Se supone que eso iba a quedar ahí, en esa isla, y que al momento en que pusieran un pie en Japón todo eso quedaría en el olvido.
Pero ambos sabían que dejar atrás esa noche era imposible, y el deseo de repetirlo estaba más que presente.
🔞 lemon ba...
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Ni bien estuvieron cerca se abalanzaron a besar frenéticamente al otro, como si sus vidas dependieran de ello. Sin siquiera separarse entraron a la habitación; la puerta hizo un sonido bastante fuerte al cerrarse debido a la forma tan brusca y repentina en la que Katsuki acorraló a Eijirō contra esta. Pero poco y nada le importó, ni siquiera le dolió el golpe que se dio al pasar a llevar la perilla con su codo; le dolía más la urgencia con la que necesitaba besarlo.
Las manos de Bakugō se dirigieron a sostener el rostro de Kirishima, mientras las de él se movieron hacia su nuca, enredando los dedos de una mano en esa desordenada maraña de rubios cabellos. El beso se intensificaba cada vez más, pero ninguno se había apartado siquiera para respirar, no lo necesitaban, ya que se separaban solo unos milímetros para tomar una bocanada de aire y así volver al ataque.
En un momento, Katsuki mordió el labio inferior del pelirrojo, quien por la sorpresa y la excitante sensación que le recorrió el cuerpo soltó un jadeo. El rubio aprovechó eso para introducir su lengua en la boca del de iris rojizas, el cual la recibió felizmente con la propia.
Kirishima sabía lo que había logrado cuando le dijo aquello. Había prácticamente desatado una bestia, y estaba más que satisfecho con haber logrado su cometido, ya que en realidad eso era lo que él buscó desde un principio. A él tampoco le gustaba que las cosas hubieran sucedido de esa forma. Es decir, sí, aquella noche deseó más que nunca al rubio, estuvo mirándolo toda la noche de pies a cabeza torturándose a sí mismo con la vista, mas no estaba en sus planes llevar a cabo lo que hicieron. Su plan era solo irse a dormir luego de la fiesta, pero el alcohol le jugó una mala pasada e hizo que se desinhibiera más de lo que quería, impidiéndole reprimir lo que toda la noche llevaba queriendo.
Así que ahí estaba, tomando su segunda oportunidad de tener una primera vez más memorable, donde él no pudiera olvidar ni el más mínimo detalle, eso deseaba. Una noche con Bakugō era una en la que debía estar en sus cinco sentidos, rememorando cada detalle del cuerpo del chico, de sus tiernas y sus rudas caricias.
Katsuki gruñó y de imprevisto se separó, murmurando rápidamente y con dificultad por la falta de aliento algo sobre la cama. El pelirrojo no debió preguntar para entender lo que quería decirle y si hubiera necesitado hacerlo se le habría hecho difícil pues sus labios nuevamente estaban ocupados danzando con los de Bakugō. Así que, sin desenredar sus brazos de la fornida espalda del rubio, como pudo dejó guiarse hasta la cama por Katsuki, en la cual se recostó e instantáneamente sintió el peso extra del contrario sobre él.
