Capitulo 26

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A pasado un mes donde mi vida ha sido perfecta, nunca me había sentido tan bien con lo que hacía, o con las personas que tenía a mi alrededor, un mes donde mi relación con Sebastian se fortalecía cada día mas, un mes de besos, caricias, abrazos, de unos te quiero inesperados, un mes donde no he dormido muy bien porque Sebastian no deja de visitarme por las noches. Un mes donde me ha ido de maravilla en la escuela, la ex de Sebastian no se ha vuelto a pronunciar sobre eso que me dijo aquella vez, aquella frase retumbaba en mi cabeza pero no me amargaría mi vida por eso, mis días han sido perfectos.

Hoy sábado, Sebastian me invito junto a su hermana y el novio de ella, a cenar en el apartamento de él. Estaba boca arriba en la cama de Tami, hoy me quedaría en su casa para poder salir en la noche, y llegar tarde, en mi casa también podría hacerlo, mis padres me dejarían salir, pero después tendría que dar explicaciones de con quien he estado y en donde y seguramente no querrían escuchar la respuesta.

   -¿Qué me voy a poner, Tami? – le pregunto mientras sigo mirando el techo tratando de buscar respuestas.

   -Siempre dices lo mismo.

Tami se levanta de la cama y empieza a sacar muchas blusas, vestidos...

   -No usare ese vestido, es una cena, no una fiesta – le digo mientras observo un vestido que por suerte alcanzaba a tapar mi trasero.

   -Cierto, vas a parecer que vas pidiendo algo de Sebastian y no es precisamente una cena... ya me entiendes – es una pervertida.

Luego de haberme dado una corta ducha, salgo a cambiarme, me coloque una falda de color rosa pálido que llegaba hasta las rodillas de tablas, y un top blanco de tirantes, muy elegante, en mi cabello le di unas ondas que le daban volumen, maquille mis ojos suaves y mis labios un color rojo.

   -Estás preciosa – me dice Tami mientras me toma una foto desde su teléfono, típico en ella.

Mensaje

Sebastian:

   -Estoy fuera.

Visto a las 21:30

   -Ya está afuera – le dije a Tami.

   -¡Que te diviertas! – me dice mientras me da un abrazo y un beso en la mejilla – ya sabes, relaja la pelvis.

Salgo de la habitación, camino por el pasillo hasta llegar a la puerta principal, la casa de Tami era de solo un piso, pero realmente grande, los padres de ella estaban en una cena, y no tenía hermanos.

Cuando salgo de la casa Sebastian estaba recostado sobre su coche con sus manos metidas en los bolsillos del pantalón. Siente mis pasos, levanta la mirada e inmediatamente nuestros ojos chocan y me regala una amplia sonrisa.

   -Estas preciosa – me dice y procede a darme un beso en mis labios, sus manos tomaron mi cintura, y me acerco a él, una de mis manos la coloque alrededor de su cuello, ya que con la otra sostenía mi bolso de mano.

   -Gracias – le digo y le doy un último beso.

Él me abre la puerta del coche, yo entro y me coloco el cinturón de seguridad, él entra del otro lado del coche y emprendimos nuestro viaje.

   -Jessica nos está esperando – me dice mientras extiende su mano para agarrar la mía.

   -Perfecto – le digo.

Él acerca sus labios a mis nudillos para besarlos.

   -Me enamora tu perfume – me dice y me mira fijamente a los ojos.

   -A mí me enamoras tu – le digo mientras el suelta una sonrisa, frena el coche rápidamente, se quita el cinturón de seguridad, y se acerca para besarme, mientras su mano se desliza suavemente por mi pierna, y me agarra fuertemente, mis manos agarran su cabello y el beso se vuelve más deseado y profundo.

   -Te amo – pronuncia sobre mis labios, mientras coge aire para luego volver a besarme y por ultimo regalarme un pequeño mordisco que él solo sabía darlo para que se sintiera tan placentero como sus besos.

   -Te amo, Sebastian.

Habíamos llegado a su departamento, Jessica abrió la puerta rápidamente.

   -¡Cuñada! – me abraza y me da un beso en la mejilla. Ella me agarra del brazo y caminamos hasta la cocina donde estaba su pareja - Jason, ella es Kat, es la novia de Sebastian – dice mientras llama la atención de su pareja, él voltea a mirarme y extiende su mano para saludarme, yo le devuelvo el gesto.

Nos acomodamos en la mesa del comedor, perfectamente decorada con velas, los platos en sus lugares, servilletas, y de fondo una música suave que nos dejaba conversar.

Sebastian se sentó a mi lado, y enfrente estaba Jessica con Jason, empezamos a tomar un vino que Sebastian tenía en la despensa y a charlar sobre nuestras vidas, Jason y Sebastian eran amigos y así fue como él conoció a Jessica, al principio Sebastian no quería aceptar su relación pero con el tiempo fue asimilándolo.

Habíamos empezado a cenar, era un omelet con gambas y queso, lo acompañamos con vino, para Sebastian ese era el mejor complemento para una buena cena.

   -Muy bueno todo – dice Jason.

   -Claro, yo ayude – dice Sebastian mientras suelta una risa.

Jessica y Jason ya se habían ido, estábamos Sebastian y yo sentados en su sofá conversando de su familia, de la mía, de mis amigos, se empeñaba en saber todo sobre mí.

   -Gracias por haber venido – dice.

   -Fue un placer, pero me tengo que ir ya, es casi media noche y Tami me debe de estar esperando – le digo observando la hora de mi teléfono.

   -Quédate conmigo esta noche – dice en forma de súplica.

   -No puedo – digo – es decir, tengo que avisarle a Tami, espera y la llamo – podía fácilmente convencerme de cualquier cosa con tan solo mirarme.

Sus ojos se iluminaron como una estrella y de sus labios una sonrisa.

Llamada

   -Hey Tami, no iré a dormir.

   -No te preocupes, necesitáis sexo desenfrenado.

   -Cállate...

   -¡Te quiero!

Llamada finalizada.

Siento unas manos que abrazan mi cuerpo suavemente por detrás, empezamos a sentirnos el uno al otro, me giro suavemente hasta quedar frente a él, me encontré con una mirada provocadora pero dulce, puso su mano en mi espalda y me acerco a él, caminamos conectados en un beso profundo hasta su habitación, ya acostados comencé a desabrochar su camisa, aun con nuestros labios unidos, empecé a darle pequeños besos en su pecho sintiendo así su corazón latir, esa melodía que aceleraba con cada beso que dejaba en su cuerpo. Todo mi cuerpo lo llenó de dulces caricias, exaltándome y haciéndome desear que este momento fuera eterno, solo estábamos él y yo, incluso nuestra ropa ya quedaba de más en esta situación.

   -¿Estas segura? – pregunta.

   -Completamente – le respondo.

Sentí que me entregaba al hombre que amaba con todo mi corazón. Él me amaba dulcemente tratándome como un frágil cristal que se podía partir en cualquier momento, el dolor que sentía se iba esfumando con cada beso que dejaba en mi cuerpo, haciéndome gemir cada vez más, una explosión de emociones recorrían lentamente mi cuerpo e inmediatamente supe que era un orgasmo. Calló rendido sobre mi cuerpo.

Al final me dio un beso en la frente.

   -Te amo, Kat – fue lo último que escuche decir en la habitación para quedar profundamente dormida.

Por Siempre TuWhere stories live. Discover now