¿Si preciosa?

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Jobs

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Jobs

Luego de analizar todo habíamos obtenido algunos resultados. Los análisis de lo hallado dentro del túnel eran algo esperanzadores. Habían encontrado algunas huellas parciales pero sin tener un sospechoso no era algo que nos alegrara el día, la computadora podría estar buscando coincidencias durante días. 

     Los vídeos de las cámaras de tránsito nos mostraron más parte del camino que realizaba esta persona y algo demasiado interesante. El auto pasaba varias horas frente a otra casa que no era la de Max. Buscamos la dirección y nos dirigimos hacia allí, debíamos entender el porqué. Estábamos desesperados por cualquier pista.

     No podía parar de pensar en el tiempo, este corría sin preocuparse por nosotros. Era algo crucial que parecía irse de nuestras manos rápidamente, generándome más ansiedad de la que normalmente me acompañaba. 

     La casa era realmente hermosa por fuera. La fachada estaba pintada de gris, el cual era acompañado por el blanco de los marcos de las ventanas. Tenía un pequeño pórtico hecho, al igual que la casa, de madera. El jardín era espacioso y se encontraba hermosamente decorado. Era un lugar precioso, en el que abundaba la tristeza de la puerta hacia dentro.

     En ese sentido, los humanos somos como casas. Presentamos fachadas hermosas, estructuradas y perfectas que demuestran lo bien que estamos o lo perfectos que somos, pero de la puerta hacia adentro nos encontramos destrozados, tristes, angustiados, con miedo a que alguien atraviese esa puerta y logre ver lo débiles que somos. ¿Por qué tenemos la necesidad de que todos nos crean perfectos? ¿Por qué el miedo de parecer débiles? Son preguntas que a lo largo de mi vida me han perseguido, pero creo que como toda cuestión filosófica hallaría múltiples respuestas sin conformarme con ninguna.

     Nos abrió la puerta una mujer con unas grandes ojeras y aspecto cansado. Sus cabellos castaños estaban completamente alborotados y sus ojos rojos e hinchados, claramente por llorar. Detrás de ella apareció un hombre alto, con el mismo aspecto, pero este no se mostraba débil, sino a la defensiva.

     —Buenas tardes señor y señora... 

     Esperé a que ellos completaran mi oración.

     La verdad no era tan fácil adquirir determinada información en la comisaría, para todo se necesitaba la aprobación de un superior y eso era perder tiempo, y con el tiempo se iban oportunidades de encontrar a Max.

     —Buckley —contestó el hombre.

     —Señor y señora Buckley. Soy el detective Jobs, si nos permiten pasar les podemos contar el porqué estamos aquí.

     Ambos se apartaron para permitirnos entrar a Barbara y a mi. Tomaron asiento en un sofá y nosotros frente a ellos. 

     —Estamos averiguando un caso de secuestro, Max López, este niño. Fue secuestrado de su casa al llegar de la escuela por un hombre en esta camioneta.

     Saqué del bolsillo interno de mi camisa del uniforme una foto de Max y se las mostré junto con la foto de la camioneta tomada de las cámaras de seguridad.

     —No lo veo conocido —habló esta vez la mujer.

     —Esta misma camioneta estuvo movilizándose con tres matriculas diferentes, con una de ellas se estacionaba frente a su casa cada día por varias horas.

     —¿Esto tiene alguna relación con la desaparición de Emily?—preguntó el hombre y puedo jurar que por un segundo sentí su voz quebrarse, pero carraspeó instantáneamente.

     —Disculpe, pero ¿De qué habla? —Bárbara lo miraba con la misma atención que yo.

     —Nuestra pequeña Emily desapareció, estuvieron averiguando y el caso fue cerrado por falta de pistas —explicó la mujer, su voz temblaba. Se aproximaba el llanto— El caso lo llevaba el oficial... ¿Te acuerdas del apellido cariño? —preguntó a su esposo.

     —Si. Rodríguez.

      —Si, si lo siento. El oficial Rodríguez, en los últimos días no he tenido cabeza para retener ninguna información –-habló la mujer.

     —Entiendo, muchas gracias por su tiempo y atención, los mantendremos al tanto de lo que suceda —me paré instantáneamente y saludé con mi cabeza a la pareja en lo que me dirigía hacia la puerta. 

     Bárbara me seguía al mismo ritmo veloz que yo llevaba, mientras sacaba su celular. Nos detuvimos al llegar al auto y me lo entregó.

     —¿Si preciosa? —no era noticia que respondiera de esa forma, para nada era un secreto la relación de Bárbara y Rodríguez, llevaban un largo tiempo juntos.

     —Tengo algo importante que decirte.




     —Tengo algo importante que decirte

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Hola ✨
De nuevo yo hablando con ustedes. Quería hacerle acuerdo a todos que he creado redes sociales como autora para mostrarles cositas exclusivas ❤️
Saludos y espero que la historia les esté gustando ✨

La Familia [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora