➤Capítulo 9

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El resto de los miembros del comité también se retiraron. Cuando la sala quedó vacía, a excepción de ellos dos, Finn le indicó que volviera a sentarse y se acomodó de nuevo en la presidencia de la mes.

–Puedes sentarte más cerca. Nadie va a ocupar estos sitios –sugirió, mientras sonreía mirando las cuatro sillas vacías que Jack había dejado entre los dos.

Él tragó saliva y se sentó en la que estaba a su lado, con el cuaderno de notas en la mano.

No  podía mirarlo.

–Es estupendo tenerte en el equipo.

Ante ese comentario, logró mirarlo a los ojos y él le sonrió como si compartieran un secreto, cosa que, en realidad, era cierta. Jack solo logró apartar la vista.

–¿Cuánto hace que trabajas aquí?

–Dos semanas –respondió.

–¿Eres de Nueva York?

–No –contestó incómodo por el bombardeo de preguntas.

Creía que estaban ahí para hablar del premio de ficción, no de él. Él lo miraba expectante y se dio cuenta de que esperaba que continuara, que le dijera de dónde era.

–Soy de Filadelfia. De las afueras de Filadelfia, de la zona de Main Line.

–Ah, la refinada Main Line –comentó Finn con una sonrisa. Jack no sabía si se estaba riendo de él.

–Mi familia no es así –protestó a la defensiva.

–¿Y cuando te mudaste a Nueva York?

–Hace un mes.

–Vaya. Realmente eres un novato. –Jack sintió un ramalazo de disgusto.

–No soy un novato en lo referente a libros. Soy licenciado  en Archivos y Bibliotecas y he hecho un máster de posgrado de Bibliotecas e Informática. Me gradué con honores.

¿Por qué había dicho eso? ¿Qué le importaba lo que pensara de él? Finn asintió como si evaluara toda la información que le había dado.

–Entonces, supongo que eres un lector rápido. ¿Te gusta la ficción?

–Sí. –respondió, cruzando los brazos.

–¿Cuáles son algunos de tus autores favoritos? –volvió a mirarlo contemplándolo con recelo.

–¿Contemporáneos o clásicos?

–Cualquiera de ellos.

Sonrió claramente encantado o, al menos, levemente divertido. Su actitud, a Jack le pareció condescendiente e irritante, pero por nada del mundo rehuiría la pregunta.

–Bueno, en primer lugar, Henry James.

–Ah, sí. La bestia en la jungla. –Jack lo miró sorprendido.

–¿Lo has leído?

–No pongas esa cara de sorpresa. Soy licenciado en Filosofía Inglesa. Y sí, lo he leído. Es uno de mis relatos cortos favoritos.

–¿Sólo uno de ellos?

–Unos cuantos de Raymond Carver ocupan los primeros puestos de mi lista.

Él asintió. Era difícil ponerle alguna pega a Raymond Carver.

–Bueno, esto es alentador –afirmó él, al tiempo que unía las palmas de las manos–. Al menos, sabemos que compartimos el mismo criterio para los relatos cortos de ficción. –Le brillaban los ojos–. ¿Y de contemporáneos?

Jack pensó durante un minuto, con la mente súbitamente en blanco.

Aquello era ridículo, no tenía que demostrarle nada a aquel hombre. Le daba igual si era Licenciado o mo en Filología Inglesa. Aquél era un tema de conversación en el que él se sentía seguro.

–Jess Walter –dijo al fin–. Todas sus novelas son sorprendentes y totalmente diferentes unas de otras. Luego, supongo que Tom Perrotta, Michael Chabon...

–Interesante –afirmó Finn, como si le hubiera revelado algo.

–¿Qué?

–Todos los escritores que mencionas son hombres. Debes de conectar bastante con la sensibilidad masculina.

¿Era cierto? ¿No había mencionado a ninguna escritora? ¿Ni una sola? Sintió una punzada de disgusto. ¿Quién era él para juzgar sus respuestas, para analizarlas como si lo estuviera sometiendo a una especie de test Rorschach literario?

–No sé qué se supone que significa eso –replicó–. Y, a propósito, no me has engañado ni por un segundo. Toda esta charla sobre ficción no cambia el hecho de que eres el tipo de persona que puede... que puede... –titubeó, repentinamente consciente de que la violencia de su indignación lo había llevado a un callejón sin salida.

–Que puede ¿qué? –insistió él, claramente divertido.

Su hermosa sonrisa, el modo como se inclinó hacia él, esperando ansioso su respuesta, fue el insulto definitivo.

–Practicar sexo en la biblioteca –susurró.

–Calma, calma. Creo que no deberías ir por ahí haciendo unas acusaciones tan graves –contestó de una manera tan inocente que Jack casi creyó que lo había imaginado todo.

Y entonces Finn empezó a reírse.

–No puedo creer que lo encuentres divertido –dijo él.

–Eh, no olvidemos que fuiste tú quien entró a hurtadillas en una sala privada. Eres un chico travieso.

De repente, dejó de sonreír y lo miró de una forma que hizo que se le encogiera el estómago. Su mente se llenó con la imagen de aquella mujer inclinada sobre el banco, con el pelo colgando hasta el suelo... Y la expresión de placer en su rostro mientras Finn la embestía una y otra vez... 

Jack se levantó y salió corriendo de la sala.

AHRE HOLIII :3

había dicho que iba a publicar un cap más pero me decomisaron la laptop :,v. Pero... mañana no tengo escuela y podré tal vez actualizar :D

Pasen una bonita tarde! :3

-Lxs quiere, Jules :3

El bibliotecario •Fack•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora