94. Deseo...

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(A partir de este capítulo no está corregido, vais a encontrar un cambio de estilo, un poquitín de paciencia, por favor. Se recupera en la siguiente novela el estilo y el nivel, pero voy corrigiendo todas a la vez y es un poquito tedioso todo. GRACIAS :)) 

Ambos nos separamos de golpe. Él se levantó de un salto. Yo me incorporé a trompicones, mis piernas apenas respondían. Mi amiga se quedó mirándome por unos instantes con el ceño fruncido y luego preguntó:

—¿Cómo has llegado tan deprisa? Si hace nada estabas bailando con.... —Sus ojos se iluminaron— ¿Ese era Edward? —Asentí repetidamente con una sonrisa—. ¡Ay! ¡Por eso estaban tan acaramelados! Es genial, ¡Pero ahora ya no tienes excusa para venir a bailar conmigo!

Ella tiró de mí con alegría. Supuse que Edward o Arbenet le habrían dado algo para el mareo del embarazo, o eran las ganas que tenía de divertirse, pero ella estaba expectante. Miré de reojo al Demonio que se encogió de hombros y me invitó a seguirla con un ademán de su mentón.

La música se oía desde la lejanía, una melodía alegre, veraniega. La luz de las hogueras que se iban encendiendo por toda la playa iluminaba toda la orilla. La gente corría y bailaba mientras otros tantos bebían y cantaban al son de la música. Nos adentramos en la multitud, hasta llegar a la tienda real. Yarel me abrazó con todas sus fuerzas, y me dio un beso enorme en la mejilla. Edward volvía a ser él, en su forma natural. El rey abrazado a mi cuello murmuró:

—Gracias por dejarme bailar con el amor de mi vida esta noche... —Me miró con determinación—. Algún día, juntos haremos que jamás nadie tenga que volver a esconder su amor de ninguna otra forma...

—Y yo estaré encantada de unirme a tu lucha, sea cual sea, majestad.

Arys cogió a Líomar por el brazo y se llevó hasta una pequeña pista de baile. Mi madre bailaba con Anna dando vueltas y sonriendo.

Suspiré y miré al cielo... Papá merecía estar allí, junto a ella, bailando pegados, siendo felices. Me sequé un par de lágrimas y sonreí con tristeza.

—¡Alguien me debe un baile! —bramó Eathan que tiró de mí con fuerza y me llevó junto a Anna y a mi madre.

Empezó a darme vueltas y más vueltas mientras bailábamos como nunca lo había hecho. La música nos acompañaba mientras nos movíamos sin rumbo fijo, sin pasos, sin normas. El dolor por la ausencia de mi padre se fue desvaneciendo con su presencia, con la presencia de todos aquellos a los que quería. Poco a poco la felicidad fue invadiéndome. Pisé a Eathan y él hizo una mueca:

—Este creo que lo has roto —afirmó en una queja. Yo me puse a reír.

—Vamos, te he visto con heridas mucho peores y no te quejabas tanto... —murmuré juguetona.

—¡Ahora sí que no me pisarás más!

Me apresó y me hizo girar entre sus brazos, asiéndome por la cintura. Chillé y reí como una desquiciada, aferrada a su cuello, abrazada a él. El vestido volaba con el movimiento, y nuestras risas eran melodías acompasadas a la música del baile.

Hacía mucho tiempo que no reía tanto, con tantas ganas. Eathan cogió a Anna en brazos y mi madre me tomó de la mano para bailar con ella. De repente se me acercó a la oreja y comentó:

—Creo que hay alguien que nos está mirando mucho, y no creo que me mire a mí...

Señaló en dirección a la tienda, y vi a Damon apoyado en una madera, con los brazos cruzados sobre su pecho y una sonrisa burlona en su rostro. Mamá enarcó una ceja y preguntó:

—¿Estabas con él antes de que Arys te secuestrase? —Asentí ligeramente y aparté la mirada de Damon— ¿Te gusta...? —Me sobresalté.

—¡No! En absoluto, para nada, de verdad. Para nada. No siento nada por él, es un imbécil y un narcisista. No es mi tipo. —Mamá aguantó estoicamente la carcajada y musitó:

ERALGIA II, Los DemoniosWhere stories live. Discover now