10. Estrellas encima de nosotros

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El Jueves y Viernes llegaron y Raoul se sintió aún más confiado en el piano y a la hora de cantar para esas personas. A pedido de su jefe, ahora el rubio a partir de la semana que viene iría los Sábados incluido. Bruno le dijo que sus clientes estaban más que satisfechos con la voz de Raoul acompañando su cena.

La ilusión no se la sacaría nadie.

Ya era Sábado y la fiesta que le prometió Mimi llegó. La rubia lo pasó a buscar y lo llevó hasta la casa de Amaia, ya que los padres de la pamplonesa estaban fuera de la ciudad. Cuando iban llegando la música se iba escuchando por las calles, hasta que finalmente pusieron un pie en la casa de su amiga.

Al entrar, las luces de colores los recibieron al igual que la música que forzaba a elevar la voz para comunicarse. Mimi, lo guió hasta la sala enorme de esa casa y solo pudo reconocer a Ricky, Roi, Belén y Marina bailando en el centro. Con pasos acelerados y esquivando los cuerpos de algunas personas que supuso serian conocidos de Amaia, llegó hasta sus amigos.

Belén y Marina le dieron un abrazo felicitándolo y pidiendo disculpas por no poder ir la noche que se presentó en el hotel. El rubio le quitó importancia y le dio las gracias.

- ¿Y Amaia? - preguntó.

- Fue a esperar a alguien – le dijo Ricky mientras seguía bailando al compás de la música.

Asintió y se puso a bailar con sus amigos. Roi enseguida le tendió un vaso con alcohol en ella.

- Raoul – escuchó la voz de su amiga en su oído mientras lo abrazaba por la espalda y se ponían a bailar. Se dio la vuelta para saludarla y no se espero nunca encontrarse con el cuerpo que traía su amiga de la mano.

- Hola – le dijo Agoney con una sonrisa en sus labios.

Raoul lo miró de pies a cabeza. Negó con la cabeza y sin pensarlo se mordió el labio inferior. Y es que Agoney se había puesto los putos pantalones negros con tirantes que le compró a él. Mientras que, en la parte superior, llevaba una camiseta negra de cuello alto.

Lo odio

- ¿Qué haces aquí? - le preguntó mientras el moreno solo se acercaba y le robaba el vaso de sus propias manos.

- Me invitaron Raoulito – le dijo y se acercó aún más – y no me pude contener.

Raoul miró la oscuridad de sus ojos y volvió a negar mientras fruncía los labios.

- Yo lo invite – le dijo Amaia poniéndose al lado del moreno y agarrándolo de la mano para guiarlo hasta el centro de la sala y ponerse a bailar con él.

El rubio pensó que ya había visto mucho y se dirigió a la cocina en busca de un vaso con alcohol. Lo necesitaría esa noche.

En cuestión de segundos, Ricky ya estaba a su lado con una sonrisa enorme en su rostro.

Lo que me faltaba

- Reconoce que te gustó que Amaia lo invitara.

- No Ricky, no – le dijo un poco enfadado y harto – que es mi puto representante.

El mallorquín inclinó la cabeza y posó sus ojos azules en los mieles del rubio. Asintió.

» No es normal que tus amigos inviten a tu representante a una fiesta - continuó.

La ira se apoderaba de él y no sabía muy bien el motivo de la escenita que estaba dando. Su amigo apoyó la mano en su hombro mientras que Raoul se apoyaba en la encimera de la cocina y miraba su vaso lleno del líquido amarillo.

Visibles | ragoneyWhere stories live. Discover now