfa que pretendía entretenerme y salgo al balcón.

¿Cómo alguien me puede afectar tanto?

Han pasado tres meses desde la última vez que la vi y sigo sintiendo como si fuese ayer cuando discutimos.

Al menos Apolo consiguió sacarme del palacio para traerme a una de las fiestas de Dioniso. Lo que no esperaba era que mi padre también estuviera aquí.

Me recuesto a la baranda, escuchando las risitas de algunas chicas en el interior del palacio de mi amigo y cierro los ojos con cansancio.

Han sido muchas las veces que he tenido que aguantarme para no acercarme y ver cómo está, si sigue en Dánae o si se marchó a Anatolia.

No sé absolutamente nada de ella, ni siquiera puedo sentirla como antes. Es como si hubiera dejado de existir. Sé que si le hubiera pasado algo Apolo me lo diría. Hay días en los que se detiene a mi lado, y a pesar de que lo mando al infierno, me dice que todo va a mejorar.

Se que lo dice porque así será, porque lo ha visto, y porque es lo único que puede decir porque no tiene permitido revelar el destino a otras personas que no sean sus oráculos mortales; pero a veces me pregunto si esa predicción solo se limita a mi, después de todo, yo soy el inmortal.

—Eros.

Joder.

Si está visto que somos igual de cabezones.

Me doy la vuelta y me encuentro a mi padre de pie a unos pasos, con su casco bajo el brazo y un borrón de sangre y polvo en la ropa.

Está serio, como siempre, pero en sus ojos verdes hay una muestra de calidez que muy pocas veces le veo. En dos segundos desaparece, cuando se acerca a mi y me toma por el cuello con tanta fuerza que la copa de vino se me resbala de las manos.

—¿Qué... haces?

—Escucha bien lo que te voy a decir —sisea entre dientes, mientras yo intento zafarme de su agarre y fallo—. Deja de comportarte como un maldito cabrón y dedícate a hacer tu trabajo. Esta semana he tenido que salvarte dos veces de la ira de Zeus pero comienzo a arrepentirme de ello.

—Entonces para qué cojones lo haces.

—Por tu madre, maldito capullo. —Me aprieta con tanta fuerza que incluso en su cuello se notan las venas por el esfuerzo, pero yo ni me inmuto. No me importa nada—. Está muy preocupada por ti, y ella no merece eso.

—Suéltame.

—Cállate y déjame hablar.

—Suéltame, papá.

Me aprieta con más fuerza, pero a los dos segundos me deja ir.

Tomo una gran bocanada de aire para aliviar la presión de mi pecho, mientras mi mano sube a mi garganta.

Como si eso pudiese aliviarme.

Casi me mata...

Me giro hacia él con brusquedad, pero antes de que pueda hacerle algo, habla y yo me quedo frío.

—Mujeres hay de sobra en el mundo, las libres y las de otros. ¿Por qué encapricharse con una tan simple? Aunque ya me han dicho que gozaba de una excelente belleza, casi etérea. —Yo aprieto los labios, y él me da una sonrisa burlona mientras se acerca—. ¿Cuánto tiempo crees que pasará antes de que encuentre otro esposo? ¿Al menos fuiste capaz de dejarla encinta?

EROS Y PSIQUE 🦋✔️ (Dioses Griegos, #1)Where stories live. Discover now