Carlos Malpica Flores - Mis lecturas : El eco de la piel

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Leer una novela

de Elia Barceló es apostar sobre seguro porque sé que la prosa y las historias
de esta autora no me van a defraudar. Hoy os hablo sobre «El eco de la
piel», su última publicación. Una historia que deja poso de espesa
densidad, llena de secretos, de verdades a medias, fragmentadas, de
malentendidos, que sacarán a la luz diferentes versiones de una misma mujer.
Una novela donde la identidad es el tema principal sobre el que pivota todo su
argumento. ¿Quiénes somos? ¿Qué parte de

nosotros mostramos u optamos por ocultar? ¿Somos cómo realmente nos ven? 

Todo

criterio está teñido por la subjetividad con la que vivimos, con la que somos
observados. Toda nuestra vida está filtrada y condicionada por el color del cristal
con el que nos observan y cuando hayamos abandonado este mundo tan solo 

seremos

recuerdos tejidos con palabras ajenas.

A punto de

cumplir los treinta años, Sandra Valdés es Licenciada en Historia, tiene dos 

másteres

en esta materia y un trabajo precario en una tienda de ropa madrileña. Intentará
dar un nuevo rumbo a su anodina vida aceptando el encargo de escribir un libro
que, a modo de modesta contribución a la memoria de su madre, le encarga Luis
Arráez, el dueño de las fábricas de calzado más importantes de España. Quiere
publicar una especie de biografía sobre la vida y la trayectoria profesional de
Ofelia Arráez, convertida en una de las primeras empresarias de España tras la
guerra. Lo que Sandra no sabe es que este reto cambiará para siempre su
realidad. Además de un plus económico, le dará la oportunidad de sumergirse en 

una

intensa investigación para materializar,
con palabras escritas, las crónicas de una mujer tan contradictoria como
poderosa. Muy a su pesar, para llevar a cabo el encargo tendrá que volver a su
pueblo natal, Monastil, porque en aquella localidad pequeña y adormecida, que
repentinamente se enriqueció con la industria del calzado durante los años
sesenta y setenta, comenzó todo.

Dos son las

líneas argumentales que vertebran esta historia, alejadas en el tiempo, y un
mismo nexo de unión: el personaje de Ofelia. En el presente Sandra es la
protagonista, una joven inteligente, moderna y pragmática, con sus propios
problemas personales, miedos e inseguridades. La iremos conociendo a medida 

que

su investigación sobre la vida de Ofelia avanza, mientras reconstruye su
historia, con mayúsculas y con minúsculas, la que ha quedado en el recuerdo y
la olvidada o cuando menos opacada y silenciada, a través de viejas fotografías
que tendrá que contextualizar, entrevistas de gente que la conoció de cerca,
recortes de prensa y el testimonio de su propio hijo, un solterón septuagenario
culto y educado. Luis quiere que el mundo conozca no solo a la Ofelia
empresaria y emprendedora, sino también a la mujer que fue, la madre, la
esposa, la amiga. ¿Descubrirá Sandra algo que empañe la brillante imagen de la
empresaria levantina, algo que pudiera menoscabar su reputación? Poco a poco
irán saliendo a la superficie secretos que van pudriendo el alma, recuerdos
sepultados en el olvido, para descubrir que nada es lo que parece.

En la línea

temporal del pasado, la protagonista absoluta será Ofelia. Una mujer excepcional,
adelantada a su tiempo, independiente y luchadora, obsesionada con el futuro y
el progreso, que de la nada levantó todo un imperio. Sabedora de que para
triunfar es necesario pagar un peaje, sin importarle correr riesgos si con ello
obtenía pingües beneficios. También conoceremos a su marido Anselmo, un ser 

muy

cálido y especial. Siempre que entran en juego dos líneas argumentales

ambientadas

en distintas épocas, es lógico que una de ellas adquiera mayor relevancia,
desequilibrando nuestro interés. Indudablemente me quedo con la que tiene lugar
en el pasado y que se desarrolla particularmente en el tercer bloque de los
cuatro que articulan el argumento, pues es el punto de partida de toda la
historia, habiendo en ella más pasión, más fuerza, aunque también está
impregnada de mucho dolor, y me enganchó desde primera hora. Gracias a 

escenas

puntuales haremos un recorrido desde el año 1939 hasta el 2003 por la vida de
su protagonista, desde el momento en que conoció a su marido hasta sus últimos
días.

«El eco de

la piel» está escrita con una prosa embriagadora, impecablemente cuidada y

elegante, y una cadencia reposada,

para que el lector pueda paladear cada momento, cada instante, sin prisas. Elia
Barceló se ha superado al crear a unos personajes femeninos fuertes, ricos en 

matices,

creíbles, seres de carne y hueso vestidos de realidad. Hago aquí un inciso para
comentar algo que no me ha gustado nada, y es que uno de los personajes 

secundarios

usa constantemente una muletilla que pienso, a su edad, no le pega
absolutamente nada y cada vez que entraba en escena me sacaba de quicio.

La historia tiene

una estructura poco habitual en la que se irán alternando dos voces narrativas
muy dispares: un narrador omnisciente que será quien revele al lector cada
suceso acontecido, tanto en el presente como en el pasado; y un narrador
protagonista en la persona de Sandra. Además de cartas y entrevistas, incluye
un reducido número de capítulos que son fragmentos del libro publicado en 1979
por una tal Selma Plath. Al principio estaba descolocada porque desconocía a
cuento de qué venían, pero finalmente todo cobró sentido. Y me encantó.

Sintetizando: «El

eco de la piel» es una cálida novela cuya lectura te deja poso y en la que

se pone de relieve que nuestra historia se teje con palabras propias y ajenas.
Estamos hechos de pieles, de las que nos vamos desprendiendo por el camino,
dejándonos moldear por las vivencias y las pasiones. Una historia de personajes
femeninos llenos de fortaleza, apasionados y vestidos de realidad, que lo van a
dar todo por conseguir sus anhelos, sus sueños.

Y como siempre digo, esta es la opinión personal de una simple lectora, no de una crítica literaria.

Erik Malpica Flores: LecturaWhere stories live. Discover now