El vacío frente al muelle.

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La brisa golpea su rostro, está sentada en el muelle. Su rostro sereno, sus labios son una fina línea, sus ojos negros han perdido la chispa juvenil, sus párpados están adormecidos.                       El silencio está ceñido a su cuerpo, de la misma manera en que las hojas a los árboles. Y el pecho... Oh, el pecho es un remolino de fuertes emociones que golpean como olas; esas inmensas olas transforman todo en tsunamis de recuerdos a una velocidad increíble.                        La mente de Clarke es un edificio destrozado, con pedazos de lo que un día fueron los momentos más candentes y amorosos de su vida. Ella tiene los puños apretados.                ¿Porqué está esperando un mensaje de él? ¿Porqué al pensar en él aún tiene esas mariposas que la llevaron a su propia muerte sentimental?

Reniega esas mariposas, son las culpables de que ella haya puesto sus ojos en un hombre que sólo quería diversión. En flashes rápidos ve esa sonrisa diabólica, la sonrisa más tierna. Esos dientes cuadrados y perfectos, esos labios esculpidos.                                                                                        No, no, no....                                                                                                                                                                             Sacude la cabeza y trata de recordar que lo odia. Pero este es otro deplorable caso en donde las palpitaciones del corazón son el dictador de la lógica del cerebro.

Ella busca una explicación, pero al final termina culpándose a ella misma. 

Si tan sólo hubiese abierto mi corazón, si no fuera tan fría, si lo hubiese buscado, si le hubiese hecho mejor el amor..

Clarke sacude las manos en  busca de calor, en busca de respuesta, en busca de aguantarse las ganas que tiene de gritar, de llorar, de terminar con ese fuego dentro de ella.                                          ¿Cómo podrá encontrar a alguien como él?                                                                                                               Y no es preciso esperar eso, sabe que debe aspirar a algo mejor. Y no se refería al físico, porque él era candente como la misma belleza de lucifer.  Ella se refería al amor.                                                    Pero, él me ama...

La lógica vuelve a gritar que no y retribuye esos desplantes, esas salidas a hurtadillas como si fuera secreto y claro que lo era; él tenía una larga lista de chicas. La misma cama en donde le acarició, en donde se mostró tal cuál era, en esa misma cama acarició. Su mejor amiga, sus amigas de la facultad, alguna chica que habrá conocido en alguna fiesta...

No, pero conmigo fue diferente...

Y sabe que no es así, ella no es ese uno en un millón. Nunca lo fue, nunca lo será. No era la historia donde el hombre malo se enamora y se queda contigo. Ese viejo muelle es el escenario de el corazón roto de Clarke, el silencio del lago debería brindarle tranquilidad, pero no es así.       Piensa en cómo pensaba acerca de él, en cómo se alejó de sus amigos para escaparse con él, en como hizo cosas que juró que nunca haría, pero al final le complacía. 

Descubrió que nunca fue amor, esa historia no se le acercaba pero ni a los talones a una historia de amor. Es una de esas historias de corazones rotos que se escabulle entre muchas, de esas que con el tiempo te dan asco...

Limpia las lágrimas que le corren por las mejillas, está cansada y esos muros alrededor de ella se han vuelto polvo. ¡Demanda su historia de amor! Pide hablar con el creador del sentimiento, hay cuentas que arreglar.

Solo entonces, con los dientes apretados aprende la lección más grande de su vida:

Su error fue buscar amor en brazos que buscaban sexo, su error fue esperar recibir el amor que ella misma nunca se dio, fue soñar alto con ese hombre tan patán que hacían dos meses ni siquiera un mensaje para preguntar cómo estaba pudo dejar, su error fue asumir. 

Pero su error más grande ha sido culpar al amor, porque eso no fue amor. 

Mientras pensaba todas estas cosas deseó que él le llegara de sorpresa, que le dijera que la había extrañado, que no podía vivir sin ella...                                                                                                   Pero nadie llegó, nadie mas que la cordura, por supuesto.

El dolor era inexplicable, no se botan los recuerdos, no se pierde la esperanza de ser correspondido. Pero no es este cuento.                                                                                                                       Era momento de salvarse a ella misma, de amarse a ella. Cuando se ame, reconocerá cuando alguien le ame.

Las lágrimas se le secaron en frente de ese muelle, y se lo imagina de frente. El corazón se le estruja y lo único que piensa es: te perdiste un amor de verdad, pero no todo se puede corresponder. 

Se pone de pies, se sacude sus jeans y hoy no lo esperará. Hoy no esperará nada de él, hoy usará labial rojo. Hoy es sólo el inicio de la reconstrucción de un corazón hecho pedazos. Y no será hoy cuando esté curada, ni mañana...

No sabemos cuando, lo único que sabemos es que vimos a esa damita vacía en frente del muelle, tomando una decisión: dejar de vivir o morir en el intento de amar. 

Asuman qué eligió, igual les digo hoy se le escapó una sonrisa por primera vez y no fue precisamente por él.

LOS RESTOS DE CLARKE.Where stories live. Discover now